/ domingo 27 de agosto de 2017

Sentido de realidad

México es un país lleno de colores, de vida y de folclor. Nuestras tradiciones, nuestra comida y nuestra cultura no tienen comparación en el mundo. Cualquiera que visite Cancún podría darse idea de lo bello de sus playas, o bien, en Chiapas su biodiversidad o en el norte sus paisajes de película. El servicio al turista es de primera y su gastronomía igual. Pero así también México tiene graves problemas. Las heridas del país están abiertas y sangrando. La inseguridad y la violencia nos acechan a cada instante; la corrupción rampante nos destruye desde dentro y las circunstancias lo hacen aún más difícil. La falta de empleo, la desigualdad económica, etcétera. Todo ello cataliza nuestra fragilidad.

En ese orden de ideas, traigo esto a cuento porque parece que nuestros políticos no tienen un sentido de realidad en absoluto. Leíamos en la prensa y vimos los videos de cómo, a plena luz del día, asaltan dos comercios en la Ciudad de México y no pasa nada. La violencia es parte de nuestra vida cotidiana. Vivimos con ello. La capital del país se está cayendo a pedazos: la delincuencia crece, el crimen organizado penetra hasta lo más hondo de la sociedad, el tráfico y la sobrepoblación están colapsando a la deficiente infraestructura urbana que no aguanta más, y la corrupción genera que, por ejemplo, haya obras públicas mal construidas que ponen en riesgo la vida de la gente.

Y aun así, el actual jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera decide anunciar su candidatura a la Presidencia de la República. ¿Será que pone como ejemplo la endeble situación de la urbe que gobierna? Si ese es nuestro ejemplo, México no aspira a mucho entonces. Cierto es que tenemos grandes riquezas en el país, pero también en esa medida, tenemos enormes complejidades, mismas que parecen ser ignoradas por el político tradicional. En este caso, el Jefe de Gobierno piensa que ha hecho un gran trabajo y que merece ser candidato por ello. No digo que no lo merezca, quizá sí. Quizá hizo mucho con lo poco que se le dio y lo que vemos es el mejor resultado posible en las circunstancias en que vivió. Pero tampoco sabemos si es que se quedó corto. A lo mejor nos queda a deber y quizá piensa que hizo un mejor trabajo del que en realidad hizo. En cualquier caso, lo que más me asusta es la incapacidad que tiene nuestra clase política para reconocer cuando las cosas no salen bien, cuando la población sufre, para mostrar empatía al otro y entender que, a lo mejor, tiene algo de responsabilidad en ello. Reconocer nuestras limitaciones no necesariamente nos descalifica de algo; pero la desconexión que tenemos con la realidad, tratar de hacer ver que no pasa nada y ni siquiera mostrar empatía para los demás, ciertamente que sí.

El problema no es el problema en sí mismo, sino en la manera en que estamos reconociendo (o no), enfrentando y solucionando ese problema. Y la forma en que lo comunicamos a nuestra sociedad. La gente está dispuesta a darle una oportunidad a quien reconoce sus limitaciones, pero no tanto a quien piensa que no tiene errores.

 

@fedeling

México es un país lleno de colores, de vida y de folclor. Nuestras tradiciones, nuestra comida y nuestra cultura no tienen comparación en el mundo. Cualquiera que visite Cancún podría darse idea de lo bello de sus playas, o bien, en Chiapas su biodiversidad o en el norte sus paisajes de película. El servicio al turista es de primera y su gastronomía igual. Pero así también México tiene graves problemas. Las heridas del país están abiertas y sangrando. La inseguridad y la violencia nos acechan a cada instante; la corrupción rampante nos destruye desde dentro y las circunstancias lo hacen aún más difícil. La falta de empleo, la desigualdad económica, etcétera. Todo ello cataliza nuestra fragilidad.

En ese orden de ideas, traigo esto a cuento porque parece que nuestros políticos no tienen un sentido de realidad en absoluto. Leíamos en la prensa y vimos los videos de cómo, a plena luz del día, asaltan dos comercios en la Ciudad de México y no pasa nada. La violencia es parte de nuestra vida cotidiana. Vivimos con ello. La capital del país se está cayendo a pedazos: la delincuencia crece, el crimen organizado penetra hasta lo más hondo de la sociedad, el tráfico y la sobrepoblación están colapsando a la deficiente infraestructura urbana que no aguanta más, y la corrupción genera que, por ejemplo, haya obras públicas mal construidas que ponen en riesgo la vida de la gente.

Y aun así, el actual jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera decide anunciar su candidatura a la Presidencia de la República. ¿Será que pone como ejemplo la endeble situación de la urbe que gobierna? Si ese es nuestro ejemplo, México no aspira a mucho entonces. Cierto es que tenemos grandes riquezas en el país, pero también en esa medida, tenemos enormes complejidades, mismas que parecen ser ignoradas por el político tradicional. En este caso, el Jefe de Gobierno piensa que ha hecho un gran trabajo y que merece ser candidato por ello. No digo que no lo merezca, quizá sí. Quizá hizo mucho con lo poco que se le dio y lo que vemos es el mejor resultado posible en las circunstancias en que vivió. Pero tampoco sabemos si es que se quedó corto. A lo mejor nos queda a deber y quizá piensa que hizo un mejor trabajo del que en realidad hizo. En cualquier caso, lo que más me asusta es la incapacidad que tiene nuestra clase política para reconocer cuando las cosas no salen bien, cuando la población sufre, para mostrar empatía al otro y entender que, a lo mejor, tiene algo de responsabilidad en ello. Reconocer nuestras limitaciones no necesariamente nos descalifica de algo; pero la desconexión que tenemos con la realidad, tratar de hacer ver que no pasa nada y ni siquiera mostrar empatía para los demás, ciertamente que sí.

El problema no es el problema en sí mismo, sino en la manera en que estamos reconociendo (o no), enfrentando y solucionando ese problema. Y la forma en que lo comunicamos a nuestra sociedad. La gente está dispuesta a darle una oportunidad a quien reconoce sus limitaciones, pero no tanto a quien piensa que no tiene errores.

 

@fedeling