/ domingo 21 de agosto de 2016

Un PRI crítico aliado del Presidente

A

ctualmente la realidad y la percepción sobre los asuntos políticos, la economía, los aspectos sociales, la seguridad y los problemas de México, sitúan al Gobierno con una credibilidad disminuida y por consecuencia, a un partido en el poder en una encrucijada similar a la del año 2000 y posiblemente con repercusiones más graves para el PRI, con relación a la sucesión presidencial de 2018 si no se atiende lo que está sucediendo.

Podría pensarse como natural, el desgaste del Gobierno y la baja popularidad de los gobernantes que en conjunto han llegado a un punto crítico, en donde es necesario sin retardo separar el papel del PRI de las acciones de Gobierno, considerando que los tiempos y la naturaleza de ambos resultan diferentes; pero sobretodo porque tienen que generarse ya, elementos de transformación en el partido que le permitan convencer, recuperar la credibilidad y competir en las elecciones de 2018.

Desde el punto de vista del partido, no hay tiempo para el discurso solidario con los integrantes del Gobierno, que están propiciando el cuestionamiento social y que son peligrosamente quienes están defraudando al presidente Enrique Peña Nieto y que al mismo tiempo, se les puede señalar como actores que no pueden contribuir a las exigencias del Gobierno y a una nueva etapa del PRI con miras al futuro.

Por un lado el presidente Peña Nieto tiene la gran responsabilidad de dirigir, atender y enfrentar los retos que tenemos como país – él mismo ha señalado que no está en un concurso de popularidad- y para ello, solo él conoce y tiene la prerrogativa para nombrar a los funcionarios que pueden con su desempeño y talento, fortalecer el funcionamiento del Gobierno.

Por otro lado, el PRI como principal fiel de la balanza y pilar del sistema político, tiene que transformarse y convertirse en un aliado crítico del Gobierno, para señalar a quienes como funcionarios, están actuando sin resultados positivos en el ejercicio de su responsabilidad. Ya que si la percepción social continua siendo negativa para el Gobierno, el PRI enfrentará un escenario adverso y los aspirantes presidenciales y quien resulte candidato no pueden ignorar esta realidad y debe ser motivo de preocupación y ocupación inmediata.

El partido tiene que iniciar los trabajos para elaborar una plataforma convincente y la inclusión de actores políticos que respondan a liderazgos sociales legítimos y a una visión legislativa que represente las aspiraciones sociales más demandadas, no olvidar ni menospreciar los votos en las entidades donde el partido es oposición y fortalecer las estructuras que tradicionalmente trabajan en época electoral.

El Presidente, la dirigencia del partido, los aspirantes, los líderes de las Cámaras y la estructura del partido, no pueden darse el lujo de un mayor desgaste y desprestigio. La oposición está desde ahora actuando sin moral, sin memoria, sin honor o dignidad con tal de obtener a costa de sus críticas mayor atención, aceptación y emprender una estrategia que les dé mejores resultados electorales.

Esta ofensiva opositora, claramente busca también lograr mayor número de gubernaturas y sin duda más curules en las legislaturas del Senado y la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, es decir, disminuir al PRI a la máxima expresión posible.

Con las experiencias de los años 2000 y 2006, el PRI tiene que construir una alianza interior de forma inmediata y hacer trabajar a su estructura territorial nacional, porque de otra forma, las consecuencias pueden ser dramáticas considerando que se ha llegado a caer a la tercera fuerza electoral como en 2006.

El PRI tiene que responder y respaldar al presidente Peña con un proyecto reformador, incluyente y crítico, ya que de nada servirá un partido inmóvil disciplinado a ultranza y solo contestatario. El PRI debe activar sus bases, incluir jóvenes y debatir en todo el país. Ganar convenciendo desde ahora con un proyecto que recupere la vocación social del partido y con una estrategia de comunicación innovadora y agresiva.

La voz del PRI debe ser propositiva, fuerte, convincente y crítica. Ignorar las dificultades nos volvería cómplices del fracaso.

