/ miércoles 29 de agosto de 2018

Aguas Profundas | TLC energético o nada

Si las versiones que se corren alrededor del cuarto de junto, en la renegociación del TLC con EU, son ciertas y el negociador enviado por AMLO, Jesús Seade, lo que quería era dejar fuera al sector energético de las conversaciones por dos razones: La primera, no le entienden muy bien a la reforma energética, no saben muy bien de qué se trata; la segunda, y más interesante, hasta hace unas semanas dentro del equipo del presidente electo no sabían si se iba a echar para atrás la reforma energética.

Hay que tomar en cuenta que en el TLC vigente desde 1994 no tenía capítulo energético porque había monopolios constitucionales en el sector petrolero y eléctrico, que se mantuvieron hasta la reforma constitucional de 2014.

¿Qué es lo que ganan los empresarios de Estados Unidos con el TLC? Lo que dicen los expertos es que, tras la apertura, las oportunidades de hacer negocios en toda la industria son grandes entonces no hay ninguna ventaja en tener o no el acuerdo comercial, sin embargo, les da certeza sobre las inversiones hechas, por realizarse en áreas donde ya están operando o tienen planes para hacerlos.

Les da certidumbre jurídica sobre el rumbo de apertura existente en el área industrial del sector petrolero, les da viabilidad de largo plazo para que, en caso de haber una reversa en el entorno jurídico hay manera de ampararse.

Certidumbre y certeza jurídica para las inversiones hechas tanto en el sector petrolero como en el eléctrico.

Lo que gana México con el acuerdo, en su relación con Estados Unidos, es dejar en claro temas como que las reservas petroleras pertenecen al estado y no son parte del contratista, que la solución de controversias es asumida por las entidades reguladoras mexicanas – a saber, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía más la ASEA en protección al medio ambiente- y el cobro de los derechos petroleros a partir de criterios nacionales, básicamente, lo que decida la SHCP.

Las negociaciones que se han hecho tienen varias aristas, Seade intentó con fuerza plasmar los criterios del nuevo gobierno, aunque el principal problema era saber primero cuáles serían los criterios con los que se tenía que trabajar, la perspectiva de corto plazo era no meterlo, pero ante la disyuntiva de que sin ese capítulo toda la negociación se vendría abajo obligó a repensar la oferta que se quería poner en la mesa.

Lo que los expertos saben es que el equipo de negociación de Guajardo y Videgaray, lo que trabajaron fue en adelantar todos los temas en donde no habría problema, luego una segunda ronda donde habría ajustes y al final pues se trató el tema de los o todo o nada y ahí estaba clavado el apunte energético.

No se tiene claro si la negociación hecha, si la perspectiva que se tenía de ella en el equipo de AMLO, es de su total agrado, pero sin meterla, era claro que no habría nada y hoy por hoy Seade está convencido de que el TLC se necesita.

mail: lcarriles@la-prensa.com.mx

Twitter: @luiscarrujos


Si las versiones que se corren alrededor del cuarto de junto, en la renegociación del TLC con EU, son ciertas y el negociador enviado por AMLO, Jesús Seade, lo que quería era dejar fuera al sector energético de las conversaciones por dos razones: La primera, no le entienden muy bien a la reforma energética, no saben muy bien de qué se trata; la segunda, y más interesante, hasta hace unas semanas dentro del equipo del presidente electo no sabían si se iba a echar para atrás la reforma energética.

Hay que tomar en cuenta que en el TLC vigente desde 1994 no tenía capítulo energético porque había monopolios constitucionales en el sector petrolero y eléctrico, que se mantuvieron hasta la reforma constitucional de 2014.

¿Qué es lo que ganan los empresarios de Estados Unidos con el TLC? Lo que dicen los expertos es que, tras la apertura, las oportunidades de hacer negocios en toda la industria son grandes entonces no hay ninguna ventaja en tener o no el acuerdo comercial, sin embargo, les da certeza sobre las inversiones hechas, por realizarse en áreas donde ya están operando o tienen planes para hacerlos.

Les da certidumbre jurídica sobre el rumbo de apertura existente en el área industrial del sector petrolero, les da viabilidad de largo plazo para que, en caso de haber una reversa en el entorno jurídico hay manera de ampararse.

Certidumbre y certeza jurídica para las inversiones hechas tanto en el sector petrolero como en el eléctrico.

Lo que gana México con el acuerdo, en su relación con Estados Unidos, es dejar en claro temas como que las reservas petroleras pertenecen al estado y no son parte del contratista, que la solución de controversias es asumida por las entidades reguladoras mexicanas – a saber, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía más la ASEA en protección al medio ambiente- y el cobro de los derechos petroleros a partir de criterios nacionales, básicamente, lo que decida la SHCP.

Las negociaciones que se han hecho tienen varias aristas, Seade intentó con fuerza plasmar los criterios del nuevo gobierno, aunque el principal problema era saber primero cuáles serían los criterios con los que se tenía que trabajar, la perspectiva de corto plazo era no meterlo, pero ante la disyuntiva de que sin ese capítulo toda la negociación se vendría abajo obligó a repensar la oferta que se quería poner en la mesa.

Lo que los expertos saben es que el equipo de negociación de Guajardo y Videgaray, lo que trabajaron fue en adelantar todos los temas en donde no habría problema, luego una segunda ronda donde habría ajustes y al final pues se trató el tema de los o todo o nada y ahí estaba clavado el apunte energético.

No se tiene claro si la negociación hecha, si la perspectiva que se tenía de ella en el equipo de AMLO, es de su total agrado, pero sin meterla, era claro que no habría nada y hoy por hoy Seade está convencido de que el TLC se necesita.

mail: lcarriles@la-prensa.com.mx

Twitter: @luiscarrujos