Con el inicio de la temporada de lluvias, que empezó el 15 de mayo y se prolongará hasta el 30 de noviembre, nuestro país se prepara para un intenso periodo de ciclones, huracanes y depresiones tropicales, cuya mayor fuerza será entre junio y septiembre. La particularidad de esta temporada es que será más activa tanto en el Golfo de México como en el Pacífico, pero sobre todo, que se da en el contexto de la emergencia sanitaria por COVID-19, por lo que las autoridades refieren que se reforzará la vigilancia de hospitales para garantizar su funcionamiento.
De acuerdo con la información que recientemente anunciada por la CONAGUA, para esta temporada de lluvias se cuenta con un pronóstico de 30 a 37 sistemas en los Océanos Pacífico y Atlántico, de los cuales se estiman 18 tormentas tropicales; 10 huracanes categorías 1 y 2, y 9 huracanes categorías 3, 4, ó 5.
Por su parte, en la Ciudad de México, el Coordinador General del Sistema de Aguas afirmó que se tienen identificados 73 puntos de riesgo de inundaciones durante la temporada de lluvias que en esta ocasión serán más abundantes que el año anterior.
Asimismo, enfatizó la necesidad de trabajar de manera coordinada con la CONAGUA y la Comisión Estatal de Aguas del Estado de México, a través de un puesto de mando para hacer más eficiente la operación de los sistemas de drenaje y red hidráulica en la zona metropolitana del Valle de México.
La Ciudad de México, principalmente las delegaciones centrales ya vivieron los primeros estragos de esta temporada de lluvias, con la granizada “atípica” del pasado 8 de junio, y las tormentas eléctricas que se presentaron desde el domingo y que se prolongarán por toda esta semana deacuerdo con la CONAGUA.
Lo anterior deja ver con claridad la magnitud del reto que implica la gestión adecuada de los riesgos hidrotemeorológicos. La realidad es que cada año se agudiza la intensidad y duración de las lluvias, incrementando los problemas derivados de encharcamientos o inundaciones que afectan la economía, la movilidad, la infraestructura, los ecosistemas y la población.
Por su ubicación geográfica, el país presenta una alta vulnerabilidad a sufrir los impactos de fenómenos hidrometeorológicos, pese a ello, las ciudades en general, no cuenta aún con una eficiente planeación que permita disminuir tales afectaciones. Aunque es un fenómeno recurrente, no todos los municipios cuentan con Atlas de Riesgos ni con programas o protocolos de actuación temprana que permitan identificar los riesgos y mitigar las afectaciones.
No debemos olvidar que los efectos del cambio climático se manifiestan con una mayor duración e intensidad de los fenómenos hidrometereológicos y en la afectación del ciclo hidrológico. México es uno de los países con mayor riesgo de sufrir sus embates, y las inundaciones son el principal desastre natural que hemos padecido en la última década.
La necesidad de planear para prevenir es única y estamos en el límite de iniciar este proceso.
Director Ejecutivo de Agua Capital