/ domingo 21 de junio de 2020

Acordanza | El doctor Román Piña Chan y el recorte del 75% al presupuesto del INAH

A principios de los años 60, ¿sería 61 o quizás 1959?, en uno de tantos viajes familiares que hice con mis padres a la península de Yucatán, lugar de origen de mi padre, coincidimos con esa leyenda de la arqueología mexicana que fue el doctor Román Piña Chan (1920-2001), el arqueólogo que más supo de los mayas de Yucatán y de su natal Campeche…

En un jeep del Instituto Nacional de Antropología e Historia que él manejaba, recorrimos no sólo Uxmal, sino la entonces recién descubierta Dzibilchaltun, muy próxima a la ciudad de Mérida, donde se realizaban trabajos de arqueología y donde el doctor Piña Chan planeaba hacer un museo de sitio…

Andando por esos “sacbés” -caminos- mayas, escuché un diálogo entre mi padre y el doctor Piña: Mira, Bernardo, esos cerros, aquí donde todo es plano. Son estructuras piramidales, dijo señalando una serie de pequeñas colinas muy cercanas al Templo de las Muñecas de Dzibichaltun. ¿Las desenterrarás?, preguntó mi padre. No. No podemos abarcar tanto. No hay presupuesto. Y es mejor que están resguardadas por la naturaleza; la tierra y la vegetación las conservan mejor para cuidarlas de la depredación y los robos de piezas arqueológicas. Por el momento es mejor que permanezcan ocultas, respondió el arqueólogo…

Forjador de la arqueología moderna mexicana, los logros del Dr. Piña Chan fueron enormes: por su iniciativa existen los museos de sitio en Campeche, Mérida, Morelia, Ciudad Madero Tamaulipas, Santiago Tuxtla Veracruz, Cuicuilco Distrito Federal, Dzibilchltun Yucatán, Teotenango y Ocoyoacac estos dos últimos en el Estado de México además del museo de la Universidad Autónoma del Estado de México…

Sus publicaciones sobre las culturas mesoamericanas del periodo preclásico, son referentes indispensables para conocer nuestro pasado prehispánico, pues pensaba que los descubrimientos arqueológicos no tienen ningún valor si los resultados no se transmiten a la sociedad…

Concebía los museos como la memoria de los pueblos que nos antecedieron, la memoria de nuestras raíces indígenas…

Hoy recuerdo esta anécdota con el doctor Piña Chan cuando leo que los “Académicos del Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH buscan frenar el recorte del 75% del presupuesto del Instituto Nacional de Antropología que el gobierno decretó el 23 de abril”…

¿Con qué se financiarán las investigaciones, se cuidarán las 194 zonas arqueológicas, los 162 museos del INAH y los 500 monumentos históricos que hacen de nuestro país, por este riquísimo legado cultural de civilizaciones que nos precedieron, un gran destino turístico y cultural? Simplemente en 2018, el turismo cultural aportó el 8.7 por ciento del PIB del país…

Me uno a la esperanza de los investigadores para que las autoridades sean sensibles a su petición y se conserve el presupuesto del INAH, de lo contrario, el manto vegetal, los saqueadores y la incuria se apoderarán de nuestra herencia histórica que con mucho trabajo, amor y conocimiento, nuestros arqueólogos, historiadores y antropólogos han logrado rescatar.

A principios de los años 60, ¿sería 61 o quizás 1959?, en uno de tantos viajes familiares que hice con mis padres a la península de Yucatán, lugar de origen de mi padre, coincidimos con esa leyenda de la arqueología mexicana que fue el doctor Román Piña Chan (1920-2001), el arqueólogo que más supo de los mayas de Yucatán y de su natal Campeche…

En un jeep del Instituto Nacional de Antropología e Historia que él manejaba, recorrimos no sólo Uxmal, sino la entonces recién descubierta Dzibilchaltun, muy próxima a la ciudad de Mérida, donde se realizaban trabajos de arqueología y donde el doctor Piña Chan planeaba hacer un museo de sitio…

Andando por esos “sacbés” -caminos- mayas, escuché un diálogo entre mi padre y el doctor Piña: Mira, Bernardo, esos cerros, aquí donde todo es plano. Son estructuras piramidales, dijo señalando una serie de pequeñas colinas muy cercanas al Templo de las Muñecas de Dzibichaltun. ¿Las desenterrarás?, preguntó mi padre. No. No podemos abarcar tanto. No hay presupuesto. Y es mejor que están resguardadas por la naturaleza; la tierra y la vegetación las conservan mejor para cuidarlas de la depredación y los robos de piezas arqueológicas. Por el momento es mejor que permanezcan ocultas, respondió el arqueólogo…

Forjador de la arqueología moderna mexicana, los logros del Dr. Piña Chan fueron enormes: por su iniciativa existen los museos de sitio en Campeche, Mérida, Morelia, Ciudad Madero Tamaulipas, Santiago Tuxtla Veracruz, Cuicuilco Distrito Federal, Dzibilchltun Yucatán, Teotenango y Ocoyoacac estos dos últimos en el Estado de México además del museo de la Universidad Autónoma del Estado de México…

Sus publicaciones sobre las culturas mesoamericanas del periodo preclásico, son referentes indispensables para conocer nuestro pasado prehispánico, pues pensaba que los descubrimientos arqueológicos no tienen ningún valor si los resultados no se transmiten a la sociedad…

Concebía los museos como la memoria de los pueblos que nos antecedieron, la memoria de nuestras raíces indígenas…

Hoy recuerdo esta anécdota con el doctor Piña Chan cuando leo que los “Académicos del Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH buscan frenar el recorte del 75% del presupuesto del Instituto Nacional de Antropología que el gobierno decretó el 23 de abril”…

¿Con qué se financiarán las investigaciones, se cuidarán las 194 zonas arqueológicas, los 162 museos del INAH y los 500 monumentos históricos que hacen de nuestro país, por este riquísimo legado cultural de civilizaciones que nos precedieron, un gran destino turístico y cultural? Simplemente en 2018, el turismo cultural aportó el 8.7 por ciento del PIB del país…

Me uno a la esperanza de los investigadores para que las autoridades sean sensibles a su petición y se conserve el presupuesto del INAH, de lo contrario, el manto vegetal, los saqueadores y la incuria se apoderarán de nuestra herencia histórica que con mucho trabajo, amor y conocimiento, nuestros arqueólogos, historiadores y antropólogos han logrado rescatar.

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