/ jueves 2 de diciembre de 2021

Agua del molino | Tercer año de gobierno

Acaba de cumplir el Presidente de la República su tercer año de gobierno. Un balance al respecto nos lleva a resaltar tres aspectos del mismo, a saber, la violencia, la educación y las reiteradas ocasiones en que el Presidente se contradice. Me refiero a que la violencia, que no cesa, tiene como causa principal las graves deficiencias que hay en el país en materia de educación, es decir, de una sólida base valorativa que forme o vaya formando el carácter del mexicano y que en consecuencia imprima en el individuo, desde niño, un cabal respecto por los principios morales propios y específicos de nuestra cultura. Al señalar lo anterior no se descubre nada nuevo, sino que se reitera. Y ese conjunto de valores debe permanecer y continuar desde las normas educativas hasta la cima universitaria en que culminan. Por eso ha sido grave la descalificación que el Presidente ha hecho de la Universidad y en concreto de la UNAM. Pero he aludido a las contradicciones en que incurre con frecuencia el propio Presidente; lo cual me lleva a reflexionar sobre aquello de que rectificar es de sabios y me recuerda que el gran poeta inglés Alexander Pope dijo: “errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Propongo, pues, que el Presidente rectifique. Sí, que al iniciar su tercer año de gobierno se vuelva sabio político y reconozca la trascendencia de la UNAM.

Se trata, en suma, de que el titular del Poder Ejecutivo de la Unión admita que la violencia no disminuye y que es un mal social que tiene sus raíces en una enorme, gigantesca, crisis de valores; o sea, de educación, y que en tanto esto no se vea con meridiana claridad la violencia seguirá creciendo. Los siguientes tres años de gobierno, por lo tanto, deberían transcurrir bajo el impulso de una rectificación política que no descalifique a la Universidad sino que, al contrario, la reconozca y admita su enorme influencia. Parece algo obvio, pero no lo es tanto si se piensa en lo siguiente. Es falso el progreso sin educación y sin Universidad, porque se trataría de una apariencia que favorece la constante presencia de intereses manipuladores de toda clase y que minan el progreso convirtiéndolo en retraso. Es paradójico que se entiendan las causas motivadoras de la violencia y que al llegar al punto de la educación se critique negativamente la única fuente de enaltecimiento moral. Hay que decirlo a los cuatro vientos, la violencia es un problema de inmoralidad, de falta de consolidación de los principios éticos que permitan distinguir lo positivo de lo negativo. Fácil enunciado el anterior, entendible a primera vista, pero que necesita de la lupa analizadora, sistemática, del estudio universitario. Me refiero aquí a la alianza necesaria entre la Universidad y el gobierno, en un estudio que determine con claridad -lo que ya se ha hecho- causas y concausas, motivaciones, influencias de un mal terrible que a toda costa hay que combatir y erradicar. En conclusión, que el gobierno reconozca su error humano y rectifique con la señal de un propósito que debe iluminar el camino de los próximos tres años. La violencia se debe combatir con el impulso de la educación que culmina en la Universidad.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL


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Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca

Acaba de cumplir el Presidente de la República su tercer año de gobierno. Un balance al respecto nos lleva a resaltar tres aspectos del mismo, a saber, la violencia, la educación y las reiteradas ocasiones en que el Presidente se contradice. Me refiero a que la violencia, que no cesa, tiene como causa principal las graves deficiencias que hay en el país en materia de educación, es decir, de una sólida base valorativa que forme o vaya formando el carácter del mexicano y que en consecuencia imprima en el individuo, desde niño, un cabal respecto por los principios morales propios y específicos de nuestra cultura. Al señalar lo anterior no se descubre nada nuevo, sino que se reitera. Y ese conjunto de valores debe permanecer y continuar desde las normas educativas hasta la cima universitaria en que culminan. Por eso ha sido grave la descalificación que el Presidente ha hecho de la Universidad y en concreto de la UNAM. Pero he aludido a las contradicciones en que incurre con frecuencia el propio Presidente; lo cual me lleva a reflexionar sobre aquello de que rectificar es de sabios y me recuerda que el gran poeta inglés Alexander Pope dijo: “errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Propongo, pues, que el Presidente rectifique. Sí, que al iniciar su tercer año de gobierno se vuelva sabio político y reconozca la trascendencia de la UNAM.

Se trata, en suma, de que el titular del Poder Ejecutivo de la Unión admita que la violencia no disminuye y que es un mal social que tiene sus raíces en una enorme, gigantesca, crisis de valores; o sea, de educación, y que en tanto esto no se vea con meridiana claridad la violencia seguirá creciendo. Los siguientes tres años de gobierno, por lo tanto, deberían transcurrir bajo el impulso de una rectificación política que no descalifique a la Universidad sino que, al contrario, la reconozca y admita su enorme influencia. Parece algo obvio, pero no lo es tanto si se piensa en lo siguiente. Es falso el progreso sin educación y sin Universidad, porque se trataría de una apariencia que favorece la constante presencia de intereses manipuladores de toda clase y que minan el progreso convirtiéndolo en retraso. Es paradójico que se entiendan las causas motivadoras de la violencia y que al llegar al punto de la educación se critique negativamente la única fuente de enaltecimiento moral. Hay que decirlo a los cuatro vientos, la violencia es un problema de inmoralidad, de falta de consolidación de los principios éticos que permitan distinguir lo positivo de lo negativo. Fácil enunciado el anterior, entendible a primera vista, pero que necesita de la lupa analizadora, sistemática, del estudio universitario. Me refiero aquí a la alianza necesaria entre la Universidad y el gobierno, en un estudio que determine con claridad -lo que ya se ha hecho- causas y concausas, motivaciones, influencias de un mal terrible que a toda costa hay que combatir y erradicar. En conclusión, que el gobierno reconozca su error humano y rectifique con la señal de un propósito que debe iluminar el camino de los próximos tres años. La violencia se debe combatir con el impulso de la educación que culmina en la Universidad.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

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