/ miércoles 30 de agosto de 2017

Socavón: otro cadáver al ropero sexenal

Podría ser el definitivo y el gran sepulturero de un PRI, que se ha negado a morir. La sociedad pasa de estar molesta. Va más lejos y repudia cualquier mención de un partido, que siente que la deja “colgada de la brocha”.

Tanto el secretario de Comunicaciones (Ruiz Esparza), como el desgobernador de Morelos (Graco Ramírez) se podían haber ahorrado su comparecencia, ante la Comisión Permanente del Congreso. Los citaron y derechitos como velas, acudieron a lavarse culpas y responsabilizarse mutuamente, por el desastre del Paso Express de Cuernavaca.

Uno a otro se señaló con dedo flamígero y Ramírez, echado para adelante -como es- le solicitó a Ruiz su renuncia. El de Comunicaciones no se quedó corto y, en pocas palabras le llamó mentiroso, ante la insistencia de Graco, de que advirtió el peligro.

Ninguno prueba sus dichos y de lo poco que queda en claro es que, la obra de Marras pertenecía al gobierno federal. Fue su potestad y, por lo tanto, la obligación de entregarla en tiempo y forma, con los atributos de calidad para los que fue hecha, dependía de él.

Según el morelense, horas previas a la inauguración habló con el propio Peña Nieto e insistió en que había que suspender el evento, hasta que el Paso estuviera terminado por completo. Afirmó que el tlatoani le contestó que, en 48 horas estaría listo.

Ruiz Esparza responde que, “en ningún momento el gobernador Ramírez me hizo referencia alguna de aspectos faltantes en el Paso Express. Tampoco de que hubiera riesgo al ponerse en operación la vialidad y menos que pudiera formarse un socavón”.

“No pienso renunciar porque hay muchos interesados en que yo sea el responsable, cuando hay indicios de presunta responsabilidad en la parte constructiva, en la supervisión y en la coordinación de la obra y en servidores públicos locales y federales”.

¿Les hará mella esta cínica verborrea, a los familiares del padre y su hijo, que fallecieron asfixiados al caer su automóvil? ¿Alguno de estos verracos, sea de las constructoras, o de los funcionarios omisos, tendrá insomnio?

A los deudos ni siquiera se les ha prestado el apoyo y la colaboración, de la Secretaría a la que, de acuerdo a como se doblan los presupuestos aprobados, parecería le sobra el dinero.

Según Ramírez, él tuvo que encargarse de los gastos –que tampoco habrán sido en una funeraria de lujo-. Dan vergüenza, asco y ofenden a la inteligencia. Pelean como verduleras, por dejar mal al contrario, cuando el juicio público los condena, así el mayor peso se incline al lado federal.

El que aprovecha la tragedia es el tercer irresponsable en jerarquía. O, ¿cómo es posible que, el alcalde de Cuernavaca –Cuauhtémoc Blanco-, ni siquiera asomara las narices al lugar del accidente? Lo menos que podía haber hecho era llegar el primero, a apoyar y coordinar las tareas de rescate y pedir el auxilio federal, en vista de las limitaciones.

De convocarse a personal entrenado, con el equipo necesario se pudiera haber librado de una muerte horrenda, a los dos ciudadanos. El Cuau escurrió el bulto, se quedó callado y salió indemne del asunto. ¿Podría siquiera preocuparse de quienes están viviendo el peligro de que sus casas se derrumben, al estar pegados al reblandecimiento que favoreció el socavón?

Graco sale el próximo año y con él, probablemente, el PRD, del poder morelense. El Cuau, ni yendo a bailar a Chalma, gana la gubernatura y Ruiz Esparza deja, a Peña Nieto y su mandato, con un cadáver que, por muerto que parezca, será imposible de enterrar.

 

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Podría ser el definitivo y el gran sepulturero de un PRI, que se ha negado a morir. La sociedad pasa de estar molesta. Va más lejos y repudia cualquier mención de un partido, que siente que la deja “colgada de la brocha”.

Tanto el secretario de Comunicaciones (Ruiz Esparza), como el desgobernador de Morelos (Graco Ramírez) se podían haber ahorrado su comparecencia, ante la Comisión Permanente del Congreso. Los citaron y derechitos como velas, acudieron a lavarse culpas y responsabilizarse mutuamente, por el desastre del Paso Express de Cuernavaca.

Uno a otro se señaló con dedo flamígero y Ramírez, echado para adelante -como es- le solicitó a Ruiz su renuncia. El de Comunicaciones no se quedó corto y, en pocas palabras le llamó mentiroso, ante la insistencia de Graco, de que advirtió el peligro.

Ninguno prueba sus dichos y de lo poco que queda en claro es que, la obra de Marras pertenecía al gobierno federal. Fue su potestad y, por lo tanto, la obligación de entregarla en tiempo y forma, con los atributos de calidad para los que fue hecha, dependía de él.

Según el morelense, horas previas a la inauguración habló con el propio Peña Nieto e insistió en que había que suspender el evento, hasta que el Paso estuviera terminado por completo. Afirmó que el tlatoani le contestó que, en 48 horas estaría listo.

Ruiz Esparza responde que, “en ningún momento el gobernador Ramírez me hizo referencia alguna de aspectos faltantes en el Paso Express. Tampoco de que hubiera riesgo al ponerse en operación la vialidad y menos que pudiera formarse un socavón”.

“No pienso renunciar porque hay muchos interesados en que yo sea el responsable, cuando hay indicios de presunta responsabilidad en la parte constructiva, en la supervisión y en la coordinación de la obra y en servidores públicos locales y federales”.

¿Les hará mella esta cínica verborrea, a los familiares del padre y su hijo, que fallecieron asfixiados al caer su automóvil? ¿Alguno de estos verracos, sea de las constructoras, o de los funcionarios omisos, tendrá insomnio?

A los deudos ni siquiera se les ha prestado el apoyo y la colaboración, de la Secretaría a la que, de acuerdo a como se doblan los presupuestos aprobados, parecería le sobra el dinero.

Según Ramírez, él tuvo que encargarse de los gastos –que tampoco habrán sido en una funeraria de lujo-. Dan vergüenza, asco y ofenden a la inteligencia. Pelean como verduleras, por dejar mal al contrario, cuando el juicio público los condena, así el mayor peso se incline al lado federal.

El que aprovecha la tragedia es el tercer irresponsable en jerarquía. O, ¿cómo es posible que, el alcalde de Cuernavaca –Cuauhtémoc Blanco-, ni siquiera asomara las narices al lugar del accidente? Lo menos que podía haber hecho era llegar el primero, a apoyar y coordinar las tareas de rescate y pedir el auxilio federal, en vista de las limitaciones.

De convocarse a personal entrenado, con el equipo necesario se pudiera haber librado de una muerte horrenda, a los dos ciudadanos. El Cuau escurrió el bulto, se quedó callado y salió indemne del asunto. ¿Podría siquiera preocuparse de quienes están viviendo el peligro de que sus casas se derrumben, al estar pegados al reblandecimiento que favoreció el socavón?

Graco sale el próximo año y con él, probablemente, el PRD, del poder morelense. El Cuau, ni yendo a bailar a Chalma, gana la gubernatura y Ruiz Esparza deja, a Peña Nieto y su mandato, con un cadáver que, por muerto que parezca, será imposible de enterrar.

 

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq