/ martes 31 de julio de 2018

Ajo y agua | La silla caliente de la Selección Nacional

Es muy difícil comprender cómo un lugar tan especial como el de ser director técnico de la Selección Mexicana ha perdido tanto prestigio, más aún cuando se trata de entrenadores importantes, con buena imagen, con prestigio, pero para los que no hay el atractivo suficiente como para aceptar el enorme reto de una silla en la que es más fácil ser sentenciado que respaldado.

Yo hice, en su momento, un paralelismo en la importancia y la trascendencia que es tener un puesto que repercute de manera importante en muchos aspectos, como por ejemplo el de presidente de la República y el de técnico nacional. Por ello, siempre he defendido la idea de que el entrenador debe ser un mexicano, y seguiré insistiendo hasta que me canse de saber que no se toman las decisiones justas o convenientes, sino más bien por interés o beneficio económico para unos cuantos, como se acostumbra hacer en México.

No tiene nada que ver el ser presidente de México y tener que resolver muchos problemas de diferentes rubros, pero sí debo decir que el puesto de técnico de la Selección Mexicana tiene igual o más promoción a nivel internacional que el del mismo jefe de gobierno.

En el tema de Juan Carlos Osorio, que no quiso seguir, me parece muy buena decisión, porque realmente desde su llegada no entró con buen pie por falta de capacidad de los dirigentes que lo contrataron, porque lo hicieron de una manera desordenada y descoordinada, aparte de que el mismo Guillermo Cantú dijo ser el hombre que fue a ofrecerle ese puesto, pero ya iba con la predisposición de que no era el idóneo. Sin embargo, bastaron unos pocos sermones de convencimiento para que Cantú cayera entre sus redes. El tono de voz de Osorio, que no suena a mexicano, habrá podido ayudar para acceder a más apoyo, como siempre se hace con la gente de fuera, pero no con los técnicos mexicanos.

No me extraña que Ricardo Ferretti una vez más haya manifestado que no quiere aceptar la invitación para dirigir a la Selección Nacional. Según información que he recibido, Ferretti está muy a gusto cómo está. No sé cuánto tiempo más pueda permanecer mi ex compañero de Pumas con los Tigres, aunque supongo que ya estará pensando en el siguiente paso, pero sin meterse en una silla caliente que no respeta, que no respalda, que no ayuda, con la que no se comprometen los dirigentes y que requiere urgentemente de un proyecto que debe ser establecido por gentes que conozcan y que sepan de manera profesional tomar las decisiones que beneficien a todo el futbol mexicano, un proyecto para cuya elaboración debería tomarse en cuenta a la Federación Mexicana de Futbol, a la Liga MX, a la Asociación de Futbolistas, a los árbitros, a los entrenadores y a la gente de Selecciones Nacionales.

El poder es un sillón tan cómodo que nadie lo quiere perder, a pesar de algunas malas decisiones, y en lo que respecta al deporte, en este caso particular al futbol, hay que dejárselo a los verdaderos sabios.

Por experiencia propia viví momentos muy agradables en la Selección el tiempo que me duró, que por cierto fue corto, supongo que por ser mexicano, y no por ser Hugo Sánchez, porque si yo fuera croata podría ser el presidente de la Federación, igual que Davor Suker o Zbigniew Boniek lo son en sus respectivas federaciones.

Y volviendo al tema del puesto vacante en la dirección técnica del equipo nacional, debo decir que por el hecho de estar en México conlleva a que el cargo de seleccionador nacional tristemente esté condicionado a la quema, porque no se respetan ni apoyan las ideas, las sugerencias que uno lleva o tiene como profesional de ese deporte, sino que las decisiones se toman solamente a nivel empresarial.

¿Qué es lo mejor para la empresa? Eso se hace. Pero si se sugiere que hay que cambiar cosas para el beneficio en general, ahí es cuando los dirigentes sienten que estamos ocupando posiciones que no nos corresponden, y en realidad deberíamos ser los que tomen las decisiones importantes para poder llegar a las metas y objetivos deportivamente hablando, sin anteponer la parte económica.

Desde mi llegada a la Selección evolucioné en muchos conceptos las costumbres de la convivencia entre jugadores. No estuve nunca de acuerdo en que los seleccionados tuviesen que firmar un documento en el que cedían la imagen como seleccionados nacionales y no podían utilizarla para beneficio personal. La Federación Mexicana de Futbol se sigue adueñando de la imagen de todos los jugadores, y eso es un ejemplo de las cosas que yo cambiaría, porque tengo muchísima información y conocimiento, por ejemplo, de la selección de España, que todos los futbolistas, cuando integran esta selección, reciben el 50% para repartir de todos los contratos publicitaros que se logran. Y es tanto el dinero que se recibe, que los jugadores españoles se sienten halagados, privilegiados y recompensados al estar en el equipo representativo de su país, y desean siempre ser tomados en cuenta.

En México, en cambio, ha habido muchas ocasiones en las que no hemos querido ir a la Selección Nacional porque somos utilizados, explotados, y ellos, los dirigentes, se comen casi todo el pastel.

En conclusión, la repartición no es equitativa, y parece ser que también en el futbol mexicano el poder y el beneficio es para unos cuantos.

Mientras no haya apoyo total, respaldo, credibilidad y una buena toma de decisiones por verdaderos expertos, solamente traerán a la silla caliente de la Selección Nacional a gente que quiera ser manipulada y esté necesitada de trabajo y protagonismo.

