/ sábado 20 de agosto de 2016

Soluciones fáciles

  • Federico Ling Sanz Cerrada

Cuando leo lo que comenta la gente sobre las Olimpiadas, siempre me quedo pensando en lo que se espera de nuestros atletas. Hasta el momento, México tiene una sequía de medallas y premios (o son muy pocos los que se han ganado en comparación con otros países) y esto siempre me hace reflexionar. No me llama tanto la atención el resultado en muchos casos; creo que corresponden con una realidad en nuestro país tal que, las consecuencias son un tanto cuanto naturales. No obstante lo anterior, lo que más me llama la atención es la reacción de las personas ante ello. Veamos algunos ejemplos: indignación contra el Gobierno, contra los atletas o contra las competencias mismas. Quizá es porque no hemos ganado casi nada, o porque el Gobierno no ha dado apoyos suficientes, o nuestros atletas no lograron su cometido, pero en cualquier caso, siempre hay alguien a quien culpar. La segunda reacción que me llama la atención es la victimización (personal o del otro) debido precisamente a todo lo anterior.

¿Pero qué sucede en realidad con todo esto? Creo que en cualquier caso, los resultados olímpicos están siendo leídos equivocadamente, puesto que no es fácil ni posible esperar ganar una serie de medallas olímpicas si solamente nos preocupamos de ello durante los 15 días que duran las competencias. ¿A qué me refiero? Pues lo que trato de decir es que, para otros países, las olimpiadas son una cuestión permanente. Los atletas nunca dejan de entrenar y las personas siguen ocupadas de ello durante todo el tiempo. No hay ciencia oculta.

Pero me incluyo a mí mismo entre los que hemos caído en la tentación fácil de culpar a quien resulta más evidente: el Gobierno. Es claro que las autoridades encargadas de fomentar el deporte no están haciendo su trabajo, y que las federaciones a que se hace referencia tampoco están cumpliendo con su misión. Es un círculo vicioso del que no se tiene salida fácil. Es evidente que hay personas responsables (incluidos los atletas en algunos casos), pero no me queda clara la función de los que somos espectadores simplemente. No puedo discernir si nos corresponde quejarnos con las autoridades por la falta de apoyos, o carecemos de empatía con los deportistas mexicanos porque muchos de ellos se quedaron a nada de conseguir una medalla olímpica.

En cualquier caso, creo que lo más importante de todo es dejar de buscar culpables o responsables. Cada uno de nosotros somos responsables por nuestro propio destino y nuestros triunfos y fracasos. Y en conjunto, hacemos los triunfos o fracasos del país. Pero en cualquier sentido, si ganamos o perdemos, lo que estamos viendo es el efecto del pasado y de nuestras acciones anteriores, puesto que –como en las olimpiadas– todo aquello que hacemos requiere preparación, esfuerzo, constancia y disciplina. Por ende, ganar no es cuestión inmediata (como tampoco lo es perder). Casi siempre ello son una serie de acciones sucesivas cuyas consecuencias se manifiestan en un determinado momento. Y no es fácil verlo así.

La tentación de creer que tenemos “mala suerte” o que las cosas no están saliendo como deberían, me parece que es un consuelo falso (en el que yo también me incluyo). Quiero terminar comentando la genialidad del anuncio de Michael Phelps de una marca de artículos deportivos: son aquellas cosas que –durante años– hacemos en la oscuridad (cuando la gente no nos está viendo) lo que nos pone en la luz (cuando la gente ve que triunfamos). Si queremos triunfar, tenemos que construirlo con años de anticipación (y no solo se aplica para los Juegos Olímpicos). www.federicoling.com y @fedeling

*Maestro en Análisis Político y Medios de Información

  • Federico Ling Sanz Cerrada

Cuando leo lo que comenta la gente sobre las Olimpiadas, siempre me quedo pensando en lo que se espera de nuestros atletas. Hasta el momento, México tiene una sequía de medallas y premios (o son muy pocos los que se han ganado en comparación con otros países) y esto siempre me hace reflexionar. No me llama tanto la atención el resultado en muchos casos; creo que corresponden con una realidad en nuestro país tal que, las consecuencias son un tanto cuanto naturales. No obstante lo anterior, lo que más me llama la atención es la reacción de las personas ante ello. Veamos algunos ejemplos: indignación contra el Gobierno, contra los atletas o contra las competencias mismas. Quizá es porque no hemos ganado casi nada, o porque el Gobierno no ha dado apoyos suficientes, o nuestros atletas no lograron su cometido, pero en cualquier caso, siempre hay alguien a quien culpar. La segunda reacción que me llama la atención es la victimización (personal o del otro) debido precisamente a todo lo anterior.

¿Pero qué sucede en realidad con todo esto? Creo que en cualquier caso, los resultados olímpicos están siendo leídos equivocadamente, puesto que no es fácil ni posible esperar ganar una serie de medallas olímpicas si solamente nos preocupamos de ello durante los 15 días que duran las competencias. ¿A qué me refiero? Pues lo que trato de decir es que, para otros países, las olimpiadas son una cuestión permanente. Los atletas nunca dejan de entrenar y las personas siguen ocupadas de ello durante todo el tiempo. No hay ciencia oculta.

Pero me incluyo a mí mismo entre los que hemos caído en la tentación fácil de culpar a quien resulta más evidente: el Gobierno. Es claro que las autoridades encargadas de fomentar el deporte no están haciendo su trabajo, y que las federaciones a que se hace referencia tampoco están cumpliendo con su misión. Es un círculo vicioso del que no se tiene salida fácil. Es evidente que hay personas responsables (incluidos los atletas en algunos casos), pero no me queda clara la función de los que somos espectadores simplemente. No puedo discernir si nos corresponde quejarnos con las autoridades por la falta de apoyos, o carecemos de empatía con los deportistas mexicanos porque muchos de ellos se quedaron a nada de conseguir una medalla olímpica.

En cualquier caso, creo que lo más importante de todo es dejar de buscar culpables o responsables. Cada uno de nosotros somos responsables por nuestro propio destino y nuestros triunfos y fracasos. Y en conjunto, hacemos los triunfos o fracasos del país. Pero en cualquier sentido, si ganamos o perdemos, lo que estamos viendo es el efecto del pasado y de nuestras acciones anteriores, puesto que –como en las olimpiadas– todo aquello que hacemos requiere preparación, esfuerzo, constancia y disciplina. Por ende, ganar no es cuestión inmediata (como tampoco lo es perder). Casi siempre ello son una serie de acciones sucesivas cuyas consecuencias se manifiestan en un determinado momento. Y no es fácil verlo así.

La tentación de creer que tenemos “mala suerte” o que las cosas no están saliendo como deberían, me parece que es un consuelo falso (en el que yo también me incluyo). Quiero terminar comentando la genialidad del anuncio de Michael Phelps de una marca de artículos deportivos: son aquellas cosas que –durante años– hacemos en la oscuridad (cuando la gente no nos está viendo) lo que nos pone en la luz (cuando la gente ve que triunfamos). Si queremos triunfar, tenemos que construirlo con años de anticipación (y no solo se aplica para los Juegos Olímpicos). www.federicoling.com y @fedeling

*Maestro en Análisis Político y Medios de Información