La construcción del aeropuerto internacional del país estará sujeta a la democracia participativa en octubre de este año, es decir, los mexicanos seremos consultados en qué lugar se finaliza el proyecto original de aeropuerto. La democracia directa en decisiones dicotómicas presenta algunos problemas. El primero es que no admite grises. Un ejemplo de esto, consiste en la decisión de Colombia de poner en las urnas la posibilidad de negociar con la guerrilla. En este caso las opciones a tabla rasa eran paz o justicia. En aquella ocasión, las personas que acudieron a las urnas llevaban consigo muchos sentimientos. En ese asunto, la decisión fue justicia.
Los seres humanos siempre llevamos la cabeza, emociones primarias y civismo a las votaciones. La construcción del aeropuerto o la terminación del proyecto original llevan en paralelo los sentimientos sobre escándalos de corrupción en licitaciones arregladas, tráfico de influencias -o- donaciones estatales para empresas fantasma ¿Cuál es la opción cívica? y ¿Qué criterios orientan nuestro civismo?Ésta es una decisión técnica que no debería estar acompañada del estómago y del corazón, pero aquí nos tocó vivir, dice Cristina Pacheco y así tocará la consulta.
El segundo de los problemas está en la necesidad de información completa y la comprensión de ésta. El proyecto original está avalado, entre otras cosas, por un dictamen del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Una idea común es darle validez a un estudio por quién lo emite. Se lee o se escucha el acrónimo MIT y de inmediato se entiende que es serio y válido. El nivel de lenguaje técnico, en un idioma extranjero, impide la lectura y más aun la comprensión. La mayoría de los mexicanos desconocemos su contenido y pocos podrían entender el mismo. En la otra mano está la información que se puso a nuestra disposición, de allí solo se amplió mi vocabulario al leer conceptos como: impacto acumulativo, impacto sinérgico o servicio ecosistémico. La cuestión se agrava cuando convergen decenas de disciplinas como ingeniería, movilidad, economía, aeronáutica, etc.
El tercer problema está en el efecto en la discusión pública. Se escucha y se lee el debate en dos partes: a favor y en contra. No podemos estar toda la vida en posiciones antagónicas, la democracia es más que el agregado de voluntades, ésta nos permite generar muchos grados del debate y llama a la prudencia cuando se trata de cuestiones estrictamente técnicas. La democracia no crea posiciones en contrapunto, al contrario, ésta armoniza las voluntades para entender el camino y las motivaciones de la decisión -y- no la decisión en sí misma en cuestiones tan técnicas.
En la experiencia comparada tenemos que el Reino Unido realizó una consulta popular (fuera del cauce constitucional) para cuestionar su salida de la Comunidad Europea con una pregunta dicotómica ¿salir o quedarse? La población joven (la más afectada) no quedó muy satisfecha con el resultado, sin embargo, en una consulta popular no se puede dar voto de calidad a las personas afectadas o beneficiadas, todos deben tener una voz.
La consulta está en el ámbito de lo político y ocupa el vacío que han dejado las autoridades en funciones, ya que éstas no han comunicado nada al respecto ni defendido las razones de su proyecto. Participar en el espacio público está bien, pero esta vez, mi voluntad la delegaría en un conjunto de expertos. No opinaría sobre lo que sucede en una cirugía a corazón abierto o cómo debería realizarse la misma. En las mismas condiciones que no me siento capaz de participar en esta consulta sobre las múltiples aristas técnicas que implican la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM)
Dr. En Derecho