/ domingo 5 de julio de 2020

Acordanza

La Academia Mexicana de la Lengua recordará al escritor Julio Torri

Una librería de la UNAM en Ciudad Universitaria lleva su nombre: Julio Torri. El escritor coahuilense (1889-1970) fue miembro del Ateneo de la Juventud junto con sus grandes amigos: Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña…

Fue también maestro fundador de la escuela de Altos Estudios y de la Facultad de Filosofía y Letras, donde impartió clases de Literatura hasta 1964. Lo recuerdo porque este mes de julio la Academia Mexicana de la Lengua, a la cual perteneció desde 1953, conmemora los 50 años de su muerte, acaecida en la ciudad de México. El homenaje iniciará con un “conversatorio virtual” el 9 de julio, con los académicos Felipe Garrido y Margo Glantz; Adolfo Castañón, Javier Garciadiego, Liliana Weinberg y Jesús Silva-Herzog Márquez, coordinador del homenaje…

Como Felipe Garrido y Margo Glantz, yo también fui alumna del maestro Torri en los inicios de los años sesenta. Con la clase de literatura española medieval que impartía, tomé otra de Introducción a la Literatura…

Su curso iniciaba a las cuatro de la tarde, cuando el calor arreciaba en las aulas de CU y la digestión dejaba una cierta somnolencia…

Lo recuerdo muy anciano, tan delgado que parecía una ramita a punto de quebrarse, con una voz pequeña que apenas se le escuchaba…

Llegaba con un volumen bajo el brazo y comenzaba a leer pegando el libro a la cara, pues sus anteojos con vidrios como fondo de botella (entonces no había cristalinos intraoculares), no le ayudaban mucho a ver las letras…

Recuerdo que nos leía páginas enteras de Mariano José de Larra y de los escritores españoles del siglo XIX: Juan Valera, José María de Pereda, Leopoldo Alas, Clarín…

A veces, para ser mejor escuchado, paseaba con dificultad por el pasillo central del aula y, como era tiempo de la minifalda, el maestro “perdía la lición” como diría el clásico, y no “acertaba a leer, non”, porque su mirada se clavaba en las torneadas piernas de alguna de sus alumnas…

Luego, retomaba con toda seriedad el texto y seguía leyendo…

A la hora de los exámenes nos dejaba la lectura de cuatro o cinco libros comentados en clase con la obligación de subrayar y copiar las palabras que no entendiéramos, buscarlas en el diccionario y hacer dos oraciones con esa palabra…

Con la doctora María del Carmen Millán platiqué de este tipo de trabajos pues no entendía bien a bien su utilidad…

Ella me explicó que el maestro era un gran escritor y me recomendó leer su libro De fusilamientos. Me habló también del papel fundamental de Torri en la difusión de la cultura, ya que cuando José Vasconcelos fue secretario de Educación Pública (1922), él fue el Director de las publicaciones de la SEP, época en que salió a la luz esa extraordinaria colección de libros clásicos de todos los tiempos, los de tapa verde, con el sello de la secretaría de Educación Pública…

Gracias al trabajo lexicográfico que nos impuso, los alumnos del maestro Torri aumentamos nuestro vocabulario y a la vez nos acostumbramos a utilizar el Diccionario de la Lengua española como herramienta indispensable de nuestro trabajo. A cincuenta años de su muerte, cada vez que escribo, recuerdo con gratitud sus lecciones…


La Academia Mexicana de la Lengua recordará al escritor Julio Torri

Una librería de la UNAM en Ciudad Universitaria lleva su nombre: Julio Torri. El escritor coahuilense (1889-1970) fue miembro del Ateneo de la Juventud junto con sus grandes amigos: Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña…

Fue también maestro fundador de la escuela de Altos Estudios y de la Facultad de Filosofía y Letras, donde impartió clases de Literatura hasta 1964. Lo recuerdo porque este mes de julio la Academia Mexicana de la Lengua, a la cual perteneció desde 1953, conmemora los 50 años de su muerte, acaecida en la ciudad de México. El homenaje iniciará con un “conversatorio virtual” el 9 de julio, con los académicos Felipe Garrido y Margo Glantz; Adolfo Castañón, Javier Garciadiego, Liliana Weinberg y Jesús Silva-Herzog Márquez, coordinador del homenaje…

Como Felipe Garrido y Margo Glantz, yo también fui alumna del maestro Torri en los inicios de los años sesenta. Con la clase de literatura española medieval que impartía, tomé otra de Introducción a la Literatura…

Su curso iniciaba a las cuatro de la tarde, cuando el calor arreciaba en las aulas de CU y la digestión dejaba una cierta somnolencia…

Lo recuerdo muy anciano, tan delgado que parecía una ramita a punto de quebrarse, con una voz pequeña que apenas se le escuchaba…

Llegaba con un volumen bajo el brazo y comenzaba a leer pegando el libro a la cara, pues sus anteojos con vidrios como fondo de botella (entonces no había cristalinos intraoculares), no le ayudaban mucho a ver las letras…

Recuerdo que nos leía páginas enteras de Mariano José de Larra y de los escritores españoles del siglo XIX: Juan Valera, José María de Pereda, Leopoldo Alas, Clarín…

A veces, para ser mejor escuchado, paseaba con dificultad por el pasillo central del aula y, como era tiempo de la minifalda, el maestro “perdía la lición” como diría el clásico, y no “acertaba a leer, non”, porque su mirada se clavaba en las torneadas piernas de alguna de sus alumnas…

Luego, retomaba con toda seriedad el texto y seguía leyendo…

A la hora de los exámenes nos dejaba la lectura de cuatro o cinco libros comentados en clase con la obligación de subrayar y copiar las palabras que no entendiéramos, buscarlas en el diccionario y hacer dos oraciones con esa palabra…

Con la doctora María del Carmen Millán platiqué de este tipo de trabajos pues no entendía bien a bien su utilidad…

Ella me explicó que el maestro era un gran escritor y me recomendó leer su libro De fusilamientos. Me habló también del papel fundamental de Torri en la difusión de la cultura, ya que cuando José Vasconcelos fue secretario de Educación Pública (1922), él fue el Director de las publicaciones de la SEP, época en que salió a la luz esa extraordinaria colección de libros clásicos de todos los tiempos, los de tapa verde, con el sello de la secretaría de Educación Pública…

Gracias al trabajo lexicográfico que nos impuso, los alumnos del maestro Torri aumentamos nuestro vocabulario y a la vez nos acostumbramos a utilizar el Diccionario de la Lengua española como herramienta indispensable de nuestro trabajo. A cincuenta años de su muerte, cada vez que escribo, recuerdo con gratitud sus lecciones…


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