/ domingo 23 de mayo de 2021

Además de las elecciones, los objetivos nacionales

Como sucede en las democracias consolidadas como la nuestra –llevamos tres alternancias en el Poder Ejecutivo en tan sólo 18 años, las polémicas y campañas en torno a las contiendas electorales, nublan la perspectiva respecto de los retos del país. Tal como acaba de suceder en los Estados Unidos o bien en las más recientes elecciones generales en el Reino Unido. Así nos sucede ahora en México.

Las descalificaciones, denuncias, grabaciones ilegales, insultos, revelaciones documentadas, entre los otros muchos otros recursos para ganar algún cargo en disputa, también forma parte de los hábitos (malos si se quiere) de la competencia por el sufragio. Sin embargo y tomando como referencia los casos electorales de otros países, debe quedar claro que una vez concluido los comicios, los adversarios deberán en algún momento, sentarse a trabajar por causas que beneficien a la población y al desarrollo del país.

Lo que sucede en México, nos está llevando a una ruta, en donde será poco probable, que los y las ahora contendientes, tengan la disposición a “dejar atrás” la contienda y establecer un método de trabajo. Por ejemplo, el 20 de este mes, la Cámara de Representantes aprobó por mayoría y gracias al voto de 35 republicanos, la creación de una muy importante Comisión, para que investigue el grave asalto al Capitolio el 6 de enero, instigado por el ex presidente Donald Trump, aduciendo fraude electoral y que hasta la fecha no ha podido presentar una sola prueba.

Si bien la Comisión del 6 de enero, como se le denominó, requiere en el Senado de 10 votos republicanos para su aprobación definitiva, lo cierto es que la necesidad de defender a la democracia y establecer la responsabilidad de los instigadores, será una prueba de que los adversarios no son enemigos. La situación que vive México, los muy serios y graves retos que enfrentamos como sociedad y gobierno, no debe o no debieran ser hechos a un lado, por la crispación electoral que vivimos desde hace meses. De seguir por esa ruta, se observan muy pocas posibilidades y condiciones de acercamiento, menos aún de trabajo en equipo.

Para hacer más compleja nuestra situación, se puede anticipar un proceso postelectoral plagado de acusaciones de fraude, votos comprados, saturación en los juzgados electorales, lo que desde luego, tampoco abona al momento de asumir los cargos en disputa. Por eso es tan importante darse cuenta que más allá del 6 de junio y del 1 de septiembre, México requiere de un esfuerzo coordinado, en donde las partes propongan y negocien. De otra manera, es obvio, los problemas que pasa el país, se van a agudizar hasta poderse volver irresolubles, ante lo cual, la ruta de la polarización y la descalificación, nos ofrecerá un sombrío futuro.

México, su sociedad y su democracia, merecen un mejor destino. Cierto, las elecciones marcan diferencias entre los contendientes, pero el futuro, debe ofrecer convergencias.

javierolivaposada@gmail.com

Como sucede en las democracias consolidadas como la nuestra –llevamos tres alternancias en el Poder Ejecutivo en tan sólo 18 años, las polémicas y campañas en torno a las contiendas electorales, nublan la perspectiva respecto de los retos del país. Tal como acaba de suceder en los Estados Unidos o bien en las más recientes elecciones generales en el Reino Unido. Así nos sucede ahora en México.

Las descalificaciones, denuncias, grabaciones ilegales, insultos, revelaciones documentadas, entre los otros muchos otros recursos para ganar algún cargo en disputa, también forma parte de los hábitos (malos si se quiere) de la competencia por el sufragio. Sin embargo y tomando como referencia los casos electorales de otros países, debe quedar claro que una vez concluido los comicios, los adversarios deberán en algún momento, sentarse a trabajar por causas que beneficien a la población y al desarrollo del país.

Lo que sucede en México, nos está llevando a una ruta, en donde será poco probable, que los y las ahora contendientes, tengan la disposición a “dejar atrás” la contienda y establecer un método de trabajo. Por ejemplo, el 20 de este mes, la Cámara de Representantes aprobó por mayoría y gracias al voto de 35 republicanos, la creación de una muy importante Comisión, para que investigue el grave asalto al Capitolio el 6 de enero, instigado por el ex presidente Donald Trump, aduciendo fraude electoral y que hasta la fecha no ha podido presentar una sola prueba.

Si bien la Comisión del 6 de enero, como se le denominó, requiere en el Senado de 10 votos republicanos para su aprobación definitiva, lo cierto es que la necesidad de defender a la democracia y establecer la responsabilidad de los instigadores, será una prueba de que los adversarios no son enemigos. La situación que vive México, los muy serios y graves retos que enfrentamos como sociedad y gobierno, no debe o no debieran ser hechos a un lado, por la crispación electoral que vivimos desde hace meses. De seguir por esa ruta, se observan muy pocas posibilidades y condiciones de acercamiento, menos aún de trabajo en equipo.

Para hacer más compleja nuestra situación, se puede anticipar un proceso postelectoral plagado de acusaciones de fraude, votos comprados, saturación en los juzgados electorales, lo que desde luego, tampoco abona al momento de asumir los cargos en disputa. Por eso es tan importante darse cuenta que más allá del 6 de junio y del 1 de septiembre, México requiere de un esfuerzo coordinado, en donde las partes propongan y negocien. De otra manera, es obvio, los problemas que pasa el país, se van a agudizar hasta poderse volver irresolubles, ante lo cual, la ruta de la polarización y la descalificación, nos ofrecerá un sombrío futuro.

México, su sociedad y su democracia, merecen un mejor destino. Cierto, las elecciones marcan diferencias entre los contendientes, pero el futuro, debe ofrecer convergencias.

javierolivaposada@gmail.com