/ lunes 11 de septiembre de 2017

Sin gafete | Los engaños de Murat

Alejandro Murat fue a estudiar al extranjero para convertirse en un hombre muy distinto a su padre, que trabajosamente hila dos ideas.  En una reunión internacional en Davos, Suiza, le presentó al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, a sus maestros.

A partir de ahí, el joven Murat ha conseguido todas sus metas endulzándole el oído al primer mandatario.

Todólogo a priori, fue nombrado responsable del canal oficial de televisión del Estado de México, para de ahí pasar al instituto que “registra” las propiedades, tema muy oportuno durante el gobierno de Peña Nieto.  Luego en la campaña le encomendaron vivienda, de ahí al Infonavit con ingresos millonarios, que hace falta dinero para pagar el mantenimiento de sus muchos departamentos en el extranjero.

Y después gobernador de Oaxaca.  Donde la falta de talento político no puede sustituirse con manuales econométricos.  Ahí el joven Murat se ha equivocado desde el día que tomó posesión, en lo oscurito, al confrontar la realidad política.

Producto de ésta incapacidad, ignorancia extrema, la semana pasada llevó a su “cuate” el presidente Peña Nieto a una inauguración, nuevo centro de convenciones, evento que estaría bloqueado por los maestros disidentes.

Una vez más, sin poseer la mitad de la perversidad del padre para corromper, repartió dinero el día anterior y se comprometió a que todo estaría bajo control.

No fue así. Todo se le salió de control. Los bloqueos para llegar al lugar no permitieron que los invitados llegaran.  Por eso el Presidente decidió utilizar helicópteros.  Para él, para su comitiva, para la prensa.

No es momento de hablar de la extrema, incalificable, incapacidad del Estado Mayor Presidencial.

Y uno de los helicópteros, donde viajaba la prensa, recibió un “cohetón” que dispararon los maestros disidentes.  Rompiendo la parta inferior y llenando de humo la cabina.  ¿Pudieron derribarlo?  Lo cierto es que penetraron el círculo de seguridad presidencial.

La gira presidencial se le fue de las manos al joven Alejandro.

Al día siguiente vino el sismo.  Y por muchas horas el silencio, se quedó perplejo, asustado, o tal vez estaba encerrado en su cuarto lamentando el fracaso de la gira presidencial. ¿Beberá como su padre?  Lo cierto es que el joven Murat no respondió a tiempo a la tragedia, ni siquiera la imaginó.

Cuando llegó al lugar más afectado, Juchitán, ya en redes sociales abundaban las imágenes de la tragedia.  Alejandro, como su rubia esposa que suele disfrazarse de “oaxaqueña”, no viaja sin su sequito de fotógrafos, quienes se dedicaron a reproducir su “imagen” abrazando a niños y viejitos… como si viviésemos en tiempos del gobierno de su papá, populismo en su máxima expresión.

Después, son cuates, se las ingenió para llevar al presidente Peña Nieto, que no fue a Chiapas donde hay mucha mayor afectación y gran número de viviendas dañadas, para más fotografías.  Y al día siguiente otro tanto con la señora Rosario Robles, con su blusita de campesina.

Fotografías y más fotografías y más fotografías… pero hasta el domingo la ayuda no había llegado.  Y el joven Murat ni siquiera conocía el número exacto de muertos.  No ha estado con los deudos, no ha recorrido Juchitán de noche, donde todos siguen durmiendo en la calle.  Su gobierno se mueve con la buena luz para las fotos…

Había un niño sepultado entre los escombros… Murat ni se enteró, ni estuvo en su búsqueda o lo atendió cuando fue rescatado.  Todo es muy “nice”, muy cinematográfico, como “spot” de televisión con escenografía de cartón en su gobierno… Solo que los muertos comienzan a oler mal.

Por una parte, los maestros disidentes, por la otra los damnificados, y en medio los pobres que han estado abandonados a perpetuidad… Oaxaca se está convirtiendo en un polvorín ingobernable.

