/ domingo 3 de junio de 2018

Acudamos a las urnas

El primero de julio podremos acudir a votar 87 millones 838 mil 148 mexicanos con credencial de elector, aunque el padrón electoral lo conformamos 89 millones 834 mil 977. Elegiremos al Presidente de la República, a 128 senadores y 500 diputados, más 9 gobernadores y miles de autoridades municipales y diputaciones locales. Más de 3 mil 400 cargos.

Una vez más estamos ante la oportunidad de votar. Cierto es que (y cito el dicho popular) cada cabeza es un mundo y que esa oportunidad de acudir a la urna suele verse de distinta manera, incluso entre miembros de una misma familia. Digamos que es normal, pero lo que no debemos hacer es desperdiciarla.

Importa en términos personales e importa en términos democráticos. Es seguro que nos sentimos mejor una vez cumplida esa obligación cívica. Nuestro voto es uno, pero la suma de todos los que acudimos a la urna da sentido de pertenencia y de responsabilidad. Con el voto libre, secreto, ayudamos a consolidar nuestra democracia, a hacerla invulnerable frente a pretensiones fraudulentas o criminales.

Cierto, nuestro sistema democrático puede tener aún “patas cojas”, pero siempre es y será perfectible. Lo que hoy vemos y vivimos en el proceso democrático mexicano lo percibimos de diferentes maneras. Nos puede parecer o no; podemos criticar las leyes, la actuación de las autoridades electorales; tenemos la libertad de disentir, pero en ningún caso debemos dejar de utilizar nuestra arma: el voto.

Siempre habrá tiempo para hacer mejores instituciones, más arropadas por las mejores leyes, más honradas por servidores públicos capaces y honestos. Y ese es el camino que debemos transitar, sin detenernos por turbulencias, sin caer en la tentación de atajos fáciles que terminen siendo peores para esas instituciones y para la democracia de nuestro país.

Acudir a las urnas el próximo 1 de julio es muy importante, incluso, en términos económicos. El Instituto Nacional Electoral, la institución responsable de las elecciones, se alimenta, opera, trabaja, con los recursos que le otorga el Estado mexicano que, a su vez, son tomados de los impuestos que pagamos todos los mexicanos.

Si el cálculo de los que asistimos a las urnas en 2012 se mantiene, entonces votaremos alrededor de 50 millones de mexicanos. Si todos saliéramos a votar o sea, 87 millones 838 mil 148, el costo promedio del voto sería de 81 pesos; si acudimos los que se calcula, entonces el costo se eleva a 135 pesos.

Son pesos que suman muchos millones “desperdiciados” si tomamos la decisión, por las razones que sean, de no acudir a depositar nuestro voto. No son datos para echar en saco roto. Y quizás nos muevan a cumplir con el deber, con la obligación cívica, ciudadana, de acudir a las urnas el 1 de julio para elegir a nuestras autoridades para los próximos seis o tres años.

Como servidor público, como ciudadano, sólo podemos hacer una recomendación más: hoy, al menos para Presidencia de la República, hay cuatro opciones sobre la mesa, cuatro candidatos. Observémoslos con cuidado, valoremos sus historias personales y profesionales; valoremos sus capacidades demostradas y lo que proponen para hacer mejor este gran país que es México.

Seguramente, después de un ejercicio de análisis y reflexión, tomaremos la mejor decisión al acudir a las urnas de corazon a depositar nuestro voto por la razon.

Senador del PRI

El primero de julio podremos acudir a votar 87 millones 838 mil 148 mexicanos con credencial de elector, aunque el padrón electoral lo conformamos 89 millones 834 mil 977. Elegiremos al Presidente de la República, a 128 senadores y 500 diputados, más 9 gobernadores y miles de autoridades municipales y diputaciones locales. Más de 3 mil 400 cargos.

Una vez más estamos ante la oportunidad de votar. Cierto es que (y cito el dicho popular) cada cabeza es un mundo y que esa oportunidad de acudir a la urna suele verse de distinta manera, incluso entre miembros de una misma familia. Digamos que es normal, pero lo que no debemos hacer es desperdiciarla.

Importa en términos personales e importa en términos democráticos. Es seguro que nos sentimos mejor una vez cumplida esa obligación cívica. Nuestro voto es uno, pero la suma de todos los que acudimos a la urna da sentido de pertenencia y de responsabilidad. Con el voto libre, secreto, ayudamos a consolidar nuestra democracia, a hacerla invulnerable frente a pretensiones fraudulentas o criminales.

Cierto, nuestro sistema democrático puede tener aún “patas cojas”, pero siempre es y será perfectible. Lo que hoy vemos y vivimos en el proceso democrático mexicano lo percibimos de diferentes maneras. Nos puede parecer o no; podemos criticar las leyes, la actuación de las autoridades electorales; tenemos la libertad de disentir, pero en ningún caso debemos dejar de utilizar nuestra arma: el voto.

Siempre habrá tiempo para hacer mejores instituciones, más arropadas por las mejores leyes, más honradas por servidores públicos capaces y honestos. Y ese es el camino que debemos transitar, sin detenernos por turbulencias, sin caer en la tentación de atajos fáciles que terminen siendo peores para esas instituciones y para la democracia de nuestro país.

Acudir a las urnas el próximo 1 de julio es muy importante, incluso, en términos económicos. El Instituto Nacional Electoral, la institución responsable de las elecciones, se alimenta, opera, trabaja, con los recursos que le otorga el Estado mexicano que, a su vez, son tomados de los impuestos que pagamos todos los mexicanos.

Si el cálculo de los que asistimos a las urnas en 2012 se mantiene, entonces votaremos alrededor de 50 millones de mexicanos. Si todos saliéramos a votar o sea, 87 millones 838 mil 148, el costo promedio del voto sería de 81 pesos; si acudimos los que se calcula, entonces el costo se eleva a 135 pesos.

Son pesos que suman muchos millones “desperdiciados” si tomamos la decisión, por las razones que sean, de no acudir a depositar nuestro voto. No son datos para echar en saco roto. Y quizás nos muevan a cumplir con el deber, con la obligación cívica, ciudadana, de acudir a las urnas el 1 de julio para elegir a nuestras autoridades para los próximos seis o tres años.

Como servidor público, como ciudadano, sólo podemos hacer una recomendación más: hoy, al menos para Presidencia de la República, hay cuatro opciones sobre la mesa, cuatro candidatos. Observémoslos con cuidado, valoremos sus historias personales y profesionales; valoremos sus capacidades demostradas y lo que proponen para hacer mejor este gran país que es México.

Seguramente, después de un ejercicio de análisis y reflexión, tomaremos la mejor decisión al acudir a las urnas de corazon a depositar nuestro voto por la razon.

Senador del PRI