/ viernes 2 de julio de 2021

A 3 años de la Cuarta Transformación

Que no se confunda la legítima aspiración para superarnos como hijos del pueblo. Los que hemos tenido la oportunidad de estudiar en escuelas públicas o privadas, ser profesionistas e incluso académicos, somos millones también, nos hemos ganado la vida trabajando arduamente desde muy jóvenes. Deseamos y luchamos para que la mayoría de los mexicanos tengan la posibilidad de ejercer esos derechos constitucionales, que todas las mujeres y los hombres, las niñas y los niños, puedan desarrollarse en igualdad de condiciones, es un anhelo de los que nos llamamos progresistas, patriotas, apóstoles de la Cuarta Transformación.

En últimas fechas se ha escuchado el término aspiracionista, como algo despectivo, pero nada tiene que nada tiene que ver con lo señalado en el párrafo anterior; se refiere más bien, al que cree ser un “pequeño burgués” sin tener esa calidad, el que considera pertenecer a otro estatus socio económico cuando su origen o realidad es popular o de menor escala, es una forma de fantasía social donde por un efecto de sentido de pertenencia de manera desesperada desconoce sus orígenes; se les identifica en la forma de actuar, de hablar, de vestir y hasta de pensar. Un aspiracionista no es en términos de lenguaje español un acto de superación, sino de aporofobia que es el odio o repulsión a la pobreza, sobre todo si el origen del actor es ese precisamente. Lo que en otros países se le conoce en inglés como wannabe.

La clase media mexicana de donde provenimos, no es la más numerosa del país, por el contrario hay más 70 millones de pobres, de un total de 128 millones. Por ello tendríamos que ser los responsables en sumar esfuerzos para que las medidas que hoy se impulsan en el país sean más amplias para toda la nación. Precisamente porque hemos tenido más oportunidades que el resto de compatriotas. Sin duda, la crítica y la pluralidad nos han nutrido más, pero no podemos caer ante quienes ya desgobernaron el país durante décadas, devastaron varios sistemas públicos hasta la ruina como el de salud, educación, seguridad, agricultura, cultura, entre otros. Considerar que en tres años de gobierno se reviertan 36 años de neoliberalismo es inconsecuente e injusto y más aún cuando en décadas se guardó silencio sepulcral.

Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador, presentó un informe de los primeros 3 años de su gestión al frente del Gobierno de México, un mensaje con alto contenido político y lleno de lo primordial: amor al prójimo como eje fundamental. Política humanista y social por encima de cualquier otra prioridad.

Los resultados electorales donde MORENA arrasó en las preferencias a nivel nacional son el reflejo de una percepción convertida en realidad, el pueblo ha sabido identificar con plenitud que los discursos de campaña se han cristalizado en los programas sociales para adultos mayores, ahora desde los 65 años; apoyos económicos para los jóvenes estudiantes y quienes se capacitan para el trabajo, la construcción de caminos en los lugares más marginados del país, la recuperación de espacios públicos, la reconstrucción del tejido social en amplios territorios para contribuir a la pacificación, la consolidación de la Guardia Nacional, la gobernabilidad y los muy buenos resultados de la campaña de vacunación masiva contra el COVID 19. El presidente goza de un gran respaldo popular a nivel nacional. Faltan 3 años más del primer gobierno transformador de México, sin duda, falta mucho por hacer, pero el impulso se avizora de largo aliento.

Que no se confunda la legítima aspiración para superarnos como hijos del pueblo. Los que hemos tenido la oportunidad de estudiar en escuelas públicas o privadas, ser profesionistas e incluso académicos, somos millones también, nos hemos ganado la vida trabajando arduamente desde muy jóvenes. Deseamos y luchamos para que la mayoría de los mexicanos tengan la posibilidad de ejercer esos derechos constitucionales, que todas las mujeres y los hombres, las niñas y los niños, puedan desarrollarse en igualdad de condiciones, es un anhelo de los que nos llamamos progresistas, patriotas, apóstoles de la Cuarta Transformación.

En últimas fechas se ha escuchado el término aspiracionista, como algo despectivo, pero nada tiene que nada tiene que ver con lo señalado en el párrafo anterior; se refiere más bien, al que cree ser un “pequeño burgués” sin tener esa calidad, el que considera pertenecer a otro estatus socio económico cuando su origen o realidad es popular o de menor escala, es una forma de fantasía social donde por un efecto de sentido de pertenencia de manera desesperada desconoce sus orígenes; se les identifica en la forma de actuar, de hablar, de vestir y hasta de pensar. Un aspiracionista no es en términos de lenguaje español un acto de superación, sino de aporofobia que es el odio o repulsión a la pobreza, sobre todo si el origen del actor es ese precisamente. Lo que en otros países se le conoce en inglés como wannabe.

La clase media mexicana de donde provenimos, no es la más numerosa del país, por el contrario hay más 70 millones de pobres, de un total de 128 millones. Por ello tendríamos que ser los responsables en sumar esfuerzos para que las medidas que hoy se impulsan en el país sean más amplias para toda la nación. Precisamente porque hemos tenido más oportunidades que el resto de compatriotas. Sin duda, la crítica y la pluralidad nos han nutrido más, pero no podemos caer ante quienes ya desgobernaron el país durante décadas, devastaron varios sistemas públicos hasta la ruina como el de salud, educación, seguridad, agricultura, cultura, entre otros. Considerar que en tres años de gobierno se reviertan 36 años de neoliberalismo es inconsecuente e injusto y más aún cuando en décadas se guardó silencio sepulcral.

Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador, presentó un informe de los primeros 3 años de su gestión al frente del Gobierno de México, un mensaje con alto contenido político y lleno de lo primordial: amor al prójimo como eje fundamental. Política humanista y social por encima de cualquier otra prioridad.

Los resultados electorales donde MORENA arrasó en las preferencias a nivel nacional son el reflejo de una percepción convertida en realidad, el pueblo ha sabido identificar con plenitud que los discursos de campaña se han cristalizado en los programas sociales para adultos mayores, ahora desde los 65 años; apoyos económicos para los jóvenes estudiantes y quienes se capacitan para el trabajo, la construcción de caminos en los lugares más marginados del país, la recuperación de espacios públicos, la reconstrucción del tejido social en amplios territorios para contribuir a la pacificación, la consolidación de la Guardia Nacional, la gobernabilidad y los muy buenos resultados de la campaña de vacunación masiva contra el COVID 19. El presidente goza de un gran respaldo popular a nivel nacional. Faltan 3 años más del primer gobierno transformador de México, sin duda, falta mucho por hacer, pero el impulso se avizora de largo aliento.