/ domingo 11 de octubre de 2015

Velázquez de visita en Holanda / Ma. Esther Estrada M.A.

ÁMSTERDAM, Holanda. (OEM-Informex).- Diego Velázquez (1590-1660), uno de los más importantes pintores españoles y contemporáneo de Rembrandt (1606-1669), nunca puso un pie en los Países Bajos. Al paso de los siglos, aquí se le ha reconocido su valía, pero desafortunadamente ningún museo neerlandés cuenta con pinturas suyas. Esto motivó a los responsables de la Galería Príncipe Guillermo V, ubicada en La Haya (que depende del Museo Mauritshuis) a traer temporalmente una obra suya propiedad del Museo del Prado (Madrid).

“Retrato de Don Diego de Acedo” (1638-40) no es un retrato cualquiera. Nos presenta a un enano que no solo trabajó en el palacio del rey Felipe IV como bufón, sino que ejerció también otros oficios como el de correo real y oficial de la estampilla. Entre la gente pequeña no era común tener responsabilidades más allá de hacer reír a los adultos o de jugar con los infantes. En este caso sus tareas justificaron la presencia del libro que sostiene abierto sobre sus piernas, así como de la pluma y el tintero que están frente a él y que forman una naturaleza muerta en sí mismos.

Al mirarlo de cerca impresiona la maestría con que Velázquez usó distintos tonos de negro para dar textura a su traje (cuya tela tiene perfiles de rombos), a las botas, al lazo de sus calzas y al sombrero que porta ladeado sobre su cabeza.

Se encuentra sentado sobre una piedra y al fondo el paisaje es montañoso. Tal vez el mismo que rodeaba el pabellón de caza del rey llamado Torre de la Parada ubicado en la Sierra de Guadarrama, a las afueras de Madrid y donde se supone colgó originalmente. Para este pequeño palacete, el rey Felipe IV le comisionó a Rubens más de 60 escenas mitológicas, a Frans Snijders y Paul de Vos algunas pinturas de animales y 11 óleos a Velázquez, entre ellos “Retrato de Felipe IV como cazador” y cuatro retratos de enanos, el de don Diego de Acedo incluido.

En el fondo de esta obra se advierten una serie de trazos verticales, resultado de la limpieza del pincel en el propio lienzo. Según Araine van Suchtelen, curadora del Mauritshuis, originalmente estuvieron cubiertos por una capa de pintura que al paso del tiempo se ha vuelto transparente y por eso ahora los vemos, no es que no esté terminada. El artista

Diego Velázquez realizó su aprendizaje en Sevilla en el taller de Francisco Pacheco (1564-1644), con cuya hija Juana se casó en 1617. Muy joven pintó algunas obras con temas religiosos y otras con escenas de la vida diaria con un realismo inusual y pronunciado efecto de claroscuro. Su reputación llegó a oídos del conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, quien en 1623 lo invitó a Madrid para que pintara un retrato del rey. Tanto le gustó la obra al soberano que lo nombró pintor de corte, dedicándose (aunque no exclusivamente) a retratar a diversos miembros de la familia real tanto a pie como a caballo, y a realizar obras para decorar los palacios reales.

Velázquez viajó dos veces a Italia. La primera (1629-1631) fue debido a una sugerencia de Rubens, quien estuvo una temporada en la corte de Madrid, le permitió conocer de primera mano las obras de artistas tan importantes como Miguel Ángel y Rafael, así como de su contemporáneo Bernini. La segunda (1648-1651) fue por encargo del rey para comprarle pinturas y esculturas antiguas, pero él aprovechó también para familiarizarse más con el arte italiano. Su mayor logro fue que el papa Inocencio X le permitiera hacerle un retrato, favor concedido a muy pocos extranjeros.

Este artista, que además ejerció otros puestos en la corte, no se limitó a los retratos. También incursionó en la pintura histórica y mitológica, así como en obras de temática cotidiana. Solo se le conoce un desnudo femenino.

Velázquez está considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española de todos los tiempos. Galería Príncipe Guillermo V

Es realmente una pequeña joya escondida en La Haya. Fue construida en 1774 por el estatúder príncipe Guillermo V de Oranje-Nassau a fin de exhibir sus pinturas al más puro estilo de ese tiempo: colgadas de piso a techo, de forma simétrica, para impresionar a los visitantes con el tamaño y calidad de su acervo. En su momento la galería acogió 200 óleos y se abría tres días a la semana unas cuantas horas, lo que la convirtió en la primera colección de arte accesible para el público en los Países Bajos.

Tras una reciente restauración, de sus muros recubiertos con telas de seda hoy cuelgan más de 150 óleos (incluyendo Jan Steen, Rubens y Paulus Potter) iluminados por grandes lámparas de cristal. Es como viajar al siglo XVIII. ¡Impresionante!

Cada otoño, aquí, se expone una obra maestra internacional. El primer invitado fue Caravaggio, lo siguió Tiziano y en este momento es Velázquez. Retrato de don Diego de Acedo estará aquí hasta el 29 de noviembre.

