/ viernes 8 de noviembre de 2019

A la sombra | Ricardo Monreal

Bien y de buenas se le vio ayer al presidente Andrés Manuel López Obrador en la 60 reunión anual de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), que es uno de los pocos organismos empresariales que se puede preciar de haber contado siempre con la presencia del tabasqueño, tanto como candidato como ahora Jefe del Ejecutivo. En su breve discurso les dijo a los industriales lo que querían oír… bueno, una parte, en el sentido de que los tiempos oficiales ya no tienen mucha razón de ser, y se comprometió a revisarlos a la baja. Tampoco abordó el tema del impuesto a las plataformas de streaming, que es demanda de radiodifusores y cableros.

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López Obrador no se quedó a comer en la CIRT después de su discurso porque en Palacio Nacional sostuvo una reunión para ver los avances del Tren Maya. Dicen los que saben que el empresario Carlos Slim está entusiasmado por invertir en la región sur-sureste, pero la única condición que pone es que no haya conflictos sociales. Y esa fue la tónica de algunos empresarios en la reunión con el Presidente, ya que por la zona donde pasará el tren se verán afectadas comunidades del EZLN.

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Aunque el índice de impunidad para resolver crímenes contra periodistas mexicanos sigue siendo de más del 90 por ciento, ayer se anunció que fue detenido en Tabasco el autor material del homicidio del periodista Juan Carlos Huerta Gutiérrez. El titular de la Fiscalía del Estado de Tabasco dio a conocer que según sus investigaciones el móvil del crimen no tenía que ver ni con delincuencia organizada ni con su oficio de comunicador. No está mal que se haga justicia, pero este pírrico logro contrastó con todo lo mal que se habló sobre la justicia mexicana, la mañana de ayer mismo en el seminario “Fortalecimiento de la cooperación regional para poner fin a la impunidad de los crímenes y ataques contra periodistas en América Latina”, que se celebró en la ciudad de México, con motivo del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas.

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Dicen que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Eso viene a cuento por el desastre que armaron ayer los ediles de varias entidades del país, que entraron a la fuerza y rompiendo cristales del edificio A de la Cámara de Diputados, para exigir acuerdos con los legisladores en materia de presupuesto para el próximo año. Y el encargado de recibirlos fue nada más y nada menos que el diputado Alfonso Ramírez Cuellar, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, quien los llamó al diálogo y la concertación pacífica.

Lo paradójico del asunto es que no son pocos los que recuerdan los zafarranchos que organizaba el mismo Ramírez Cuéllar en San Lázaro, cuando era una de las cabezas del movimiento El Barzón, de deudores de la banca, allá por la década de los 90 del siglo pasado, y hasta vidrios rompían con incursiones violentas y a caballo al mismo edificio donde ayer él pidió orden y civilidad. Cómo cambian los tiempos, ¿no?

Bien y de buenas se le vio ayer al presidente Andrés Manuel López Obrador en la 60 reunión anual de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), que es uno de los pocos organismos empresariales que se puede preciar de haber contado siempre con la presencia del tabasqueño, tanto como candidato como ahora Jefe del Ejecutivo. En su breve discurso les dijo a los industriales lo que querían oír… bueno, una parte, en el sentido de que los tiempos oficiales ya no tienen mucha razón de ser, y se comprometió a revisarlos a la baja. Tampoco abordó el tema del impuesto a las plataformas de streaming, que es demanda de radiodifusores y cableros.

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López Obrador no se quedó a comer en la CIRT después de su discurso porque en Palacio Nacional sostuvo una reunión para ver los avances del Tren Maya. Dicen los que saben que el empresario Carlos Slim está entusiasmado por invertir en la región sur-sureste, pero la única condición que pone es que no haya conflictos sociales. Y esa fue la tónica de algunos empresarios en la reunión con el Presidente, ya que por la zona donde pasará el tren se verán afectadas comunidades del EZLN.

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Aunque el índice de impunidad para resolver crímenes contra periodistas mexicanos sigue siendo de más del 90 por ciento, ayer se anunció que fue detenido en Tabasco el autor material del homicidio del periodista Juan Carlos Huerta Gutiérrez. El titular de la Fiscalía del Estado de Tabasco dio a conocer que según sus investigaciones el móvil del crimen no tenía que ver ni con delincuencia organizada ni con su oficio de comunicador. No está mal que se haga justicia, pero este pírrico logro contrastó con todo lo mal que se habló sobre la justicia mexicana, la mañana de ayer mismo en el seminario “Fortalecimiento de la cooperación regional para poner fin a la impunidad de los crímenes y ataques contra periodistas en América Latina”, que se celebró en la ciudad de México, con motivo del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas.

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Dicen que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Eso viene a cuento por el desastre que armaron ayer los ediles de varias entidades del país, que entraron a la fuerza y rompiendo cristales del edificio A de la Cámara de Diputados, para exigir acuerdos con los legisladores en materia de presupuesto para el próximo año. Y el encargado de recibirlos fue nada más y nada menos que el diputado Alfonso Ramírez Cuellar, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, quien los llamó al diálogo y la concertación pacífica.

Lo paradójico del asunto es que no son pocos los que recuerdan los zafarranchos que organizaba el mismo Ramírez Cuéllar en San Lázaro, cuando era una de las cabezas del movimiento El Barzón, de deudores de la banca, allá por la década de los 90 del siglo pasado, y hasta vidrios rompían con incursiones violentas y a caballo al mismo edificio donde ayer él pidió orden y civilidad. Cómo cambian los tiempos, ¿no?