Al tiempo

* Exlegislador

jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx

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ctualmente la realidad y la percepción sobre los asuntos políticos, la economía, los aspectos sociales, la seguridad y los problemas de México, sitúan al Gobierno con una credibilidad disminuida y por consecuencia, a un partido en el poder en una encrucijada similar a la del año 2000 y posiblemente con repercusiones más graves para el PRI, con relación a la sucesión presidencial de 2018 si no se atiende lo que está sucediendo.

Podría pensarse como natural, el desgaste del Gobierno y la baja popularidad de los gobernantes que en conjunto han llegado a un punto crítico, en donde es necesario sin retardo separar el papel del PRI de las acciones de Gobierno, considerando que los tiempos y la naturaleza de ambos resultan diferentes; pero sobretodo porque tienen que generarse ya, elementos de transformación en el partido que le permitan convencer, recuperar la credibilidad y competir en las elecciones de 2018.

Desde el punto de vista del partido, no hay tiempo para el discurso solidario con los integrantes del Gobierno, que están propiciando el cuestionamiento social y que son peligrosamente quienes están defraudando al presidente Enrique Peña Nieto y que al mismo tiempo, se les puede señalar como actores que no pueden contribuir a las exigencias del Gobierno y a una nueva etapa del PRI con miras al futuro.

Por un lado el presidente Peña Nieto tiene la gran responsabilidad de dirigir, atender y enfrentar los retos que tenemos como país – él mismo ha señalado que no está en un concurso de popularidad- y para ello, solo él conoce y tiene la prerrogativa para nombrar a los funcionarios que pueden con su desempeño y talento, fortalecer el funcionamiento del Gobierno.

Por otro lado, el PRI como principal fiel de la balanza y pilar del sistema político, tiene que transformarse y convertirse en un aliado crítico del Gobierno, para señalar a quienes como funcionarios, están actuando sin resultados positivos en el ejercicio de su responsabilidad. Ya que si la percepción social continua siendo negativa para el Gobierno, el PRI enfrentará un escenario adverso y los aspirantes presidenciales y quien resulte candidato no pueden ignorar esta realidad y debe ser motivo de preocupación y ocupación inmediata.

El partido tiene que iniciar los trabajos para elaborar una plataforma convincente y la inclusión de actores políticos que respondan a liderazgos sociales legítimos y a una visión legislativa que represente las aspiraciones sociales más demandadas, no olvidar ni menospreciar los votos en las entidades donde el partido es oposición y fortalecer las estructuras que tradicionalmente trabajan en época electoral.

El Presidente, la dirigencia del partido, los aspirantes, los líderes de las Cámaras y la estructura del partido, no pueden darse el lujo de un mayor desgaste y desprestigio. La oposición está desde ahora actuando sin moral, sin memoria, sin honor o dignidad con tal de obtener a costa de sus críticas mayor atención, aceptación y emprender una estrategia que les dé mejores resultados electorales.

Esta ofensiva opositora, claramente busca también lograr mayor número de gubernaturas y sin duda más curules en las legislaturas del Senado y la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, es decir, disminuir al PRI a la máxima expresión posible.

Con las experiencias de los años 2000 y 2006, el PRI tiene que construir una alianza interior de forma inmediata y hacer trabajar a su estructura territorial nacional, porque de otra forma, las consecuencias pueden ser dramáticas considerando que se ha llegado a caer a la tercera fuerza electoral como en 2006.

El PRI tiene que responder y respaldar al presidente Peña con un proyecto reformador, incluyente y crítico, ya que de nada servirá un partido inmóvil disciplinado a ultranza y solo contestatario. El PRI debe activar sus bases, incluir jóvenes y debatir en todo el país. Ganar convenciendo desde ahora con un proyecto que recupere la vocación social del partido y con una estrategia de comunicación innovadora y agresiva.

La voz del PRI debe ser propositiva, fuerte, convincente y crítica. Ignorar las dificultades nos volvería cómplices del fracaso.

Al tiempo

* Exlegislador

jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx