/ jueves 28 de mayo de 2020

A futuro inmediato cambio de vida

En el futuro inmediato, superada la cuarentena y volviendo a la normalidad la vida, ésta ya no deberá parecer breve sino que, de acuerdo con Séneca en su célebre De Brevitate Vitae, será eterna juntando el pasado (que es cierto), el presente (que es brevísimo) y el futuro (que es dudoso); y habrá que aprovecharla en este sentido porque si lo hacemos tendremos una eternidad.

Es el propio individuo quien hace parecerla breve. El largo período del covid-19 nos debe enseñar que no aprovechar la vida, piensa Séneca, es dedicarse a asuntos que en realidad carecen de importancia.

Lo cierto es que en el tiempo propio, en el de uno, cabe una eternidad. “El tiempo que tenemos no es corto -dice Séneca-; pero perdiendo mucho de él, hacemos que lo sea, y la vida es suficientemente larga para ejecutar en ella cosas grandes, si la empleáremos bien”.

Y cito esto de Séneca, que me parece de una gran profundidad: “dijo el mayor de los poetas (probablemente Ovidio): “pequeña parte de vida es lo que vivimos”; porque lo demás es espacio, y no vida, sino tiempo”. Tiempo sin fin, vida de verdad, eternidad.

O sea, que la vida es intemporal. Por lo que Séneca critica el estilo de vida que consiste en reverenciar. “Este es reverenciador de aquél -escribe-, aquél del otro, y ninguno de sí”.

Ahora bien, si llevo lo anterior a la época en que nos ha tocado vivir no hay duda de que el “reverenciador” moderno es el que en una sociedad de marcada competencia se olvida de sí mismo para adular a los demás, obteniendo beneficios, utilidades y provechos mil.

Se ignoran el “yo” tanto como la conciencia e identidad individuales. Hasta que nos ha sacudido fuertemente el covid-19. ¿Cómo? Un poco a la fuerza, y sin desconocer el impacto causado por el virus, nos hemos enfrentado a nosotros mismos. Cada quién sabrá aquí qué ha encontrado.

¿Pero cuántos se habrán encontrado a sí mismos y con qué consecuencias? La sorpresa ha sido grande lo mismo en lo personal que en lo social o colectivo. El de nuestros días es un mundo asombrado y sorprendido. Se dice que todo problema se presenta por algo, para resolverlo y obtener de ello consecuencias y conclusiones. Quizás la humanidad necesitaba lo que nos está sucediendo.

Grandes horas de recapacitación ha habido en la historia de la humanidad, y el Renacimiento fue una de ellas. Por eso pienso que en el futuro inmediato debe haber un cambio de vida, de perspectiva vital y existencial.

Ya nada será igual después de esto. Un religioso diría que se trata de un llamado de Dios para reencontrarnos extraviados en el andar de nuestra ruta, un agnóstico diría que es una simple casualidad, pero Séneca, el inmortal Séneca, nos orilla a una meditación de fondo.

Como seres sociales tenemos un trabajo. ¿Lo hemos hecho bien? ¿O hemos sacrificado lo más importante en aparente beneficio de lo que en realidad es menos importante?

El aforismo griego “Conócete a ti mismo”, inscrito en el templo de Apolo en Delfos, llevó a Sócrates a recapacitar sobre el verdadero sentido de la vida. ¿Llevamos acaso veinticinco siglos de querer conocernos más que a los demás?

Cada quien sabrá lo suyo, aunque lo suyo no debe hacernos olvidar lo propio. Y lo propio, lo específicamente propio, es un exquisito manjar del espíritu a buscar y conquistar en la etapa posterior al covid-19. Es un reto de la humanidad para cambiar nuestro estilo de vida.


@RaulCarranca

www.facebook.com/despacho.raulcarranca

En el futuro inmediato, superada la cuarentena y volviendo a la normalidad la vida, ésta ya no deberá parecer breve sino que, de acuerdo con Séneca en su célebre De Brevitate Vitae, será eterna juntando el pasado (que es cierto), el presente (que es brevísimo) y el futuro (que es dudoso); y habrá que aprovecharla en este sentido porque si lo hacemos tendremos una eternidad.

Es el propio individuo quien hace parecerla breve. El largo período del covid-19 nos debe enseñar que no aprovechar la vida, piensa Séneca, es dedicarse a asuntos que en realidad carecen de importancia.

Lo cierto es que en el tiempo propio, en el de uno, cabe una eternidad. “El tiempo que tenemos no es corto -dice Séneca-; pero perdiendo mucho de él, hacemos que lo sea, y la vida es suficientemente larga para ejecutar en ella cosas grandes, si la empleáremos bien”.

Y cito esto de Séneca, que me parece de una gran profundidad: “dijo el mayor de los poetas (probablemente Ovidio): “pequeña parte de vida es lo que vivimos”; porque lo demás es espacio, y no vida, sino tiempo”. Tiempo sin fin, vida de verdad, eternidad.

O sea, que la vida es intemporal. Por lo que Séneca critica el estilo de vida que consiste en reverenciar. “Este es reverenciador de aquél -escribe-, aquél del otro, y ninguno de sí”.

Ahora bien, si llevo lo anterior a la época en que nos ha tocado vivir no hay duda de que el “reverenciador” moderno es el que en una sociedad de marcada competencia se olvida de sí mismo para adular a los demás, obteniendo beneficios, utilidades y provechos mil.

Se ignoran el “yo” tanto como la conciencia e identidad individuales. Hasta que nos ha sacudido fuertemente el covid-19. ¿Cómo? Un poco a la fuerza, y sin desconocer el impacto causado por el virus, nos hemos enfrentado a nosotros mismos. Cada quién sabrá aquí qué ha encontrado.

¿Pero cuántos se habrán encontrado a sí mismos y con qué consecuencias? La sorpresa ha sido grande lo mismo en lo personal que en lo social o colectivo. El de nuestros días es un mundo asombrado y sorprendido. Se dice que todo problema se presenta por algo, para resolverlo y obtener de ello consecuencias y conclusiones. Quizás la humanidad necesitaba lo que nos está sucediendo.

Grandes horas de recapacitación ha habido en la historia de la humanidad, y el Renacimiento fue una de ellas. Por eso pienso que en el futuro inmediato debe haber un cambio de vida, de perspectiva vital y existencial.

Ya nada será igual después de esto. Un religioso diría que se trata de un llamado de Dios para reencontrarnos extraviados en el andar de nuestra ruta, un agnóstico diría que es una simple casualidad, pero Séneca, el inmortal Séneca, nos orilla a una meditación de fondo.

Como seres sociales tenemos un trabajo. ¿Lo hemos hecho bien? ¿O hemos sacrificado lo más importante en aparente beneficio de lo que en realidad es menos importante?

El aforismo griego “Conócete a ti mismo”, inscrito en el templo de Apolo en Delfos, llevó a Sócrates a recapacitar sobre el verdadero sentido de la vida. ¿Llevamos acaso veinticinco siglos de querer conocernos más que a los demás?

Cada quien sabrá lo suyo, aunque lo suyo no debe hacernos olvidar lo propio. Y lo propio, lo específicamente propio, es un exquisito manjar del espíritu a buscar y conquistar en la etapa posterior al covid-19. Es un reto de la humanidad para cambiar nuestro estilo de vida.


@RaulCarranca

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