/ miércoles 7 de octubre de 2015

Tres amenazas a las candidaturas independientes / José Roberto Ruiz Saldaña

En nuestra difícil y lenta transición a la democracia, la figura de las candidaturas independientes puede contribuir -según su utilización o resultado- a consolidar aquella o a profundizar su crisis. Tres amenazas a tales tipos de candidaturas se han hecho ya presentes y cada uno de sus desenlaces marcará el camino, en gran medida, de la democracia que estamos construyendo.

La primera amenaza a las candidaturas independientes, sobre todo, en el ámbito local, ha sido el establecimiento de requisitos excesivos para poder aspirar por esa vía. Quizá la disposición más criticable, desproporcionada y que hace casi inviable participar como independiente, es la emitida en el Estado de Puebla, donde se exige que los ciudadanos que decidan manifestar su respaldo a un determinado aspirante a candidato independiente, deberán comparecer personalmente con copia y original de su credencial para votar vigente ante los funcionarios electorales en los inmuebles destinados para ello.

Por supuesto, una logística de miles de personas que deban ir a comparecer para manifestar que apoyan a un aspirante es inaceptable. En varios estados hubo prácticamente competencias para ver dónde se establecían los requisitos legales más desproporcionados.

La segunda amenaza a las candidaturas independientes es la utilización de esa figura, por parte de antidemócratas, para impulsar candidatos por esa vía dedicados únicamente a restar votos a sus oponentes políticos. Se trata de un uso mezquino de los derechos a ser votado y votar. Lo que importa no es ampliar los derechos de los mexicanos, sino el cálculo y la frialdad de la mala política.

La tercera amenaza a las candidaturas independientes será el mal trabajo de los gobernantes electos por esa vía. Los críticos o escépticos de aquellas aprovecharán no solo para criticar en concreto al gobernante surgido como independiente que dé malos resultados, sino para descalificar esa figura.

Frente a estas tres amenazas a las candidaturas independientes, me parece, solo es posible una ciudadanía consciente, participativa, informada y crítica, que sea capaz de tres cosas: de movilizarse a fin que las legislaciones contemplen requisitos razonables, de distinguir los genuinos de los farsantes candidatos independientes y consciente que los buenos gobernantes no caen del cielo sino que es preciso controlarlos permanentemente.

El gran problema, al final del día, es esa falta de cuna política en materia de construcción de ciudadanía que pudiera servir para sacar lo mejor de la figura de las candidaturas independientes, así como esa anticultura política que ha distorsionado las instituciones democráticas y negado, en la vía de los hechos, las reformas políticas y electorales. Consejero electoral del INE

@Jose_Roberto77

joseroberto.ruiz@ine.mx

En nuestra difícil y lenta transición a la democracia, la figura de las candidaturas independientes puede contribuir -según su utilización o resultado- a consolidar aquella o a profundizar su crisis. Tres amenazas a tales tipos de candidaturas se han hecho ya presentes y cada uno de sus desenlaces marcará el camino, en gran medida, de la democracia que estamos construyendo.

La primera amenaza a las candidaturas independientes, sobre todo, en el ámbito local, ha sido el establecimiento de requisitos excesivos para poder aspirar por esa vía. Quizá la disposición más criticable, desproporcionada y que hace casi inviable participar como independiente, es la emitida en el Estado de Puebla, donde se exige que los ciudadanos que decidan manifestar su respaldo a un determinado aspirante a candidato independiente, deberán comparecer personalmente con copia y original de su credencial para votar vigente ante los funcionarios electorales en los inmuebles destinados para ello.

Por supuesto, una logística de miles de personas que deban ir a comparecer para manifestar que apoyan a un aspirante es inaceptable. En varios estados hubo prácticamente competencias para ver dónde se establecían los requisitos legales más desproporcionados.

La segunda amenaza a las candidaturas independientes es la utilización de esa figura, por parte de antidemócratas, para impulsar candidatos por esa vía dedicados únicamente a restar votos a sus oponentes políticos. Se trata de un uso mezquino de los derechos a ser votado y votar. Lo que importa no es ampliar los derechos de los mexicanos, sino el cálculo y la frialdad de la mala política.

La tercera amenaza a las candidaturas independientes será el mal trabajo de los gobernantes electos por esa vía. Los críticos o escépticos de aquellas aprovecharán no solo para criticar en concreto al gobernante surgido como independiente que dé malos resultados, sino para descalificar esa figura.

Frente a estas tres amenazas a las candidaturas independientes, me parece, solo es posible una ciudadanía consciente, participativa, informada y crítica, que sea capaz de tres cosas: de movilizarse a fin que las legislaciones contemplen requisitos razonables, de distinguir los genuinos de los farsantes candidatos independientes y consciente que los buenos gobernantes no caen del cielo sino que es preciso controlarlos permanentemente.

El gran problema, al final del día, es esa falta de cuna política en materia de construcción de ciudadanía que pudiera servir para sacar lo mejor de la figura de las candidaturas independientes, así como esa anticultura política que ha distorsionado las instituciones democráticas y negado, en la vía de los hechos, las reformas políticas y electorales. Consejero electoral del INE

@Jose_Roberto77

joseroberto.ruiz@ine.mx

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