/ sábado 18 de agosto de 2018

Aborto: ¿Vida o decisión?

“Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar. “

René Favaloro Médico argentino creador
del bypass coronario

En días recientes la legalización del aborto ha sonado en noticias y redes sociales de todo el mundo. El pasado 8 de Agosto en Argentina, se determinó, por mayoría, no aprobar un proyecto de reforma legal por medio del cual, por una parte, se proponía despenalizar la práctica del aborto contenida en su legislación Penal desde 1921, y expedir la denominada Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la cual consideraba su realización, de forma voluntaria, además de gratuita por las instituciones públicas hasta la semana 14 de la gestación.

Esta Ley, había sido previamente aprobada por la Cámara de Diputados el pasado 14 de Junio tras un fuerte movimiento liberal, que finalmente fue frenado tanto por las corrientes conservadoras, siendo un ejemplo claro las convicciones de la institución católica predominante en aquel país. Es una determinación que históricamente, por una parte, ha sido sustentada en el derecho a la vida, y por la otra, en el derecho a la autodeterminación personal.

Mi principal preocupación nace de observar una evidente polarización entre las personas, entre las familias, entre parejas, entre hombres y mujeres. Usuarios en redes sociales dan ultimatums a sus amigos: “se les notifica por medio de la presente a cualquier usuario en contra que será borrado inmediatamente”. Y es que en ninguna sociedad la polarización extrema entre sus partes tiende a buenos resultados.

Retomando el caso en Argentina, se estiman entre 350 a 450 mil abortos que se dan en la clandestinidad, mujeres que recurren a prácticas riesgosas con el suministro de fármacos, empleo de sondas, agujas u otras prácticas; una realidad social que ha superado el control conservador y religioso, a tal grado, de que se han originado considerables expresiones de rechazo, con miles de personas movilizándose por la medida adoptada. Es un ejemplo que nos lleva a reflexionar, en México las cifras no son más alentadoras: se estiman 880 mil abortos anualmente.

Una política de oposición y castigo con encarcelamiento no resuelve el problema, la evidencia es clara, esto no implica que recomiende el aborto, simplemente me lleva a concluir que la solución establecida no ha disminuido de ninguna manera el número de abortos practicados en el mundo.

En México, como en otras partes, el problema es de salud pública, ético, moral, pero también jurídico; existe un trato distinto en cada uno de los Estados de la República, donde la interrupción voluntaria es ilegal en su mayoría, determinándose en los códigos respectivos penalidades diversas. Por poner un ejemplo, en el Estado de Guanajuato se considera un delito que se castiga con hasta 30 años de prisión. Solamente en la Ciudad de México a raíz de una reforma que data del 2007, se consideró la despenalización y su práctica gratuita en instituciones públicas. Es tiempo de reflexionar y actuar en consecuencia, pero también de mantener a los amigos, es mejor debatir con ellos sin dogmas y sin posturas irreductibles.


“Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar. “

René Favaloro Médico argentino creador
del bypass coronario

En días recientes la legalización del aborto ha sonado en noticias y redes sociales de todo el mundo. El pasado 8 de Agosto en Argentina, se determinó, por mayoría, no aprobar un proyecto de reforma legal por medio del cual, por una parte, se proponía despenalizar la práctica del aborto contenida en su legislación Penal desde 1921, y expedir la denominada Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la cual consideraba su realización, de forma voluntaria, además de gratuita por las instituciones públicas hasta la semana 14 de la gestación.

Esta Ley, había sido previamente aprobada por la Cámara de Diputados el pasado 14 de Junio tras un fuerte movimiento liberal, que finalmente fue frenado tanto por las corrientes conservadoras, siendo un ejemplo claro las convicciones de la institución católica predominante en aquel país. Es una determinación que históricamente, por una parte, ha sido sustentada en el derecho a la vida, y por la otra, en el derecho a la autodeterminación personal.

Mi principal preocupación nace de observar una evidente polarización entre las personas, entre las familias, entre parejas, entre hombres y mujeres. Usuarios en redes sociales dan ultimatums a sus amigos: “se les notifica por medio de la presente a cualquier usuario en contra que será borrado inmediatamente”. Y es que en ninguna sociedad la polarización extrema entre sus partes tiende a buenos resultados.

Retomando el caso en Argentina, se estiman entre 350 a 450 mil abortos que se dan en la clandestinidad, mujeres que recurren a prácticas riesgosas con el suministro de fármacos, empleo de sondas, agujas u otras prácticas; una realidad social que ha superado el control conservador y religioso, a tal grado, de que se han originado considerables expresiones de rechazo, con miles de personas movilizándose por la medida adoptada. Es un ejemplo que nos lleva a reflexionar, en México las cifras no son más alentadoras: se estiman 880 mil abortos anualmente.

Una política de oposición y castigo con encarcelamiento no resuelve el problema, la evidencia es clara, esto no implica que recomiende el aborto, simplemente me lleva a concluir que la solución establecida no ha disminuido de ninguna manera el número de abortos practicados en el mundo.

En México, como en otras partes, el problema es de salud pública, ético, moral, pero también jurídico; existe un trato distinto en cada uno de los Estados de la República, donde la interrupción voluntaria es ilegal en su mayoría, determinándose en los códigos respectivos penalidades diversas. Por poner un ejemplo, en el Estado de Guanajuato se considera un delito que se castiga con hasta 30 años de prisión. Solamente en la Ciudad de México a raíz de una reforma que data del 2007, se consideró la despenalización y su práctica gratuita en instituciones públicas. Es tiempo de reflexionar y actuar en consecuencia, pero también de mantener a los amigos, es mejor debatir con ellos sin dogmas y sin posturas irreductibles.


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