¡Que te lo digo yo!

@hugosanchez_9


Es muy difícil comprender cómo un lugar tan especial como el de ser director técnico de la Selección Mexicana ha perdido tanto prestigio, más aún cuando se trata de entrenadores importantes, con buena imagen, con prestigio, pero para los que no hay el atractivo suficiente como para aceptar el enorme reto de una silla en la que es más fácil ser sentenciado que respaldado.

Yo hice, en su momento, un paralelismo en la importancia y la trascendencia que es tener un puesto que repercute de manera importante en muchos aspectos, como por ejemplo el de presidente de la República y el de técnico nacional. Por ello, siempre he defendido la idea de que el entrenador debe ser un mexicano, y seguiré insistiendo hasta que me canse de saber que no se toman las decisiones justas o convenientes, sino más bien por interés o beneficio económico para unos cuantos, como se acostumbra hacer en México.

No tiene nada que ver el ser presidente de México y tener que resolver muchos problemas de diferentes rubros, pero sí debo decir que el puesto de técnico de la Selección Mexicana tiene igual o más promoción a nivel internacional que el del mismo jefe de gobierno.

En el tema de Juan Carlos Osorio, que no quiso seguir, me parece muy buena decisión, porque realmente desde su llegada no entró con buen pie por falta de capacidad de los dirigentes que lo contrataron, porque lo hicieron de una manera desordenada y descoordinada, aparte de que el mismo Guillermo Cantú dijo ser el hombre que fue a ofrecerle ese puesto, pero ya iba con la predisposición de que no era el idóneo. Sin embargo, bastaron unos pocos sermones de convencimiento para que Cantú cayera entre sus redes. El tono de voz de Osorio, que no suena a mexicano, habrá podido ayudar para acceder a más apoyo, como siempre se hace con la gente de fuera, pero no con los técnicos mexicanos.

No me extraña que Ricardo Ferretti una vez más haya manifestado que no quiere aceptar la invitación para dirigir a la Selección Nacional. Según información que he recibido, Ferretti está muy a gusto cómo está. No sé cuánto tiempo más pueda permanecer mi ex compañero de Pumas con los Tigres, aunque supongo que ya estará pensando en el siguiente paso, pero sin meterse en una silla caliente que no respeta, que no respalda, que no ayuda, con la que no se comprometen los dirigentes y que requiere urgentemente de un proyecto que debe ser establecido por gentes que conozcan y que sepan de manera profesional tomar las decisiones que beneficien a todo el futbol mexicano, un proyecto para cuya elaboración debería tomarse en cuenta a la Federación Mexicana de Futbol, a la Liga MX, a la Asociación de Futbolistas, a los árbitros, a los entrenadores y a la gente de Selecciones Nacionales.

El poder es un sillón tan cómodo que nadie lo quiere perder, a pesar de algunas malas decisiones, y en lo que respecta al deporte, en este caso particular al futbol, hay que dejárselo a los verdaderos sabios.

Por experiencia propia viví momentos muy agradables en la Selección el tiempo que me duró, que por cierto fue corto, supongo que por ser mexicano, y no por ser Hugo Sánchez, porque si yo fuera croata podría ser el presidente de la Federación, igual que Davor Suker o Zbigniew Boniek lo son en sus respectivas federaciones.

Y volviendo al tema del puesto vacante en la dirección técnica del equipo nacional, debo decir que por el hecho de estar en México conlleva a que el cargo de seleccionador nacional tristemente esté condicionado a la quema, porque no se respetan ni apoyan las ideas, las sugerencias que uno lleva o tiene como profesional de ese deporte, sino que las decisiones se toman solamente a nivel empresarial.

¿Qué es lo mejor para la empresa? Eso se hace. Pero si se sugiere que hay que cambiar cosas para el beneficio en general, ahí es cuando los dirigentes sienten que estamos ocupando posiciones que no nos corresponden, y en realidad deberíamos ser los que tomen las decisiones importantes para poder llegar a las metas y objetivos deportivamente hablando, sin anteponer la parte económica.

Desde mi llegada a la Selección evolucioné en muchos conceptos las costumbres de la convivencia entre jugadores. No estuve nunca de acuerdo en que los seleccionados tuviesen que firmar un documento en el que cedían la imagen como seleccionados nacionales y no podían utilizarla para beneficio personal. La Federación Mexicana de Futbol se sigue adueñando de la imagen de todos los jugadores, y eso es un ejemplo de las cosas que yo cambiaría, porque tengo muchísima información y conocimiento, por ejemplo, de la selección de España, que todos los futbolistas, cuando integran esta selección, reciben el 50% para repartir de todos los contratos publicitaros que se logran. Y es tanto el dinero que se recibe, que los jugadores españoles se sienten halagados, privilegiados y recompensados al estar en el equipo representativo de su país, y desean siempre ser tomados en cuenta.

En México, en cambio, ha habido muchas ocasiones en las que no hemos querido ir a la Selección Nacional porque somos utilizados, explotados, y ellos, los dirigentes, se comen casi todo el pastel.

En conclusión, la repartición no es equitativa, y parece ser que también en el futbol mexicano el poder y el beneficio es para unos cuantos.

Mientras no haya apoyo total, respaldo, credibilidad y una buena toma de decisiones por verdaderos expertos, solamente traerán a la silla caliente de la Selección Nacional a gente que quiera ser manipulada y esté necesitada de trabajo y protagonismo.

¡Que te lo digo yo!

@hugosanchez_9