/ miércoles 2 de diciembre de 2020

Agenda ambiental bilateral

Todos los días hay noticias en la prensa de que el presidente recién electo de los Estados Unidos de Norteamérica, Joe Biden, se reúne con los mandatarios de diversos países de América Latina para acordar temas puntuales de su relación bilateral; varios de ellos incluyen temas de la agenda ambiental, y es increíble que nuestro presidente ni siquiera la llamada telefónica ha tomado. Sin embargo, el tiempo sigue avanzando y en un mes estará iniciando el nuevo periodo presidencial en el que uno de los pilares es el tema del cambio climático.

La propuesta del presidente electo se titula “Revolución de energía limpia y justicia ambiental” que, entre otras cosas, impulsa cambios fundamentales para enfrentar la crisis climática que ha agravado las externalidades negativas del fenómeno del calentamiento global con diversas consecuencias como el aumento en la reducción de las cubiertas de nieve en los polos, el aumento de tormentas y de incendios, según sea el nivel de vulnerabilidad, y que en todos los casos afecta la salud humana.

Con base en lo anterior, Joe Biden hizo un compromiso de invertir $1,700 billones de dólares con la meta puntual de que para 2050, la economía de EUA estará “basada al 100 por ciento en energía limpia con cero emisiones netas”. Esto implicará inversiones en avances tecnológicos sin uso de carbono. Se sustenta en el hecho de que, nuestro país vecino contribuye con un poco más de 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Por ello, la Unión Americana también regresará a suscribir el Acuerdo de París que hace unos meses había quedado fuera de sus compromisos y obligaciones.

Biden se comprometió públicamente a liderar una iniciativa diplomática para lograr que cada nación vaya más allá de sus compromisos iniciales en el Acuerdo de París; esto va a constituir una presión para nosotros primero, porque no ha iniciado la relación de transición, y por lo tanto, no se están planeando metas bilaterales en el corto plazo; segundo, porque tenemos el marco del cumplimiento del recién entrado en vigor acuerdo comercial trilateral - TEC/MEC- que en materia ambiental se traduce en un instrumento más de cumplimiento.

No es descabellado pensar que será una apuesta que Biden sí quiera cumplir, ya que en su calidad de vicepresidente impulsó la realización de inversiones para energías limpias en el país y también, en su papel de senador, impulsó el proyecto de Ley sobre Cambio Climático; además, ha sido gran promotor de la electromobilidad y de la reducción de consumo de petróleo para el impulso de actividades de desarrollo económico. Por lo tanto, el presidente López tendrá que incluir el tema energético y de cambio climático en su propuesta de relación bilateral.

Ya que mientras arriba de nuestro país están pensando en el plan de recuperación verde, aquí seguimos apostándole a la quema de combustibles fósiles. La ausencia de un Plan Verde no nos permite alcanzar las metas planteadas como Nación. Como diversos colectivos han citado, así como el recién publicado Reporte de Transparencia Climática en México por reducir el uso de energías limpias, no podemos aplaudir el hecho positivo de que, como consecuencia de la pandemia, sí ha habido una reducción de emisiones de GEI en el país. Pero este hecho no podrá ser sostenido en el tiempo porque se prevé que la reactivación económica llevará aparejado un nuevo incremento de emisiones por el uso de fuentes fósiles. La política ambiental nacional va en sentido contrario a lo que apuntan la mayoría de los países de la comunidad internacional que han emitido planes verdes de recuperación económica, y aquí seguimos sin impulsar la industria con bajo uso de intensidad de carbono.

Diferentes medidas se han impulsado, desde grandes avances tecnológicos como se hizo en el marco del Foro Mundial de Economía, hasta medidas locales de impulsar la electromovilidad y el incremento de energías alternativas. Aquí las grandes apuestas presidenciales son los megaproyectos donde la construcción de la Refinería Dos Bocas claramente va en sentido opuesto a la tendencia global.

México tiene hoy la oportunidad de dar nuevamente un viraje en la política ambiental y volver a reforzar nuestros compromisos de país en el marco del Acuerdo de París y de otros compromisos internacionales. La política ambiental y la política energética deben de ser pilares esenciales en el proyecto de transformación de la 4T, porque el medio ambiente y la salud son materias transversales que tocan a todos los giros económicos del país, y apostarle a una recuperación económica verde, además de generar más empleos, nos estaría llevando nuevamente a retomar el camino de la sustentabilidad que como compromiso de país, ayudará a garantizar un medio ambiente sano para las generaciones presentes y las futuras, además de garantizar justicia ambiental a nivel nacional.

