/ lunes 14 de enero de 2019

Adiós educación inicial

En los últimos días la atención de la opinión pública se ha centrado principalmente en asuntos como la escasez de gasolina o la Guardia Nacional. Sin embargo, existen otros temas de interés público, que inciden en nuestro país y que también debemos voltear a ver, uno de ellos es el tema educativo.

A pocos días de haber iniciado su sexenio, el presidente López Obrador envió a la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma a los artículos 3, 31 y 73 de la Constitución para revertir la Reforma Educativa.

Entre otras cosas, el texto vigente establece que además de impartir la educación preescolar, primaria, secundaria y media superior, el Estado promoverá y atenderá la educación inicial, no obstante en la propuesta se elimina esta modalidad, que atiende a niños y niñas desde su nacimiento hasta los cuatro años de edad, ya que es el período de vida en que se generan las bases del desarrollo, del aprendizaje, de la personalidad y del bienestar afectivo, así como el 90% del cerebro, lo que la le otorga una enorme trascendencia en la vida de cualquier persona.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, en nuestro país existen 26 millones 548 mil niñas y niños, de los cuales, 13 millones 220 mil tienen entre cero y cinco años de edad, de los cuales, alrededor de 500 mil son atendidos por el Consejo Nacional de Fomento Educativo y otros 500 mil por distintas dependencias del Estado Mexicano. La inversión en la primera infancia es fundamental, no solo a nivel económico, sino también a nivel social, ya que los adultos que de niños recibieron educación inicial, tienen más oportunidades de ser personas productivas, con menor incidencia en actos violentos o delictivos.

Lejos de eliminar la educación inicial del texto constitucional, debe valorarse implementar un programa nacional que extienda su beneficio a todos los niños y niñas en ese periodo de vida e incluso valorar incluirla dentro de la educación obligatoria.

Es fundamental reconocer que toda persona tiene derecho a la educación desde el momento de su nacimiento, eso nos coloca como un país que reconoce a las niñas y niños, no como un grupo vulnerable sino como sujetos de derechos.

En los últimos días la atención de la opinión pública se ha centrado principalmente en asuntos como la escasez de gasolina o la Guardia Nacional. Sin embargo, existen otros temas de interés público, que inciden en nuestro país y que también debemos voltear a ver, uno de ellos es el tema educativo.

A pocos días de haber iniciado su sexenio, el presidente López Obrador envió a la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma a los artículos 3, 31 y 73 de la Constitución para revertir la Reforma Educativa.

Entre otras cosas, el texto vigente establece que además de impartir la educación preescolar, primaria, secundaria y media superior, el Estado promoverá y atenderá la educación inicial, no obstante en la propuesta se elimina esta modalidad, que atiende a niños y niñas desde su nacimiento hasta los cuatro años de edad, ya que es el período de vida en que se generan las bases del desarrollo, del aprendizaje, de la personalidad y del bienestar afectivo, así como el 90% del cerebro, lo que la le otorga una enorme trascendencia en la vida de cualquier persona.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, en nuestro país existen 26 millones 548 mil niñas y niños, de los cuales, 13 millones 220 mil tienen entre cero y cinco años de edad, de los cuales, alrededor de 500 mil son atendidos por el Consejo Nacional de Fomento Educativo y otros 500 mil por distintas dependencias del Estado Mexicano. La inversión en la primera infancia es fundamental, no solo a nivel económico, sino también a nivel social, ya que los adultos que de niños recibieron educación inicial, tienen más oportunidades de ser personas productivas, con menor incidencia en actos violentos o delictivos.

Lejos de eliminar la educación inicial del texto constitucional, debe valorarse implementar un programa nacional que extienda su beneficio a todos los niños y niñas en ese periodo de vida e incluso valorar incluirla dentro de la educación obligatoria.

Es fundamental reconocer que toda persona tiene derecho a la educación desde el momento de su nacimiento, eso nos coloca como un país que reconoce a las niñas y niños, no como un grupo vulnerable sino como sujetos de derechos.