/ sábado 14 de marzo de 2020

Accidente en el Metro, cuestión de transparencia

“El metro es un río que nunca se agota.”

Marc Augé

El martes de esta semana cerró con un suceso escalofriante. A las 23:37 horas, el tren número 33 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, se impactó con el tren número 38 en la estación Tacubaya. Hubo 41 heridos y una persona perdió la vida. Fue el tercer accidente grave que ha sufrido el Metro en los más de 50 años que lleva en operación (el primero y más letal fue en 1975, en la estación Viaducto).

El Metro es parte de la vida cotidiana y de la historia personal de millones de habitantes de la capital. Tal vez por eso las imágenes del accidente de esta semana, calaron tan hondo en el inconsciente colectivo.

Ver herido a ese gusano naranja, que todos los días lleva en su interior a alguien cercano (o incluso a nosotros mismos), es un amargo recordatorio de lo delgada que es la línea divisoria entre la cotidianidad y la tragedia.

En el año 2015 tuvo lugar el segundo accidente grave que ha sufrido el Metro. Ocurrió en la estación Oceanía: en un día lluvioso de mayo, un tren patinó en una pendiente y alcanzó a otro convoy. Hubo un muerto.

En ese año, yo ocupaba el mismo cargo que ocupo ahora: era diputado local en un partido de oposición.

Como representante popular, decidí proponer un punto de acuerdo para solicitar que el Director General en turno del STC, presentara un informe detallado del incidente a fin de esclarecer los hechos.

La proposición fue aprobada por unanimidad, la información solicitada (una serie de documentos técnicos muy específicos que forman parte del funcionamiento diario del Metro) fue remitida por el Gobierno a los dos días de que se le diera trámite al acuerdo. Nadie habló de que se estuviera intentando politizar el asunto.

Casi cinco años después, en condiciones muy similares, ocurre lo contrario.

El jueves 12 de marzo intenté presentar en el Congreso de la Ciudad, textualmente el mismo punto de acuerdo que presenté en el 2015. Digo “lo intenté” porque fue censurado por el grupo parlamentario de Morena. Mi caso no fue el único.

El jueves había dos temas que incomodaban al partido mayoritario: el accidente del Metro (además de mi punto, el PAN iba a solicitar la comparecencia de la Dra. Florencia Serranía, actual Directora General del STC) y la paridad de género en los puestos administrativos del Congreso.

Apenas se había hecho sonar la campana para dar inicio a la sesión, cuando las y los diputados de Morena empezaron a solicitar que los puntos del Metro no se consideraran de urgente y obvia resolución (para que se enviaran directo a comisiones, sin siquiera dar lectura a los documentos) y que se sometiera a votación del Pleno retirar del orden del día el tema relacionado a la paridad de género.

Ante esta acción ilegal y antidemocrática, los grupos parlamentarios de la oposición decidimos abandonar el Recinto en rechazo del acto autoritario.

Hoy Morena sigue señalando a “las administraciones anteriores” como culpables de todos sus errores. Pero la realidad es muy distinta.

En el caso del Metro, se trata de una cuestión completamente técnica: el mantenimiento es diario y su operación es responsabilidad de quien ocupa el cargo. Señalar al pasado es lo mismo que acusar a un fantasma o a la mala suerte.

El Metro, es una de las más grandes obras de ingeniería del mundo. Además de ser uno de los medios de transporte más eficientes y seguros, su construcción marcó un antes y un después para la Ciudad de México. Ha inspirado canciones, crónicas, películas y libros; ha generado una cultura y un universo propios.

Como “Metronauta”, hago patente mi compromiso por seguir trabajando en su mejora y en su defensa.

“El metro es un río que nunca se agota.”

Marc Augé

El martes de esta semana cerró con un suceso escalofriante. A las 23:37 horas, el tren número 33 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, se impactó con el tren número 38 en la estación Tacubaya. Hubo 41 heridos y una persona perdió la vida. Fue el tercer accidente grave que ha sufrido el Metro en los más de 50 años que lleva en operación (el primero y más letal fue en 1975, en la estación Viaducto).

El Metro es parte de la vida cotidiana y de la historia personal de millones de habitantes de la capital. Tal vez por eso las imágenes del accidente de esta semana, calaron tan hondo en el inconsciente colectivo.

Ver herido a ese gusano naranja, que todos los días lleva en su interior a alguien cercano (o incluso a nosotros mismos), es un amargo recordatorio de lo delgada que es la línea divisoria entre la cotidianidad y la tragedia.

En el año 2015 tuvo lugar el segundo accidente grave que ha sufrido el Metro. Ocurrió en la estación Oceanía: en un día lluvioso de mayo, un tren patinó en una pendiente y alcanzó a otro convoy. Hubo un muerto.

En ese año, yo ocupaba el mismo cargo que ocupo ahora: era diputado local en un partido de oposición.

Como representante popular, decidí proponer un punto de acuerdo para solicitar que el Director General en turno del STC, presentara un informe detallado del incidente a fin de esclarecer los hechos.

La proposición fue aprobada por unanimidad, la información solicitada (una serie de documentos técnicos muy específicos que forman parte del funcionamiento diario del Metro) fue remitida por el Gobierno a los dos días de que se le diera trámite al acuerdo. Nadie habló de que se estuviera intentando politizar el asunto.

Casi cinco años después, en condiciones muy similares, ocurre lo contrario.

El jueves 12 de marzo intenté presentar en el Congreso de la Ciudad, textualmente el mismo punto de acuerdo que presenté en el 2015. Digo “lo intenté” porque fue censurado por el grupo parlamentario de Morena. Mi caso no fue el único.

El jueves había dos temas que incomodaban al partido mayoritario: el accidente del Metro (además de mi punto, el PAN iba a solicitar la comparecencia de la Dra. Florencia Serranía, actual Directora General del STC) y la paridad de género en los puestos administrativos del Congreso.

Apenas se había hecho sonar la campana para dar inicio a la sesión, cuando las y los diputados de Morena empezaron a solicitar que los puntos del Metro no se consideraran de urgente y obvia resolución (para que se enviaran directo a comisiones, sin siquiera dar lectura a los documentos) y que se sometiera a votación del Pleno retirar del orden del día el tema relacionado a la paridad de género.

Ante esta acción ilegal y antidemocrática, los grupos parlamentarios de la oposición decidimos abandonar el Recinto en rechazo del acto autoritario.

Hoy Morena sigue señalando a “las administraciones anteriores” como culpables de todos sus errores. Pero la realidad es muy distinta.

En el caso del Metro, se trata de una cuestión completamente técnica: el mantenimiento es diario y su operación es responsabilidad de quien ocupa el cargo. Señalar al pasado es lo mismo que acusar a un fantasma o a la mala suerte.

El Metro, es una de las más grandes obras de ingeniería del mundo. Además de ser uno de los medios de transporte más eficientes y seguros, su construcción marcó un antes y un después para la Ciudad de México. Ha inspirado canciones, crónicas, películas y libros; ha generado una cultura y un universo propios.

Como “Metronauta”, hago patente mi compromiso por seguir trabajando en su mejora y en su defensa.

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