/ viernes 21 de mayo de 2021

A tres tuits de distancia

Por: Arturo Duque


Es difícil concebir que uno pueda encontrarse con verdades tan remotas a tan solo 3 tuits de distancia. Recientemente observé dos caricaturas políticas diametralmente opuestas publicadas casi de manera simultánea. La primera se planteaba una imagen a cuatro cuadros: los primeros tres mostraban el lanzamiento de varios misiles desde un edificio hacia otro y una leyenda que decía “Hamas ataca Israel”; el cuarto recuadro, mostraba al edificio que había sido atacado lanzando un solo misil junto a la leyenda “Israel se defiende” y a un periodista que reportaba que Israel había atacado Gaza. A 3 tuits de distancia me apareció una imagen dividida por una diagonal que representaba la frontera entre Israel y Gaza. Del lado israelí aparecía un bebé llorón vestido con la estrella de David siendo filmado por tres camarógrafos de cadenas internacionales; del otro lado de la frontera, aparecían cuerpos mutilados y ensangrentados.

Tres tuits de distancia que separan dos discursos que parecen irreconciliables, sin embargo, este ejemplo pone sobre la mesa una pregunta que debemos abordar como comunidad periodística y como sociedad: ¿cuál es el rol de los medios en la construcción de paz?

Para analizar esta cuestión retomemos la situación actual del conflicto palestino-israelí. Los medios internacionales retornaron su atención después de varios años de una “calma” establecida bajo la permanencia del status quo en el que ninguna de las partes se habla con la otra. Una época (más de dos décadas) de una tensa quietud que esporádicamente escala a una violencia tangible como la que vemos actualmente. En esta ocasión confluyeron varios eventos que fueron cubiertos por los medios a partir de que la violencia se hizo presente: los desalojos, las protestas, las marchas nacionalistas, la redada en Al-Aqsa, el ultimátum de Hamas y la consecuente oleada de misiles, la respuesta israelí bombardeando Gaza y la espiral de violencia que continúa mientras los medios empiezan a contar edificios destruidos, heridos y muertos por bando.

Obsesionados por indagar quién empezó la violencia de las últimas tres semanas, los medios olvidan abordar la violencia estructural de origen que radica en la permanencia de ese status quo. La prensa cumple con su labor de informar, pero el reportaje de cifras no abona en la construcción de un diálogo ni en el acercamiento de estas dos narrativas tan distantes y polarizadas. Por lo que, en vez de servir como plataformas de diálogo, los medios fungen como cajas de resonancia de dos discursos que ya no se escuchan, mientras los consumidores de noticias quedamos atrapados en ese espacio que existe a 3 tuits de distancia.

Por: Arturo Duque


Es difícil concebir que uno pueda encontrarse con verdades tan remotas a tan solo 3 tuits de distancia. Recientemente observé dos caricaturas políticas diametralmente opuestas publicadas casi de manera simultánea. La primera se planteaba una imagen a cuatro cuadros: los primeros tres mostraban el lanzamiento de varios misiles desde un edificio hacia otro y una leyenda que decía “Hamas ataca Israel”; el cuarto recuadro, mostraba al edificio que había sido atacado lanzando un solo misil junto a la leyenda “Israel se defiende” y a un periodista que reportaba que Israel había atacado Gaza. A 3 tuits de distancia me apareció una imagen dividida por una diagonal que representaba la frontera entre Israel y Gaza. Del lado israelí aparecía un bebé llorón vestido con la estrella de David siendo filmado por tres camarógrafos de cadenas internacionales; del otro lado de la frontera, aparecían cuerpos mutilados y ensangrentados.

Tres tuits de distancia que separan dos discursos que parecen irreconciliables, sin embargo, este ejemplo pone sobre la mesa una pregunta que debemos abordar como comunidad periodística y como sociedad: ¿cuál es el rol de los medios en la construcción de paz?

Para analizar esta cuestión retomemos la situación actual del conflicto palestino-israelí. Los medios internacionales retornaron su atención después de varios años de una “calma” establecida bajo la permanencia del status quo en el que ninguna de las partes se habla con la otra. Una época (más de dos décadas) de una tensa quietud que esporádicamente escala a una violencia tangible como la que vemos actualmente. En esta ocasión confluyeron varios eventos que fueron cubiertos por los medios a partir de que la violencia se hizo presente: los desalojos, las protestas, las marchas nacionalistas, la redada en Al-Aqsa, el ultimátum de Hamas y la consecuente oleada de misiles, la respuesta israelí bombardeando Gaza y la espiral de violencia que continúa mientras los medios empiezan a contar edificios destruidos, heridos y muertos por bando.

Obsesionados por indagar quién empezó la violencia de las últimas tres semanas, los medios olvidan abordar la violencia estructural de origen que radica en la permanencia de ese status quo. La prensa cumple con su labor de informar, pero el reportaje de cifras no abona en la construcción de un diálogo ni en el acercamiento de estas dos narrativas tan distantes y polarizadas. Por lo que, en vez de servir como plataformas de diálogo, los medios fungen como cajas de resonancia de dos discursos que ya no se escuchan, mientras los consumidores de noticias quedamos atrapados en ese espacio que existe a 3 tuits de distancia.