/ jueves 22 de febrero de 2018

Adiós a la izquierda

“Igual que en la religión el hombre es dominado por el producto de su propia cabeza, en la producción capitalista lo es por el producto de su propia mano”.

Karl Marx

1. Ambición momentánea y oportunismo. La pérdida de alternativas de izquierda en México no es casual, lejos de ellos, se debe a un proceso continuado y complejo de crisis de índole diversa. Expliquémonos: desde hace, al menos, treinta años, las opciones partidarias que se reclaman de izquierda se subsumieron en los juegos y pugnas burocráticas que disputaban pequeñas migajas y miserables espacios. El acceso al dinero público y a los espacios legislativos se convirtió en cicuta constante e hicieron que se profundizara el distanciamiento entre los partidos de izquierdas y las demandas de los oprimidos. El sello histórico de la izquierda, al menos desde la asamblea francesa, fue luchar contra los privilegios.

En efecto, el propósito del viejo Reyes Heroles se cumplió a pie juntillas. Aquel discurso de 1977 en Chilpancingo, que dio el banderazo para la reforma electoral, que incorporó al partido comunista a la vida legislativa y, con ello, canalizó la evidente crisis social post 68 y de alguna manera post 71, hacia los rumbos de una incipiente y anémica vida parlamentaria. Después, el ingreso a la Cámara de diputados del PMT y el PRT en 1985 abrigó la esperanza de poder combinar la infaltable lucha social con la necesaria lucha parlamentaria. Un binomio que la mayoría olvidó y que llevó a la coagulación de una izquierda domesticada. Más adelante, ingresaron al poder legislativo algunas decenas de neopriistas en la insurgencia electoral de 88.

2. De la izquierda contestataria a la izquierda amaestrada. Los datos hemerográficos son contundentes, los que hoy se visten con ropajes opositores, fueron en el pasado acólitos del sistema político dominante (el PPS y PST brillaron por su abyección y entreguismo). Esto no hay que olvidarlo, si queremos entender su comportamiento actual. Es evidente, que al paso de los años se construyeron, con el presupuesto público, costras burocráticas y minorías privilegiadas que con máscaras de izquierda usufructuaron el monopolio de la historia socialista de México. No son más que una pandilla de vivales y de arribistas. Estos personajes se turnan en los distintos espacios legislativos, ellos y sus cercanos gozan de la mediocre y jugosa vida que les proporciona “negociar” sus votos ante el mejor postor.

3. AMLO: grotesca caricatura. El tabasqueño y sus bandazos religiosos y mesiánicos, constituyen la negación de las mejores tradiciones de la izquierda socialista y comunista del país. El combate a la desigualdad y a la concentración del ingreso de las minorías opulentas ya no es, y nunca lo fue, bandera de un personaje que pretende gobernar con una constitución moral bajo su brazo autoritario. La ignorancia de AMLO es supina, las relaciones de producción capitalistas no se basan en lazos amorosos y mucho menos éticos, la explotación de la fuerza de trabajo es el único motor que mueve a los grupos privilegiados, que, por cierto, ahora quiere incluir en su renovada república amorosa, entre los que destacan, Slim, Bailleres, Larrea y Salinas Pliego.

Epílogo. El país se enfila a una elección presidencial en donde el sistema sólo cambiará de rostro, pero no en su esencia económica y política.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

“Igual que en la religión el hombre es dominado por el producto de su propia cabeza, en la producción capitalista lo es por el producto de su propia mano”.

Karl Marx

1. Ambición momentánea y oportunismo. La pérdida de alternativas de izquierda en México no es casual, lejos de ellos, se debe a un proceso continuado y complejo de crisis de índole diversa. Expliquémonos: desde hace, al menos, treinta años, las opciones partidarias que se reclaman de izquierda se subsumieron en los juegos y pugnas burocráticas que disputaban pequeñas migajas y miserables espacios. El acceso al dinero público y a los espacios legislativos se convirtió en cicuta constante e hicieron que se profundizara el distanciamiento entre los partidos de izquierdas y las demandas de los oprimidos. El sello histórico de la izquierda, al menos desde la asamblea francesa, fue luchar contra los privilegios.

En efecto, el propósito del viejo Reyes Heroles se cumplió a pie juntillas. Aquel discurso de 1977 en Chilpancingo, que dio el banderazo para la reforma electoral, que incorporó al partido comunista a la vida legislativa y, con ello, canalizó la evidente crisis social post 68 y de alguna manera post 71, hacia los rumbos de una incipiente y anémica vida parlamentaria. Después, el ingreso a la Cámara de diputados del PMT y el PRT en 1985 abrigó la esperanza de poder combinar la infaltable lucha social con la necesaria lucha parlamentaria. Un binomio que la mayoría olvidó y que llevó a la coagulación de una izquierda domesticada. Más adelante, ingresaron al poder legislativo algunas decenas de neopriistas en la insurgencia electoral de 88.

2. De la izquierda contestataria a la izquierda amaestrada. Los datos hemerográficos son contundentes, los que hoy se visten con ropajes opositores, fueron en el pasado acólitos del sistema político dominante (el PPS y PST brillaron por su abyección y entreguismo). Esto no hay que olvidarlo, si queremos entender su comportamiento actual. Es evidente, que al paso de los años se construyeron, con el presupuesto público, costras burocráticas y minorías privilegiadas que con máscaras de izquierda usufructuaron el monopolio de la historia socialista de México. No son más que una pandilla de vivales y de arribistas. Estos personajes se turnan en los distintos espacios legislativos, ellos y sus cercanos gozan de la mediocre y jugosa vida que les proporciona “negociar” sus votos ante el mejor postor.

3. AMLO: grotesca caricatura. El tabasqueño y sus bandazos religiosos y mesiánicos, constituyen la negación de las mejores tradiciones de la izquierda socialista y comunista del país. El combate a la desigualdad y a la concentración del ingreso de las minorías opulentas ya no es, y nunca lo fue, bandera de un personaje que pretende gobernar con una constitución moral bajo su brazo autoritario. La ignorancia de AMLO es supina, las relaciones de producción capitalistas no se basan en lazos amorosos y mucho menos éticos, la explotación de la fuerza de trabajo es el único motor que mueve a los grupos privilegiados, que, por cierto, ahora quiere incluir en su renovada república amorosa, entre los que destacan, Slim, Bailleres, Larrea y Salinas Pliego.

Epílogo. El país se enfila a una elección presidencial en donde el sistema sólo cambiará de rostro, pero no en su esencia económica y política.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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