La Selección de México está a un paso del Mundial de Qatar 2022, que deberá dar mañana de forma contundente, en el estadio Azteca, cuando reciba a El Salvador. Sólo hasta entonces podremos dejar atrás un camino que cada vez presenta mayores obstáculos y en el que ya se ha hecho costumbre sufrir más de lo esperado; así como algunas decisiones que debieron tomarse y que pudieron haber aligerado la carga.
Borrón y cuenta nueva. Ya no hay tiempo para más cuestionamientos. Debemos cerrar filas y unirnos en busca de un sólo objetivo, que es representar dignamente al futbol mexicano en el Mundial de Qatar 2022. Jugadores, cuerpo técnico, directivos, aficionados y medios de comunicación debemos olvidarnos de lo difícil que ha sido la eliminatoria de la Concacaf, y esperar que, en conjunto, sirvan de lección para evitar una desilusión mayor.
Está claro que muchas situaciones se pudieron haber evitado o corregido con la toma de decisiones oportunas, como la elección correcta de un técnico que conozca la idiosincrasia de los mexicanos y sea capaz de aprovechar las cualidades del futbolista mexicano.
A estas alturas, cuando sólo falta cerrar la maleta para emprender el largo viaje a Qatar, ya no tiene caso cuestionarnos cómo habría sido la actuación de México si, por ejemplo, Gerardo Martino hubiera convocado a Javier Hernández, al menos para darle la oportunidad que se ganó no sólo como el goleador histórico de la Selección Nacional, con 52 tantos; sino por todo lo que ha hecho dentro de la cancha con el Galaxy de la MLS.
En mi opinión, habría sido el complemento perfecto a la ofensiva, junto a Jesús Corona e Hirving Lozano. Sin embargo, como el hubiera no existe ni en el futbol ni en la vida, ahora sólo resta confiar en que la apuesta del técnico argentino surja efecto, aunque sea tarde, porque siempre será mejor que un nunca.
También faltó el cambio generacional del que tanto se habló cuando Martino aceptó dirigir a la Selección Mexicana. Jugadores de suma experiencia y calidad son la base de cada convocatoria, aunque sin la capacidad física de los jóvenes talentos que tiene nuestro futbol, y que pueden marcar diferencia, sobre todo en el medio campo.
Están los que están, y a ellos debemos apoyarlos, no sólo porque son mexicanos, sino porque tienen ante sí la oportunidad de disputar una Copa del Mundo, que es el sueño de cualquier futbolista.
Estoy seguro de que todos ellos harán lo que esté en sus manos para que México llegue al anhelado quinto partido en la justa internacional.
Esperemos que sus ganas y motivación sean bien dirigidas y aprovechadas en un planteamiento táctico que les permita explotar su máxima capacidad.
Es imposible tapar el sol con un dedo, pero es mucho más importante generar el ambiente adecuado para que México logre el objetivo de estar en el Mundial.
Mañana, ante El Salvador, debe ser un día de fiesta en el estadio Azteca. Sólo hace falta un punto para lograr el pase, pero no debemos conformarnos con eso. En primera, porque el triunfo podría dar paso a la reconciliación entre la afición y la Selección Mexicana, porque, aunque el conflicto es principalmente con los directivos y sus malas decisiones, son los jugadores los que pagan los platos rotos.
En segunda, porque una combinación de resultados podría darle a México el primer lugar del octagonal final de la Concacaf, aunque para ello Panamá debe vencer al líder Canadá, y Costa Rica hacer lo propio frente a Estados Unidos.
Pero como dije anteriormente, el sol no se puede tapar con un dedo. Si los directivos, al final, quieren pensar que el sol gira alrededor de la tierra, sólo diré que está bien, pero que, sin embargo, se mueve, como la famosa frase atribuida al científico italiano Galileo Galilei, y que ilustra un conflicto en torno a la verdad.
La Selección Mexicana debe ser dirigida por un mexicano, y si van a darle la oportunidad a un extranjero, que al menos sea porque no hay uno mejor en nuestro futbol.
Hay muchas formas de ayudar, y esta vez elijo apoyar a la Selección Mexicana, deseando, como siempre, que imponga un estilo dentro de la cancha.
¡Que te lo digo yo!