/ sábado 24 de marzo de 2018

A la vejez, ¡Viruelas!

Rancia frase que usaban las abuelas, como crítica a quien se comportaba como menor de edad. Ahora se podría decir: A la vejez, sarampión y hablamos de una posibilidad real de sufrirlo en carne propia, en vista de la epidemia que recorre Europa.

Resurge una enfermedad, contagiosa y que tiene consecuencias serias, gracias a una corriente que apareció hace unos años, ¡antivacunas! Un médico estadounidense las asoció al Autismo (Discapacidad del desarrollo que proviene por diferencias en el cerebro). Falseó estadísticas y con la ayuda de una reconocida conductora de televisión, creó un ambiente de rechazo.

Se destaparon sus marrullerías, perdió la licencia y se hizo una campaña para convencer a la sociedad, de la falsedad de su hipótesis. El daño estaba hecho y hay sectores que insisten en el rumor, acervado por charlatanes inconscientes, de lo que pueden dañar a la humanidad.

Décadas de esfuerzo, a cargo de las autoridades sanitarias, a nivel internacional y locales, para combatir esta y otras pandemias que provocaban miles de muertes. La única forma de erradicarlas fue mediante las vacunas.

Inconcebible el que, en pleno siglo XXI, cuando los avances tecnológicos y científicos son patentes, se caiga en un retroceso que puede incluso, diezmar a comunidades enteras. De la absoluta falta de ética, de quien propagó el mito –El tal “médico” lo creó para conseguir fondos para sus investigaciones-, a quienescontinúan secundándolo, a pesar de la confesión y el arrepentimiento del susodicho,se sembró la duda.

De reconocerse, lo hecho en México, para conseguir que, la mayoría de niños de este país, reciban las inoculaciones. El esfuerzo redituó la desaparición de la viruela y, desde 1990, el sarampión.

La estupidez lo regresa a Europa Central. En Estados Unidos, por la renuencia de los merolicos antivacunas, ha habido brotes, aunque se pudieron controlar.

Recién se detectaron tres enfermos en la República, por “importación” del mal. La Secretaría de Salud, de inmediato emite una alerta para quienes viajen a Europa. Advierte que hay que vacunarse 14 días antes de la salida y deberán hacerlo también, aquellos adultos a quienes no les consta que se las pusieron de niños.

Los países con mayor problema son Rumania e Italia, aunque tampoco se han librado España, Francia, Grecia, Alemania y Portugal. La Unión Europea reconoce más de 14 mil casos, con un saldo de 30 muertos.

Hacer a un lado las vacunas es un peligro para sí mismo, además de una responsabilidad -que debería incluso penalizarse-, por la afectación a los miles que podrían contagiarse.

Hay algunas sectas y creencias, que constituyen un auténtico reto para la medicina. Los Testigos de Jehová tienen prohibido transfundirse sangre, obstáculo, si se llega a necesitar una cirugía, o se tiene un accidente, que conlleva la muerte.

En Estados Unidos y en Europa, hay un respeto absoluto a la libertad de conciencia y por ello en las escuelas no se exige la vacunación. Si en un hogar se decide prescindir de la medicina tradicional y sólo se usa la alternativa, no hay poder que fuerce a que tomen una decisión contraria a lo que piensan.

Una auténtica contradicción: El mandato religioso de preservar la vida, contra la convicción de evitar las transfusiones, que podrían salvarla. Habría que aplaudir los avances médicos y apreciar a quienes, gracias a la invención de las vacunas, lograron frenar las depredadoras epidemias.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Rancia frase que usaban las abuelas, como crítica a quien se comportaba como menor de edad. Ahora se podría decir: A la vejez, sarampión y hablamos de una posibilidad real de sufrirlo en carne propia, en vista de la epidemia que recorre Europa.

Resurge una enfermedad, contagiosa y que tiene consecuencias serias, gracias a una corriente que apareció hace unos años, ¡antivacunas! Un médico estadounidense las asoció al Autismo (Discapacidad del desarrollo que proviene por diferencias en el cerebro). Falseó estadísticas y con la ayuda de una reconocida conductora de televisión, creó un ambiente de rechazo.

Se destaparon sus marrullerías, perdió la licencia y se hizo una campaña para convencer a la sociedad, de la falsedad de su hipótesis. El daño estaba hecho y hay sectores que insisten en el rumor, acervado por charlatanes inconscientes, de lo que pueden dañar a la humanidad.

Décadas de esfuerzo, a cargo de las autoridades sanitarias, a nivel internacional y locales, para combatir esta y otras pandemias que provocaban miles de muertes. La única forma de erradicarlas fue mediante las vacunas.

Inconcebible el que, en pleno siglo XXI, cuando los avances tecnológicos y científicos son patentes, se caiga en un retroceso que puede incluso, diezmar a comunidades enteras. De la absoluta falta de ética, de quien propagó el mito –El tal “médico” lo creó para conseguir fondos para sus investigaciones-, a quienescontinúan secundándolo, a pesar de la confesión y el arrepentimiento del susodicho,se sembró la duda.

De reconocerse, lo hecho en México, para conseguir que, la mayoría de niños de este país, reciban las inoculaciones. El esfuerzo redituó la desaparición de la viruela y, desde 1990, el sarampión.

La estupidez lo regresa a Europa Central. En Estados Unidos, por la renuencia de los merolicos antivacunas, ha habido brotes, aunque se pudieron controlar.

Recién se detectaron tres enfermos en la República, por “importación” del mal. La Secretaría de Salud, de inmediato emite una alerta para quienes viajen a Europa. Advierte que hay que vacunarse 14 días antes de la salida y deberán hacerlo también, aquellos adultos a quienes no les consta que se las pusieron de niños.

Los países con mayor problema son Rumania e Italia, aunque tampoco se han librado España, Francia, Grecia, Alemania y Portugal. La Unión Europea reconoce más de 14 mil casos, con un saldo de 30 muertos.

Hacer a un lado las vacunas es un peligro para sí mismo, además de una responsabilidad -que debería incluso penalizarse-, por la afectación a los miles que podrían contagiarse.

Hay algunas sectas y creencias, que constituyen un auténtico reto para la medicina. Los Testigos de Jehová tienen prohibido transfundirse sangre, obstáculo, si se llega a necesitar una cirugía, o se tiene un accidente, que conlleva la muerte.

En Estados Unidos y en Europa, hay un respeto absoluto a la libertad de conciencia y por ello en las escuelas no se exige la vacunación. Si en un hogar se decide prescindir de la medicina tradicional y sólo se usa la alternativa, no hay poder que fuerce a que tomen una decisión contraria a lo que piensan.

Una auténtica contradicción: El mandato religioso de preservar la vida, contra la convicción de evitar las transfusiones, que podrían salvarla. Habría que aplaudir los avances médicos y apreciar a quienes, gracias a la invención de las vacunas, lograron frenar las depredadoras epidemias.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq