/ miércoles 25 de noviembre de 2020

Actividades pesqueras sustentables

Debido a que más de 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por mares y océanos, la magestuosidad de este ecosistema nos hace considerar que los recursos son ilimitados; sin embargo, la realidad es muy distinta y hemos abusado de la explotación pesquera ya sea como fuente de alimentación o de materia prima, con fines farmacéuticos, comerciales, recreativos y culturales. Al igual que la biodiversidad terrestre, la marina también se ve amenazada por el incremento del fomento pesquero y por la pesca ilegal.

En los últimos años, 40% de la pesca se ha agotado, 60% de las especies pequeñas ha desaparecido, y de continuar con la misma tendencia para 2050 el escenario que viviremos será que la pesca se verá totalmente afectada.

La industria pesquera en nuestros país emplea un millón de empleos directos y diez millones de empleos indirectos, lo que hace sumamente atractiva esta actividad.

Además de la pesca en mar, se ha incrementado la producción a través de la acuacultura y esto ha llevado a que organizaciones como las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) vea en la pesca y la acuicultura un medio de subsistencia y de comercio para las generaciones presentes y futuras, haciendo con ello uso del término de pesca sustentable. Sin embargo, para no exceder lo permitido, un gran reto para la actividad pesquera es la inspección y la vigilancia.

El problema más grave al que se pueden enfrentar los ecosistemas marinos es a la ruptura de la cadena alimenticia natural, porque se alteraría todo el funcionamiento de las zonas marinas. Si bien la acuacultura sí es una solución viable para construir y conservar especies y así garantizar la seguridad alimentaria, - además de que se pueden desarrollar granjas acuícolas prácticamente en cualquier lugar de los destinos costeros y los no costeros-, es importante desde el principio seguir la normatividad.

Especies como tilapia, bagre, trucha arcoíris, carpa, lobina negra, peces de ornato, ostión y camarón, se pueden producir con más facilidad en sistemas de acuacultura y a la vez convertirse en importantes oportunidades de negocio nacional, ya que existen diferentes tecnologías de cultivo extensivo para producción, ya sea en jaulas o bien en granjas, además de la ventaja señalada arriba en cuanto a que se pueden instalar en todas las regiones del país.

La escala es también variable ya que pueden ir desde pequeñas unidades de producción familiar, hasta el nivel industrial. Además, se pueden implementar cultivos combinados como peces criados que pueden convivir en espacios controlados con otras especies de plantas que se cultiven también en cautiverio.

Tomando en consideración las variables expuestas, podemos concluir que la acuicultura constituye una solución a la terrible amenaza que viven las especies marinas causada por la pesca ilegal, que cada día es mayor.

La pesquería ha tenido reducciones en sus operaciones; por ejemplo, el número de los pelágicos menores ha disminuido en Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur. También las amenazas a la biodiversidad marina se reducen con el decreto de áreas marinas protegidas, sin que estos sitios queden excluidos de amenazas. Por ejemplo, en el Parque Nacional de Revillagigedo se han encontrado principalmente lanchas de pesca con placas norteamericanas que vienen a las costas mexicanas a pescar, justificando esta actividad como pesca deportiva, y no en todos los casos es así. En algunas inspecciones de vigilancia se ve que han pescado de manera comercial con permiso disfrazado.

Hoy tenemos la gran oportunidad de empezar a implementar políticas públicas pesqueras in situ, que disminuyan la presión y que, mediante actividades complementarias se cultiven aquellas especies que garanticen seguridad alimentaria. Ojalá el Gobierno Federal siga decretando áreas marinas protegidas y que no sigamos amenazando nuestra riqueza marina como hasta ahora lo hemos hecho, o el día de mañana las generaciones futuras ya no tendrán este privilegio, ni siquiera como actividad recreativa.

Debido a que más de 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por mares y océanos, la magestuosidad de este ecosistema nos hace considerar que los recursos son ilimitados; sin embargo, la realidad es muy distinta y hemos abusado de la explotación pesquera ya sea como fuente de alimentación o de materia prima, con fines farmacéuticos, comerciales, recreativos y culturales. Al igual que la biodiversidad terrestre, la marina también se ve amenazada por el incremento del fomento pesquero y por la pesca ilegal.

En los últimos años, 40% de la pesca se ha agotado, 60% de las especies pequeñas ha desaparecido, y de continuar con la misma tendencia para 2050 el escenario que viviremos será que la pesca se verá totalmente afectada.

La industria pesquera en nuestros país emplea un millón de empleos directos y diez millones de empleos indirectos, lo que hace sumamente atractiva esta actividad.

Además de la pesca en mar, se ha incrementado la producción a través de la acuacultura y esto ha llevado a que organizaciones como las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) vea en la pesca y la acuicultura un medio de subsistencia y de comercio para las generaciones presentes y futuras, haciendo con ello uso del término de pesca sustentable. Sin embargo, para no exceder lo permitido, un gran reto para la actividad pesquera es la inspección y la vigilancia.

El problema más grave al que se pueden enfrentar los ecosistemas marinos es a la ruptura de la cadena alimenticia natural, porque se alteraría todo el funcionamiento de las zonas marinas. Si bien la acuacultura sí es una solución viable para construir y conservar especies y así garantizar la seguridad alimentaria, - además de que se pueden desarrollar granjas acuícolas prácticamente en cualquier lugar de los destinos costeros y los no costeros-, es importante desde el principio seguir la normatividad.

Especies como tilapia, bagre, trucha arcoíris, carpa, lobina negra, peces de ornato, ostión y camarón, se pueden producir con más facilidad en sistemas de acuacultura y a la vez convertirse en importantes oportunidades de negocio nacional, ya que existen diferentes tecnologías de cultivo extensivo para producción, ya sea en jaulas o bien en granjas, además de la ventaja señalada arriba en cuanto a que se pueden instalar en todas las regiones del país.

La escala es también variable ya que pueden ir desde pequeñas unidades de producción familiar, hasta el nivel industrial. Además, se pueden implementar cultivos combinados como peces criados que pueden convivir en espacios controlados con otras especies de plantas que se cultiven también en cautiverio.

Tomando en consideración las variables expuestas, podemos concluir que la acuicultura constituye una solución a la terrible amenaza que viven las especies marinas causada por la pesca ilegal, que cada día es mayor.

La pesquería ha tenido reducciones en sus operaciones; por ejemplo, el número de los pelágicos menores ha disminuido en Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur. También las amenazas a la biodiversidad marina se reducen con el decreto de áreas marinas protegidas, sin que estos sitios queden excluidos de amenazas. Por ejemplo, en el Parque Nacional de Revillagigedo se han encontrado principalmente lanchas de pesca con placas norteamericanas que vienen a las costas mexicanas a pescar, justificando esta actividad como pesca deportiva, y no en todos los casos es así. En algunas inspecciones de vigilancia se ve que han pescado de manera comercial con permiso disfrazado.

Hoy tenemos la gran oportunidad de empezar a implementar políticas públicas pesqueras in situ, que disminuyan la presión y que, mediante actividades complementarias se cultiven aquellas especies que garanticen seguridad alimentaria. Ojalá el Gobierno Federal siga decretando áreas marinas protegidas y que no sigamos amenazando nuestra riqueza marina como hasta ahora lo hemos hecho, o el día de mañana las generaciones futuras ya no tendrán este privilegio, ni siquiera como actividad recreativa.