/ sábado 22 de febrero de 2020

Agoniza la salud pública en México

El sistema de salud en México está en coma. Por un lado, comenzó la lluvia de amparos de los padres de familia que siguen a la espera de que los hospitales públicos tengan los medicamentos requeridos por sus hijos con cáncer.


Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, quien inicialmente estuvo en las reuniones con los padres, esta semana desapareció de la mesa de negociación y emprendió la huida, dejando con las manos vacías a cientos de pequeños ciudadanos.

ara apaciguar la protesta, empezaron las descalificaciones por parte del gobierno en contra de aquellos que han osado enfrentar a la maquinaria del Estado, interponiendo amparos contra el IMSS, el ISSSTE y la Secretaría de Salud, cuyas autoridades aseguran contar con los fármacos pero, en realidad, no los tienen o los esconden, porque a la fecha no han llegado a farmacias de los hospitales.

El primer descalificado en la lista fue Israel Rivas, papá de Danah una menor atendida en el Hospital Infantil “Federico Gómez” de la Ciudad de México, sólo por haber trabajado como locutor en una estación de radio en Oaxaca que, dicen, es propiedad de una diputada panista. Olvidan que el origen de su protesta es la falta de atención médica a su hija.

El problema de escasez de tratamientos viene desde la administración de Vicente Fox, quien igual que su colega Felipe Calderón y, después, con Enrique Peña Nieto, todos se dedicaron más a llenar sus talegas con el dinero de los negocios fabulosos que se obtienen desde la Presidencia que en ver por la salud del pueblo, el cual cada día se encuentra más desprotegido porque hay ineficiencia en las autoridades para ponerlos al corriente en medicinas que salvan vidas.

López Obrador ordena públicamente (desde sus conferencias “mañaneras”) lo que debe de hacerse, pero en privado no le hacen caso o son demasiado ineptos sus colaboradores para asumir responsabilidades supremas como es la salud de un pueblo, ese mismo que votó masivamente a favor de AMLO para Presidente.

Aunque el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, asegure desde Palacio Nacional ante el Presidente de la República que ya está solucionado el problema, la realidad es que los anaqueles de los hospitales siguen vacíos.

Entrevistados por Alto Poder, Omar Hernández e Israel Rivas, padres de niños con cáncer, quienes encabezan las protestas y movilizaciones, confirmaron que continúan sin suministrar tratamientos a cientos de menores en hospitales de todo el país.

AUTORIDADES MIENTEN A LOS PADRES

Ante el doble discurso gubernamental, los familiares decidieron el miércoles pasado, romper las negociaciones con la Secretaría de Gobernación para reiniciar las protestas, principalmente en los ocho estados donde se ha sentido más la falta de fármacos, que son Yucatán, Baja California, Estado de México, Ciudad de México, Oaxaca, Guerrero, Zacatecas y Chiapas.

Esta escasez nada tiene que ver con que los estados se hayan adherido o no al Instituto de Salud para el Bienestar, el Insabi, que sustituyó al Seguro Popular, un programa destinado a morir desde su creación rumbosa y muy publicitada por Vicente Fox, cuando era el amo y señor de México.

Para justificar la actual escasez de medicamentos, el presidente López Obrador ha exhibido la complicidad que existía entre el gobierno y los empresarios farmacéuticos. Incluso, se dijo que ya habían importado los tratamientos y se difundieron imágenes con las cajas, pero hasta el momento nadie sabe dónde están.

Ante este escenario, los afectados siguen esperando al secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien inexplicablemente desapareció del mapa político que debe hacer frente ante el reclamo popular.

Si el pueblo votó masivamente por AMLO, los funcionarios de su gobierno están obligados a responder al apoyo popular. Al problema se han unido también los médicos de los hospitales públicos.

CON LA 4T PREVALECE LA DESIGUALDAD

Durante los recorridos a hospitales que realizan los funcionarios federales, han escuchado toda clase de historias, quejas, lamentos y promesas sin fin. Las enfermeras se quejan que de su salario no les alcanza para pagar de sus bolsillos gasas, jeringas, alcohol y todos los insumos que deben proporcionarles.

Contrariamente, como una bofetada a la pobreza popular, en los hospitales privados los médicos cobran consultas en no menos de dos mil pesos. Si requiere cirugía, necesita llegar al quirófano con costales de dinero dispuesto a la voracidad de los empresarios de la salud.

Así de desigual es el México de la Cuarta Transformación y, por lo que se puede apreciar, no es aventurado señalar que el aparato hospitalario del país, está en manos de empresarios que deberían recibir una cardioversión para dejar su zona de confort y abrazar la lucha de la medicina para todos, que ya se empieza a manifestar en diversos lugares de la nación.

De momento, para abrir boca en la crítica generalizada de los empresarios de laboratorios voraces y alejados de la piedad humana, ya tienen sobre los hombros una acusación de ocho mil mujeres que padecen cáncer y tienen problemas para obtener los medicamentos que por obligación institucional debe darles el Estado.

La aparición del Insabi puso en riesgo a más de tres mil organizaciones civiles que atienden, de manera gratuita a pacientes con diversas enfermedades, porque dejarán de percibir recursos públicos y tendrán que buscar benefactores en el sector privado, que también son escasos día con día.

La bomba que explotó esta semana fue la Fundación para el Cáncer de Mama, la Fucam, porque las mujeres atendidas en sus hospitales fueron informadas de que ya no había medicamentos ni habrá más recursos.

Un país cercado por las enfermedades es un lugar donde no tiene cabida el progreso ni los bienes de la civilización y la cultura. Las autoridades deben cuidar mucho que no se pase de las protestas callejeras o de gritos solicitando medicinas, a la violencia, porque la enfermedad y el hambre conducen a la desesperación si no hay con que curarla o calmarla.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

El sistema de salud en México está en coma. Por un lado, comenzó la lluvia de amparos de los padres de familia que siguen a la espera de que los hospitales públicos tengan los medicamentos requeridos por sus hijos con cáncer.


Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, quien inicialmente estuvo en las reuniones con los padres, esta semana desapareció de la mesa de negociación y emprendió la huida, dejando con las manos vacías a cientos de pequeños ciudadanos.

ara apaciguar la protesta, empezaron las descalificaciones por parte del gobierno en contra de aquellos que han osado enfrentar a la maquinaria del Estado, interponiendo amparos contra el IMSS, el ISSSTE y la Secretaría de Salud, cuyas autoridades aseguran contar con los fármacos pero, en realidad, no los tienen o los esconden, porque a la fecha no han llegado a farmacias de los hospitales.

El primer descalificado en la lista fue Israel Rivas, papá de Danah una menor atendida en el Hospital Infantil “Federico Gómez” de la Ciudad de México, sólo por haber trabajado como locutor en una estación de radio en Oaxaca que, dicen, es propiedad de una diputada panista. Olvidan que el origen de su protesta es la falta de atención médica a su hija.

El problema de escasez de tratamientos viene desde la administración de Vicente Fox, quien igual que su colega Felipe Calderón y, después, con Enrique Peña Nieto, todos se dedicaron más a llenar sus talegas con el dinero de los negocios fabulosos que se obtienen desde la Presidencia que en ver por la salud del pueblo, el cual cada día se encuentra más desprotegido porque hay ineficiencia en las autoridades para ponerlos al corriente en medicinas que salvan vidas.

López Obrador ordena públicamente (desde sus conferencias “mañaneras”) lo que debe de hacerse, pero en privado no le hacen caso o son demasiado ineptos sus colaboradores para asumir responsabilidades supremas como es la salud de un pueblo, ese mismo que votó masivamente a favor de AMLO para Presidente.

Aunque el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, asegure desde Palacio Nacional ante el Presidente de la República que ya está solucionado el problema, la realidad es que los anaqueles de los hospitales siguen vacíos.

Entrevistados por Alto Poder, Omar Hernández e Israel Rivas, padres de niños con cáncer, quienes encabezan las protestas y movilizaciones, confirmaron que continúan sin suministrar tratamientos a cientos de menores en hospitales de todo el país.

AUTORIDADES MIENTEN A LOS PADRES

Ante el doble discurso gubernamental, los familiares decidieron el miércoles pasado, romper las negociaciones con la Secretaría de Gobernación para reiniciar las protestas, principalmente en los ocho estados donde se ha sentido más la falta de fármacos, que son Yucatán, Baja California, Estado de México, Ciudad de México, Oaxaca, Guerrero, Zacatecas y Chiapas.

Esta escasez nada tiene que ver con que los estados se hayan adherido o no al Instituto de Salud para el Bienestar, el Insabi, que sustituyó al Seguro Popular, un programa destinado a morir desde su creación rumbosa y muy publicitada por Vicente Fox, cuando era el amo y señor de México.

Para justificar la actual escasez de medicamentos, el presidente López Obrador ha exhibido la complicidad que existía entre el gobierno y los empresarios farmacéuticos. Incluso, se dijo que ya habían importado los tratamientos y se difundieron imágenes con las cajas, pero hasta el momento nadie sabe dónde están.

Ante este escenario, los afectados siguen esperando al secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien inexplicablemente desapareció del mapa político que debe hacer frente ante el reclamo popular.

Si el pueblo votó masivamente por AMLO, los funcionarios de su gobierno están obligados a responder al apoyo popular. Al problema se han unido también los médicos de los hospitales públicos.

CON LA 4T PREVALECE LA DESIGUALDAD

Durante los recorridos a hospitales que realizan los funcionarios federales, han escuchado toda clase de historias, quejas, lamentos y promesas sin fin. Las enfermeras se quejan que de su salario no les alcanza para pagar de sus bolsillos gasas, jeringas, alcohol y todos los insumos que deben proporcionarles.

Contrariamente, como una bofetada a la pobreza popular, en los hospitales privados los médicos cobran consultas en no menos de dos mil pesos. Si requiere cirugía, necesita llegar al quirófano con costales de dinero dispuesto a la voracidad de los empresarios de la salud.

Así de desigual es el México de la Cuarta Transformación y, por lo que se puede apreciar, no es aventurado señalar que el aparato hospitalario del país, está en manos de empresarios que deberían recibir una cardioversión para dejar su zona de confort y abrazar la lucha de la medicina para todos, que ya se empieza a manifestar en diversos lugares de la nación.

De momento, para abrir boca en la crítica generalizada de los empresarios de laboratorios voraces y alejados de la piedad humana, ya tienen sobre los hombros una acusación de ocho mil mujeres que padecen cáncer y tienen problemas para obtener los medicamentos que por obligación institucional debe darles el Estado.

La aparición del Insabi puso en riesgo a más de tres mil organizaciones civiles que atienden, de manera gratuita a pacientes con diversas enfermedades, porque dejarán de percibir recursos públicos y tendrán que buscar benefactores en el sector privado, que también son escasos día con día.

La bomba que explotó esta semana fue la Fundación para el Cáncer de Mama, la Fucam, porque las mujeres atendidas en sus hospitales fueron informadas de que ya no había medicamentos ni habrá más recursos.

Un país cercado por las enfermedades es un lugar donde no tiene cabida el progreso ni los bienes de la civilización y la cultura. Las autoridades deben cuidar mucho que no se pase de las protestas callejeras o de gritos solicitando medicinas, a la violencia, porque la enfermedad y el hambre conducen a la desesperación si no hay con que curarla o calmarla.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.