/ martes 8 de septiembre de 2020

Ajo y Agua | En el pecado llevará la penitencia

El capricho de Bartomeu le saldrá muy caro a la directiva que llegue en su lugar, cuando tenga que dejar ir a Messi sin recibir nada a cambio, salvo alguna muestra de agradecimiento por todos los títulos y marcas que el delantero conquistó en sus 20 años como jugador culé, y así salvar la culpa de no ser recordado por siempre como el presidente que dejó ir al mejor jugador en la historia del club.

Es cierto que Lionel Messi tenía todas las de perder si hubiese decidido llevar a juicio al Barcelona, pero también lo es que al club le habría convenido mucho más sentarse a negociar la venta del delantero, porque de esta manera podría saldar las deudas que tiene el actual presidente y su junta directiva, que han avalado su estancia en el club para que los números rojos no le afecten a esa aval que dejaron establecido.

Como he dicho en ocasiones anteriores, ningún jugador del mundo, incluso a lo largo de la historia, vale los 222 millones de euros que el París Saint Germain le pagó en el 2017 al Barcelona a cambio del delantero brasileño Neymar, sobre todo ahora que la pandemia ha provocado una fuerte crisis económica mundial.

Eso, sin olvidar que ahora el Fair Play Financiero de la UEFA impide a los clubes gastar más dinero del que ingresan.

De este modo, era imposible que cualquier club del mundo desembolsara los 700 millones de euros acordados en la cláusula de rescisión de contrato entre Messi y Barcelona, que por una cuestión técnica no pudo saldarse debido a la confusión del delantero argentino en cuanto al final de la temporada, que se recorrió hasta agosto, luego de los tres meses que el futbol español estuvo suspendido debido a la propagación de la pandemia del Covid-19.

En ese sentido el Barcelona tenía todo a su favor, ya que la fecha del 10 de junio, marcada como el límite en el que Messi debía comunicar al club si quería o no renovar su contrato, hace referencia al inicio del mercado de traspasos y no al cierre de la temporada, como erróneamente creyeron tanto el representante, asesores y abogados de Messi.

Ya sea porque realmente no quiso llevar a juicio al Barcelona o porque se dio cuenta de que legalmente no tenía la razón, Messi dio marcha atrás a su deseo de ser transferido en este mercado de verano, para finalmente presentarse ayer a los entrenamientos tras ausentarse durante la primera semana de pretemporada. Más vale un mal acuerdo que un buen pleito legal, algo que al padre y representante del argentino le quedó muy claro tras su reunión con Josep María Bartomeu, presidente del Barcelona, quien puede sentirse contento de haber retenido al mejor jugador en la historia del club, pero al final la pregunta será a qué precio.

Lo anterior, debido a que aparentemente Barcelona ganó el pulso, pero no será así en unos meses, cuando tenga que ver a Messi escuchar y analizar el gran número de ofertas que le llegarán, ya que a partir de enero podrá negociar libremente su traspaso, sin tener que ocultarse e incluso sin tomar en cuenta al Barcelona.

Sin el enorme obstáculo de los 700 millones de euros, la lista de los equipos que intentarán seducir al argentino será larga, ya que al tratarse de un fichaje sin costo, tendrán total libertad para ofrecerle mayor salario.

Bartomeu se impuso a la opinión de una parte de la junta directiva, que optaba por negociar el traspaso del delantero para evitar que el próximo año se marche sin nada a cambio.

El futbol es como el amor, y en el amor entre Messi y el Barcelona se interpuso la polémica gestión de Bartomeu, quien siempre priorizó al jugador y no a la persona, además de que falló en su promesa de rodearlo con un proyecto que continuase el éxito.

Afortunadamente para el barcelonismo, Messi se ha caracterizado por su profesionalismo y amor al club, por lo que se espera que esta, su última temporada en el futbol español, le permita irse como deber ser: el mejor en la historia culé.

¡Que te lo digo yo!

El capricho de Bartomeu le saldrá muy caro a la directiva que llegue en su lugar, cuando tenga que dejar ir a Messi sin recibir nada a cambio, salvo alguna muestra de agradecimiento por todos los títulos y marcas que el delantero conquistó en sus 20 años como jugador culé, y así salvar la culpa de no ser recordado por siempre como el presidente que dejó ir al mejor jugador en la historia del club.

Es cierto que Lionel Messi tenía todas las de perder si hubiese decidido llevar a juicio al Barcelona, pero también lo es que al club le habría convenido mucho más sentarse a negociar la venta del delantero, porque de esta manera podría saldar las deudas que tiene el actual presidente y su junta directiva, que han avalado su estancia en el club para que los números rojos no le afecten a esa aval que dejaron establecido.

Como he dicho en ocasiones anteriores, ningún jugador del mundo, incluso a lo largo de la historia, vale los 222 millones de euros que el París Saint Germain le pagó en el 2017 al Barcelona a cambio del delantero brasileño Neymar, sobre todo ahora que la pandemia ha provocado una fuerte crisis económica mundial.

Eso, sin olvidar que ahora el Fair Play Financiero de la UEFA impide a los clubes gastar más dinero del que ingresan.

De este modo, era imposible que cualquier club del mundo desembolsara los 700 millones de euros acordados en la cláusula de rescisión de contrato entre Messi y Barcelona, que por una cuestión técnica no pudo saldarse debido a la confusión del delantero argentino en cuanto al final de la temporada, que se recorrió hasta agosto, luego de los tres meses que el futbol español estuvo suspendido debido a la propagación de la pandemia del Covid-19.

En ese sentido el Barcelona tenía todo a su favor, ya que la fecha del 10 de junio, marcada como el límite en el que Messi debía comunicar al club si quería o no renovar su contrato, hace referencia al inicio del mercado de traspasos y no al cierre de la temporada, como erróneamente creyeron tanto el representante, asesores y abogados de Messi.

Ya sea porque realmente no quiso llevar a juicio al Barcelona o porque se dio cuenta de que legalmente no tenía la razón, Messi dio marcha atrás a su deseo de ser transferido en este mercado de verano, para finalmente presentarse ayer a los entrenamientos tras ausentarse durante la primera semana de pretemporada. Más vale un mal acuerdo que un buen pleito legal, algo que al padre y representante del argentino le quedó muy claro tras su reunión con Josep María Bartomeu, presidente del Barcelona, quien puede sentirse contento de haber retenido al mejor jugador en la historia del club, pero al final la pregunta será a qué precio.

Lo anterior, debido a que aparentemente Barcelona ganó el pulso, pero no será así en unos meses, cuando tenga que ver a Messi escuchar y analizar el gran número de ofertas que le llegarán, ya que a partir de enero podrá negociar libremente su traspaso, sin tener que ocultarse e incluso sin tomar en cuenta al Barcelona.

Sin el enorme obstáculo de los 700 millones de euros, la lista de los equipos que intentarán seducir al argentino será larga, ya que al tratarse de un fichaje sin costo, tendrán total libertad para ofrecerle mayor salario.

Bartomeu se impuso a la opinión de una parte de la junta directiva, que optaba por negociar el traspaso del delantero para evitar que el próximo año se marche sin nada a cambio.

El futbol es como el amor, y en el amor entre Messi y el Barcelona se interpuso la polémica gestión de Bartomeu, quien siempre priorizó al jugador y no a la persona, además de que falló en su promesa de rodearlo con un proyecto que continuase el éxito.

Afortunadamente para el barcelonismo, Messi se ha caracterizado por su profesionalismo y amor al club, por lo que se espera que esta, su última temporada en el futbol español, le permita irse como deber ser: el mejor en la historia culé.

¡Que te lo digo yo!