/ domingo 11 de marzo de 2018

A partir un piñón

1.-Quienes teníamos dificultad para entender el significado de guerra comercial hemos tenido una gráfica y puntual iniciación los días pasados, con los aranceles a la importación de acero y aluminio que tripuló el chantajista. Crear el campo de batalla minado donde no hace falta; fabricar las armas –aquí en sólo en sentido figurado, no en la planta de Smith & Wesson donde le gusta-, y procurarse el mayor número de enemigos mediante una infalible maquinaria de propaganda. Luego esperar la reacción en cadena, seguir en la amenaza; hacer disparos selectivos, excluir a México y a Canadá pero encender todas las alarmas de un conflicto duradero con Asia y Europa.

2.-Tal vez sin creerlo, el mundo se tragó el juicio final que implicaba la guerra de deveras con que el amado líder de Corea del Norte y el amado líder de Estados Unidos juguetearon, echando cohetes uno, bravatas de tweet el otro desde que éste llegó al Potomac. Sin creerlo porque, en un inesperado vuelco al revés del mundo al revés, ahora que anuncian que se reunirán en algún lugar de mayo próximo, el ingenuo planeta empieza a hilar cabos. Como siempre hay un roto para un descosido, Trump y Kim Jong Un se van a entender a las mil maravillas, al grado que van a invitar de intérprete a nuestro amado líder y catequista pacificador y juntos lograrán la paz y la cordura.

3.-En qué mar perdidos andábamos los mexicanos que no captamos, cuando nuestro redentor dice que la Constitución ha sido ajustada por malhechores; cuando defiende la honorabilidad de sus candidatos a senadores, la pureza de su frase inconclusa; cuando asegura a los banqueros que no los afectará pero, sobre todo, cuando nos tranquiliza a los mexicanos con su profundo candor y dice que no se reelegirá, lo que llama es a la reconciliación y la paz, justo quien ha sembrado el encono, la discordia y la enajenación entre nosotros por veinticinco años. ¡Cómo somos ingenuos!

4.-No será que hasta Trump se enganchó cuando oyó el anuncio del partido del trabajo que llama a votar por sus candidatos y no por esos “tipejos de la política” que abusan y transan con las guarderías infantiles, que decidió mandar a su amado yerno a preguntar cómo le hacen y copiar sus estrategias para su campaña; porque a diferencia de nuestro ayatola que será autoaclamado y habrá ya ajustado la Constitución como dice arriba para evitarse los trámites del voto, el negociante de Manhattan sí piensa reelegirse, y pedirá asesoría de los dos Anaya de acá, el del extinto PAN y el del trabajo, que además es admirador y compinche del nuevo hermano del alma del suegro.

5.-Cuando se ha borrado la raya de las ideologías y se disipa el recato hacia la propia vergüenza; más allá del pudor de principio o de cualquier contención de sustento ético, parece que prevalece la moral del engaño, justo la siembra de la inquina para tomar venganza, y si se aniquila a las instituciones democráticas, mal por ellas. Y da la impresión que el proceso pasa también por encima de la suma de la razón, que ni Aristóteles ni Santo Tomás supieron explicar a fondo.


camilo@kawage.com


1.-Quienes teníamos dificultad para entender el significado de guerra comercial hemos tenido una gráfica y puntual iniciación los días pasados, con los aranceles a la importación de acero y aluminio que tripuló el chantajista. Crear el campo de batalla minado donde no hace falta; fabricar las armas –aquí en sólo en sentido figurado, no en la planta de Smith & Wesson donde le gusta-, y procurarse el mayor número de enemigos mediante una infalible maquinaria de propaganda. Luego esperar la reacción en cadena, seguir en la amenaza; hacer disparos selectivos, excluir a México y a Canadá pero encender todas las alarmas de un conflicto duradero con Asia y Europa.

2.-Tal vez sin creerlo, el mundo se tragó el juicio final que implicaba la guerra de deveras con que el amado líder de Corea del Norte y el amado líder de Estados Unidos juguetearon, echando cohetes uno, bravatas de tweet el otro desde que éste llegó al Potomac. Sin creerlo porque, en un inesperado vuelco al revés del mundo al revés, ahora que anuncian que se reunirán en algún lugar de mayo próximo, el ingenuo planeta empieza a hilar cabos. Como siempre hay un roto para un descosido, Trump y Kim Jong Un se van a entender a las mil maravillas, al grado que van a invitar de intérprete a nuestro amado líder y catequista pacificador y juntos lograrán la paz y la cordura.

3.-En qué mar perdidos andábamos los mexicanos que no captamos, cuando nuestro redentor dice que la Constitución ha sido ajustada por malhechores; cuando defiende la honorabilidad de sus candidatos a senadores, la pureza de su frase inconclusa; cuando asegura a los banqueros que no los afectará pero, sobre todo, cuando nos tranquiliza a los mexicanos con su profundo candor y dice que no se reelegirá, lo que llama es a la reconciliación y la paz, justo quien ha sembrado el encono, la discordia y la enajenación entre nosotros por veinticinco años. ¡Cómo somos ingenuos!

4.-No será que hasta Trump se enganchó cuando oyó el anuncio del partido del trabajo que llama a votar por sus candidatos y no por esos “tipejos de la política” que abusan y transan con las guarderías infantiles, que decidió mandar a su amado yerno a preguntar cómo le hacen y copiar sus estrategias para su campaña; porque a diferencia de nuestro ayatola que será autoaclamado y habrá ya ajustado la Constitución como dice arriba para evitarse los trámites del voto, el negociante de Manhattan sí piensa reelegirse, y pedirá asesoría de los dos Anaya de acá, el del extinto PAN y el del trabajo, que además es admirador y compinche del nuevo hermano del alma del suegro.

5.-Cuando se ha borrado la raya de las ideologías y se disipa el recato hacia la propia vergüenza; más allá del pudor de principio o de cualquier contención de sustento ético, parece que prevalece la moral del engaño, justo la siembra de la inquina para tomar venganza, y si se aniquila a las instituciones democráticas, mal por ellas. Y da la impresión que el proceso pasa también por encima de la suma de la razón, que ni Aristóteles ni Santo Tomás supieron explicar a fondo.


camilo@kawage.com


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