Todos los días hay noticias en la prensa de que el presidente recién electo de los Estados Unidos de Norteamérica, Joe Biden, se reúne con los mandatarios de diversos países de América Latina para acordar temas puntuales de su relación bilateral; varios de ellos incluyen temas de la agenda ambiental, y es increíble que nuestro presidente ni siquiera la llamada telefónica ha tomado. Sin embargo, el tiempo sigue avanzando y en un mes estará iniciando el nuevo periodo presidencial en el que uno de los pilares es el tema del cambio climático.

La propuesta del presidente electo se titula “Revolución de energía limpia y justicia ambiental” que, entre otras cosas, impulsa cambios fundamentales para enfrentar la crisis climática que ha agravado las externalidades negativas del fenómeno del calentamiento global con diversas consecuencias como el aumento en la reducción de las cubiertas de nieve en los polos, el aumento de tormentas y de incendios, según sea el nivel de vulnerabilidad, y que en todos los casos afecta la salud humana.

Con base en lo anterior, Joe Biden hizo un compromiso de invertir $1,700 billones de dólares con la meta puntual de que para 2050, la economía de EUA estará “basada al 100 por ciento en energía limpia con cero emisiones netas”. Esto implicará inversiones en avances tecnológicos sin uso de carbono. Se sustenta en el hecho de que, nuestro país vecino contribuye con un poco más de 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Por ello, la Unión Americana también regresará a suscribir el Acuerdo de París que hace unos meses había quedado fuera de sus compromisos y obligaciones.

Biden se comprometió públicamente a liderar una iniciativa diplomática para lograr que cada nación vaya más allá de sus compromisos iniciales en el Acuerdo de París; esto va a constituir una presión para nosotros primero, porque no ha iniciado la relación de transición, y por lo tanto, no se están planeando metas bilaterales en el corto plazo; segundo, porque tenemos el marco del cumplimiento del recién entrado en vigor acuerdo comercial trilateral - TEC/MEC- que en materia ambiental se traduce en un instrumento más de cumplimiento.

No es descabellado pensar que será una apuesta que Biden sí quiera cumplir, ya que en su calidad de vicepresidente impulsó la realización de inversiones para energías limpias en el país y también, en su papel de senador, impulsó el proyecto de Ley sobre Cambio Climático; además, ha sido gran promotor de la electromobilidad y de la reducción de consumo de petróleo para el impulso de actividades de desarrollo económico. Por lo tanto, el presidente López tendrá que incluir el tema energético y de cambio climático en su propuesta de relación bilateral.

Ya que mientras arriba de nuestro país están pensando en el plan de recuperación verde, aquí seguimos apostándole a la quema de combustibles fósiles. La ausencia de un Plan Verde no nos permite alcanzar las metas planteadas como Nación. Como diversos colectivos han citado, así como el recién publicado Reporte de Transparencia Climática en México por reducir el uso de energías limpias, no podemos aplaudir el hecho positivo de que, como consecuencia de la pandemia, sí ha habido una reducción de emisiones de GEI en el país. Pero este hecho no podrá ser sostenido en el tiempo porque se prevé que la reactivación económica llevará aparejado un nuevo incremento de emisiones por el uso de fuentes fósiles. La política ambiental nacional va en sentido contrario a lo que apuntan la mayoría de los países de la comunidad internacional que han emitido planes verdes de recuperación económica, y aquí seguimos sin impulsar la industria con bajo uso de intensidad de carbono.

Diferentes medidas se han impulsado, desde grandes avances tecnológicos como se hizo en el marco del Foro Mundial de Economía, hasta medidas locales de impulsar la electromovilidad y el incremento de energías alternativas. Aquí las grandes apuestas presidenciales son los megaproyectos donde la construcción de la Refinería Dos Bocas claramente va en sentido opuesto a la tendencia global.

México tiene hoy la oportunidad de dar nuevamente un viraje en la política ambiental y volver a reforzar nuestros compromisos de país en el marco del Acuerdo de París y de otros compromisos internacionales. La política ambiental y la política energética deben de ser pilares esenciales en el proyecto de transformación de la 4T, porque el medio ambiente y la salud son materias transversales que tocan a todos los giros económicos del país, y apostarle a una recuperación económica verde, además de generar más empleos, nos estaría llevando nuevamente a retomar el camino de la sustentabilidad que como compromiso de país, ayudará a garantizar un medio ambiente sano para las generaciones presentes y las futuras, además de garantizar justicia ambiental a nivel nacional.