/ sábado 26 de agosto de 2017

Terrorismo contra delincuencia impune

Europa sufre la gota gorda. La nueva modalidad de los atentados terroristas (vehículos embisten a personas) provoca cientos de muertos y heridos. Imposible prevenirlos: el factor sorpresa cae donde y cuando menos se espera.

El ideólogo del Estado Islámico (EI), Abu Mohamed Al Adnani, descubre la “original técnica” y desde su invención, los conocidos como de “low cost” (Bajo costo, en tanto se prescinde del uso de armamento y explosivos), se multiplican en el Viejo Continente (Niza, Estocolmo, Berlín, París, Londres en dos ocasiones y ahora Barcelona).

La nueva fórmula ahorra la necesidad de entrenar a los yihadistas y, a través de las redes se activan “lobos solitarios” al por mayor, imbuidos por el fanatismo. Europa tiene al enemigo en casa y muchos de los adeptos al EI son nacidos en su territorio.

Los recientes golpes a Las Ramblas de Barcelona y Cambrils, surgieron de una célula encabezada por un IMAM (Especie de sacerdote musulmán), avecindado en Ripoll. El saldo fue de 15 muertos y más de 120 heridos, de distintas nacionalidades. Personas que paseaban por la avenida, hasta la que llegó la camioneta zigzagueante que provocó la tragedia.

En cuatro días se resolvió el caso. A unos los mató la policía, en un enfrentamiento; a otros los detuvieron y al autor material lo pescaron y balearon, a las 48 horas. Sin mayor aspaviento solucionaron el brutal crimen.

En forma igual actuaron las autoridades del resto de países afectados. A toda velocidad detuvieron a los culpables, o los borraron del mapa.

La respuesta de la sociedad fue determinante: La solidaridad y la unión predominaron. Jamás se cuestionan las estrategias de las fuerzas policiacas, se aplauden sus éxitos y se tiene confianza en su capacidad. Hay una colaboración incondicional de los ciudadanos, para denunciar a cualquiera que les parezca sospechoso. Están conscientes de que sus guardianes de la ley están para protegerlos y garantizarles seguridad.

¡Igual que en México! Aquí estamos libres del EI, pero infestados de bandas de narcos, secuestradores, extorsionadores, tratantes de personas, asaltantes y ladrones de toda índole.

Si sumamos el número de muertos por terrorismo, no nos llega ni a la suela del zapato. Nuestro conteo diario rebasa sus cifras y en expedientes tan sonados como el de Ayotzinapa, aparecen la impunidad y la falta de solidaridad.

La desaparición de los 43 causó desasosiego. A las primeras notas que revelaron el origen de los jóvenes (Las normales se consideran nidos de facinerosos adoctrinados), se empezaron a escuchar barbaridades de los tamaños de “se lo merecían”. Un sector lo mandó al olvido; otro, lo politizó para jalar agua a su molino.

La solidaridad, como el resto de las actitudes, es clasista, discriminatoria y fugaz. Hay quienes se ofendieron por la información del INEGI, en cuanto al trato diverso a quienes tienen rasgos autóctonos y otras características diferentes a las de los “blanquitos” (Aunque sean los menos).

Si se trata de movilizarse, a favor de una causa, solo van a quienes se les obliga, o surgen discrepancias entre los organizadores, o ¡da flojera!

Tampoco hay confianza en las autoridades, de ninguna jerarquía. A la policía se le sitúa en el escalón más bajo, de la percepción. Se le considera corrupta e incompetente.

Menos colaboración hay para denunciar. ¿Y las autoridades? Incompetentes para investigar, un gran porcentaje corrompido y sin preparación.

¿Frente común? Ni por milagro.

 

catalinanq@hotmail.com

Tuiter: @catalinanq

Europa sufre la gota gorda. La nueva modalidad de los atentados terroristas (vehículos embisten a personas) provoca cientos de muertos y heridos. Imposible prevenirlos: el factor sorpresa cae donde y cuando menos se espera.

El ideólogo del Estado Islámico (EI), Abu Mohamed Al Adnani, descubre la “original técnica” y desde su invención, los conocidos como de “low cost” (Bajo costo, en tanto se prescinde del uso de armamento y explosivos), se multiplican en el Viejo Continente (Niza, Estocolmo, Berlín, París, Londres en dos ocasiones y ahora Barcelona).

La nueva fórmula ahorra la necesidad de entrenar a los yihadistas y, a través de las redes se activan “lobos solitarios” al por mayor, imbuidos por el fanatismo. Europa tiene al enemigo en casa y muchos de los adeptos al EI son nacidos en su territorio.

Los recientes golpes a Las Ramblas de Barcelona y Cambrils, surgieron de una célula encabezada por un IMAM (Especie de sacerdote musulmán), avecindado en Ripoll. El saldo fue de 15 muertos y más de 120 heridos, de distintas nacionalidades. Personas que paseaban por la avenida, hasta la que llegó la camioneta zigzagueante que provocó la tragedia.

En cuatro días se resolvió el caso. A unos los mató la policía, en un enfrentamiento; a otros los detuvieron y al autor material lo pescaron y balearon, a las 48 horas. Sin mayor aspaviento solucionaron el brutal crimen.

En forma igual actuaron las autoridades del resto de países afectados. A toda velocidad detuvieron a los culpables, o los borraron del mapa.

La respuesta de la sociedad fue determinante: La solidaridad y la unión predominaron. Jamás se cuestionan las estrategias de las fuerzas policiacas, se aplauden sus éxitos y se tiene confianza en su capacidad. Hay una colaboración incondicional de los ciudadanos, para denunciar a cualquiera que les parezca sospechoso. Están conscientes de que sus guardianes de la ley están para protegerlos y garantizarles seguridad.

¡Igual que en México! Aquí estamos libres del EI, pero infestados de bandas de narcos, secuestradores, extorsionadores, tratantes de personas, asaltantes y ladrones de toda índole.

Si sumamos el número de muertos por terrorismo, no nos llega ni a la suela del zapato. Nuestro conteo diario rebasa sus cifras y en expedientes tan sonados como el de Ayotzinapa, aparecen la impunidad y la falta de solidaridad.

La desaparición de los 43 causó desasosiego. A las primeras notas que revelaron el origen de los jóvenes (Las normales se consideran nidos de facinerosos adoctrinados), se empezaron a escuchar barbaridades de los tamaños de “se lo merecían”. Un sector lo mandó al olvido; otro, lo politizó para jalar agua a su molino.

La solidaridad, como el resto de las actitudes, es clasista, discriminatoria y fugaz. Hay quienes se ofendieron por la información del INEGI, en cuanto al trato diverso a quienes tienen rasgos autóctonos y otras características diferentes a las de los “blanquitos” (Aunque sean los menos).

Si se trata de movilizarse, a favor de una causa, solo van a quienes se les obliga, o surgen discrepancias entre los organizadores, o ¡da flojera!

Tampoco hay confianza en las autoridades, de ninguna jerarquía. A la policía se le sitúa en el escalón más bajo, de la percepción. Se le considera corrupta e incompetente.

Menos colaboración hay para denunciar. ¿Y las autoridades? Incompetentes para investigar, un gran porcentaje corrompido y sin preparación.

¿Frente común? Ni por milagro.

 

catalinanq@hotmail.com

Tuiter: @catalinanq