Para mayor información: www.mauritshuis.nl/en/discover/prince-william-v-gallery/ Cualquier comentario relacionado con este artículo, favor de dirigirlo a mestrada@elsoldemexico.com.mx

ÁMSTERDAM, Holanda. (OEM-Informex).- Diego Velázquez (1590-1660), uno de los más importantes pintores españoles y contemporáneo de Rembrandt (1606-1669), nunca puso un pie en los Países Bajos. Al paso de los siglos, aquí se le ha reconocido su valía, pero desafortunadamente ningún museo neerlandés cuenta con pinturas suyas. Esto motivó a los responsables de la Galería Príncipe Guillermo V, ubicada en La Haya (que depende del Museo Mauritshuis) a traer temporalmente una obra suya propiedad del Museo del Prado (Madrid).

“Retrato de Don Diego de Acedo” (1638-40) no es un retrato cualquiera. Nos presenta a un enano que no solo trabajó en el palacio del rey Felipe IV como bufón, sino que ejerció también otros oficios como el de correo real y oficial de la estampilla. Entre la gente pequeña no era común tener responsabilidades más allá de hacer reír a los adultos o de jugar con los infantes. En este caso sus tareas justificaron la presencia del libro que sostiene abierto sobre sus piernas, así como de la pluma y el tintero que están frente a él y que forman una naturaleza muerta en sí mismos.

Al mirarlo de cerca impresiona la maestría con que Velázquez usó distintos tonos de negro para dar textura a su traje (cuya tela tiene perfiles de rombos), a las botas, al lazo de sus calzas y al sombrero que porta ladeado sobre su cabeza.

Se encuentra sentado sobre una piedra y al fondo el paisaje es montañoso. Tal vez el mismo que rodeaba el pabellón de caza del rey llamado Torre de la Parada ubicado en la Sierra de Guadarrama, a las afueras de Madrid y donde se supone colgó originalmente. Para este pequeño palacete, el rey Felipe IV le comisionó a Rubens más de 60 escenas mitológicas, a Frans Snijders y Paul de Vos algunas pinturas de animales y 11 óleos a Velázquez, entre ellos “Retrato de Felipe IV como cazador” y cuatro retratos de enanos, el de don Diego de Acedo incluido.

En el fondo de esta obra se advierten una serie de trazos verticales, resultado de la limpieza del pincel en el propio lienzo. Según Araine van Suchtelen, curadora del Mauritshuis, originalmente estuvieron cubiertos por una capa de pintura que al paso del tiempo se ha vuelto transparente y por eso ahora los vemos, no es que no esté terminada. El artista

Diego Velázquez realizó su aprendizaje en Sevilla en el taller de Francisco Pacheco (1564-1644), con cuya hija Juana se casó en 1617. Muy joven pintó algunas obras con temas religiosos y otras con escenas de la vida diaria con un realismo inusual y pronunciado efecto de claroscuro. Su reputación llegó a oídos del conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, quien en 1623 lo invitó a Madrid para que pintara un retrato del rey. Tanto le gustó la obra al soberano que lo nombró pintor de corte, dedicándose (aunque no exclusivamente) a retratar a diversos miembros de la familia real tanto a pie como a caballo, y a realizar obras para decorar los palacios reales.

Velázquez viajó dos veces a Italia. La primera (1629-1631) fue debido a una sugerencia de Rubens, quien estuvo una temporada en la corte de Madrid, le permitió conocer de primera mano las obras de artistas tan importantes como Miguel Ángel y Rafael, así como de su contemporáneo Bernini. La segunda (1648-1651) fue por encargo del rey para comprarle pinturas y esculturas antiguas, pero él aprovechó también para familiarizarse más con el arte italiano. Su mayor logro fue que el papa Inocencio X le permitiera hacerle un retrato, favor concedido a muy pocos extranjeros.

Este artista, que además ejerció otros puestos en la corte, no se limitó a los retratos. También incursionó en la pintura histórica y mitológica, así como en obras de temática cotidiana. Solo se le conoce un desnudo femenino.

Velázquez está considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española de todos los tiempos. Galería Príncipe Guillermo V

Es realmente una pequeña joya escondida en La Haya. Fue construida en 1774 por el estatúder príncipe Guillermo V de Oranje-Nassau a fin de exhibir sus pinturas al más puro estilo de ese tiempo: colgadas de piso a techo, de forma simétrica, para impresionar a los visitantes con el tamaño y calidad de su acervo. En su momento la galería acogió 200 óleos y se abría tres días a la semana unas cuantas horas, lo que la convirtió en la primera colección de arte accesible para el público en los Países Bajos.

Tras una reciente restauración, de sus muros recubiertos con telas de seda hoy cuelgan más de 150 óleos (incluyendo Jan Steen, Rubens y Paulus Potter) iluminados por grandes lámparas de cristal. Es como viajar al siglo XVIII. ¡Impresionante!

Cada otoño, aquí, se expone una obra maestra internacional. El primer invitado fue Caravaggio, lo siguió Tiziano y en este momento es Velázquez. Retrato de don Diego de Acedo estará aquí hasta el 29 de noviembre.

Para mayor información: www.mauritshuis.nl/en/discover/prince-william-v-gallery/ Cualquier comentario relacionado con este artículo, favor de dirigirlo a mestrada@elsoldemexico.com.mx