/ jueves 25 de abril de 2019

A pesar de todo

VER.- Compartía con mi pueblo natal las celebraciones propias del Viernes Santo, y todo parecía muy piadoso, muy tranquilo, cuando de pronto llegaron tres desconocidos con armas de grueso calibre y a un sobrino le arrebataron violentamente su camioneta. Esto generó un ambiente de angustia, incertidumbre y miedo. A pesar de esto, celebramos con gozo y esperanza las fiestas de la Resurrección.

Mi pueblo es básicamente agrícola, pues se cultivan flor, durazno, aguacate, chile, maíz, habas, etc. Unos trabajan en pequeños negocios, en tiendas y vendimias en la plaza. Ha sido tradicionalmente pacífico, trabajador y unido; todos son católicos. Sin embargo, de unas semanas para acá, llega de cuando en cuando un grupo de unos quince jovenzuelos, casi adolescentes, con armas de alto poder y vehículos costosos, que se pasean libre y ostentosamente en las calles, sin que nadie se atreva a preguntarles quiénes son y qué hacen, pero que han generado temor, preocupación y desconfianza hasta para salir de casa. La fe en Dios y la confianza en la Virgen de Belén, nuestra patrona, nos sostienen e impulsan.

Hay matrimonios que están en serios conflictos conyugales. Si escuchamos a uno y a otro, ambos tienen razones para quejarse. Los caracteres distintos, las incomprensiones mutuas, las faltas de atención y de respeto, los atractivos del mundo y las invitaciones de los mal llamados amigos, han generado situaciones casi insostenibles, a punto de divorcio. A pesar de todo, hay esperanza de reconciliación, no sólo por el buen consejo de terapeutas y la cercanía de las familias, sino por la oración insistente y confiada al Señor de la vida, al vencedor de la muerte y del pecado.

A pesar de tantos escándalos por los casos de pederastia clerical, que han provocado que algunos se alejen de la Iglesia, la mayoría de nuestro pueblo se mantiene fiel, las celebraciones del Triduo Pascual han sido multitudinarias, la gente sigue acercándose al sacramento de la Reconciliación sacramental, sigue habiendo vocaciones consagradas. Es la fuerza del Resucitado la que sostiene a la Iglesia, a pesar de nuestros pecados.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

VER.- Compartía con mi pueblo natal las celebraciones propias del Viernes Santo, y todo parecía muy piadoso, muy tranquilo, cuando de pronto llegaron tres desconocidos con armas de grueso calibre y a un sobrino le arrebataron violentamente su camioneta. Esto generó un ambiente de angustia, incertidumbre y miedo. A pesar de esto, celebramos con gozo y esperanza las fiestas de la Resurrección.

Mi pueblo es básicamente agrícola, pues se cultivan flor, durazno, aguacate, chile, maíz, habas, etc. Unos trabajan en pequeños negocios, en tiendas y vendimias en la plaza. Ha sido tradicionalmente pacífico, trabajador y unido; todos son católicos. Sin embargo, de unas semanas para acá, llega de cuando en cuando un grupo de unos quince jovenzuelos, casi adolescentes, con armas de alto poder y vehículos costosos, que se pasean libre y ostentosamente en las calles, sin que nadie se atreva a preguntarles quiénes son y qué hacen, pero que han generado temor, preocupación y desconfianza hasta para salir de casa. La fe en Dios y la confianza en la Virgen de Belén, nuestra patrona, nos sostienen e impulsan.

Hay matrimonios que están en serios conflictos conyugales. Si escuchamos a uno y a otro, ambos tienen razones para quejarse. Los caracteres distintos, las incomprensiones mutuas, las faltas de atención y de respeto, los atractivos del mundo y las invitaciones de los mal llamados amigos, han generado situaciones casi insostenibles, a punto de divorcio. A pesar de todo, hay esperanza de reconciliación, no sólo por el buen consejo de terapeutas y la cercanía de las familias, sino por la oración insistente y confiada al Señor de la vida, al vencedor de la muerte y del pecado.

A pesar de tantos escándalos por los casos de pederastia clerical, que han provocado que algunos se alejen de la Iglesia, la mayoría de nuestro pueblo se mantiene fiel, las celebraciones del Triduo Pascual han sido multitudinarias, la gente sigue acercándose al sacramento de la Reconciliación sacramental, sigue habiendo vocaciones consagradas. Es la fuerza del Resucitado la que sostiene a la Iglesia, a pesar de nuestros pecados.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

ÚLTIMASCOLUMNAS