En Tuiter: @isabelarvide

 Blog: EstadoMayor.mx

  Blog: CambioQRR.com

Alejandro Murat fue a estudiar al extranjero para convertirse en un hombre muy distinto a su padre, que trabajosamente hila dos ideas.  En una reunión internacional en Davos, Suiza, le presentó al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, a sus maestros.

A partir de ahí, el joven Murat ha conseguido todas sus metas endulzándole el oído al primer mandatario.

Todólogo a priori, fue nombrado responsable del canal oficial de televisión del Estado de México, para de ahí pasar al instituto que “registra” las propiedades, tema muy oportuno durante el gobierno de Peña Nieto.  Luego en la campaña le encomendaron vivienda, de ahí al Infonavit con ingresos millonarios, que hace falta dinero para pagar el mantenimiento de sus muchos departamentos en el extranjero.

Y después gobernador de Oaxaca.  Donde la falta de talento político no puede sustituirse con manuales econométricos.  Ahí el joven Murat se ha equivocado desde el día que tomó posesión, en lo oscurito, al confrontar la realidad política.

Producto de ésta incapacidad, ignorancia extrema, la semana pasada llevó a su “cuate” el presidente Peña Nieto a una inauguración, nuevo centro de convenciones, evento que estaría bloqueado por los maestros disidentes.

Una vez más, sin poseer la mitad de la perversidad del padre para corromper, repartió dinero el día anterior y se comprometió a que todo estaría bajo control.

No fue así. Todo se le salió de control. Los bloqueos para llegar al lugar no permitieron que los invitados llegaran.  Por eso el Presidente decidió utilizar helicópteros.  Para él, para su comitiva, para la prensa.

No es momento de hablar de la extrema, incalificable, incapacidad del Estado Mayor Presidencial.

Y uno de los helicópteros, donde viajaba la prensa, recibió un “cohetón” que dispararon los maestros disidentes.  Rompiendo la parta inferior y llenando de humo la cabina.  ¿Pudieron derribarlo?  Lo cierto es que penetraron el círculo de seguridad presidencial.

La gira presidencial se le fue de las manos al joven Alejandro.

Al día siguiente vino el sismo.  Y por muchas horas el silencio, se quedó perplejo, asustado, o tal vez estaba encerrado en su cuarto lamentando el fracaso de la gira presidencial. ¿Beberá como su padre?  Lo cierto es que el joven Murat no respondió a tiempo a la tragedia, ni siquiera la imaginó.

Cuando llegó al lugar más afectado, Juchitán, ya en redes sociales abundaban las imágenes de la tragedia.  Alejandro, como su rubia esposa que suele disfrazarse de “oaxaqueña”, no viaja sin su sequito de fotógrafos, quienes se dedicaron a reproducir su “imagen” abrazando a niños y viejitos… como si viviésemos en tiempos del gobierno de su papá, populismo en su máxima expresión.

Después, son cuates, se las ingenió para llevar al presidente Peña Nieto, que no fue a Chiapas donde hay mucha mayor afectación y gran número de viviendas dañadas, para más fotografías.  Y al día siguiente otro tanto con la señora Rosario Robles, con su blusita de campesina.

Fotografías y más fotografías y más fotografías… pero hasta el domingo la ayuda no había llegado.  Y el joven Murat ni siquiera conocía el número exacto de muertos.  No ha estado con los deudos, no ha recorrido Juchitán de noche, donde todos siguen durmiendo en la calle.  Su gobierno se mueve con la buena luz para las fotos…

Había un niño sepultado entre los escombros… Murat ni se enteró, ni estuvo en su búsqueda o lo atendió cuando fue rescatado.  Todo es muy “nice”, muy cinematográfico, como “spot” de televisión con escenografía de cartón en su gobierno… Solo que los muertos comienzan a oler mal.

Por una parte, los maestros disidentes, por la otra los damnificados, y en medio los pobres que han estado abandonados a perpetuidad… Oaxaca se está convirtiendo en un polvorín ingobernable.

En Tuiter: @isabelarvide

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