/ martes 1 de febrero de 2022

Ajo y Agua | Lo que pesa es el abuso y la falta de respeto

Aún queda largo camino rumbo al Mundial de Qatar 2022, y mientras algunos dirigentes del futbol mexicano no se den cuenta de la importancia que tiene para la Selección Nacional contar con el apoyo de sus aficionados, será más complicado de recorrer, con peligros inminentes por delante, como el que representa la visita de Panamá, mañana, a sólo un punto de distancia en la clasificación del octagonal.

La pasión en el futbol debe ser transmitida de la cancha hacia las gradas, de lo contrario se corre el riesgo de perder la ventaja que significa jugar en condición de local.

Incluso hasta los mejores equipos del mundo cuidan a sus aficionados, y no me refiero a los triunfos o a los goles, porque muchas veces es la entrega dentro de la cancha la que genera el compromiso que proviene desde las gradas.

No por nada las directivas de los clubes y de las selecciones nacionales han hecho un gran esfuerzo para que el público regrese a los estadios tras las restricciones establecidad para frenar la propagación de la pandemia del Covid-19, aunque claro, esto también obedece a la necesidad de recuperar parte de los ingresos en los días de partidos.

La polémica se desató la semana pasada, cuando Héctor Herrera, volante de la Selección Mexicana, declaró que el estadio Azteca ya no pesa frente a los rivales de la Concacaf, al menos no hace unos años.

Algo hay de cierto en ello, sin embargo, me parece una falta de respeto hacia la afición, no de parte de Herrera, porque sus palabras fueron malinterpretadas.

Indiscutible es que el apoyo en el estadio Azteca no es el mismo que años atrás, cuando se llenaba cada vez que México jugaba, con la ilusión de ver en vivo y a todo color a sus ídolos, así como alentarlos a ir en busca del triunfo.

No debemos ni podemos olvidarnos del ¡Sí se puede, sí se puede!, cuando el marcador era adverso.

Tampoco podemos olvidar la infinidad de ocasiones que nuestros compatriotas en Estados Unidos llenaron los estadios para ver a la Selección Mexicana frente a rivales de poco nivel.

Incluso en varias ocasiones lo hizo con jugadores de menor renombre.

Algunos de nuestros dirigentes se enfocaron mucho más en sacarle al aficionado la mayor cantidad de dólares posible y sin ofrecer un espectáculo de verdad.

Todo esto, por encima de enfrentar a rivales de prestigio que, además, aportaran algo positivo en el aspecto futbolístico.

Lo advertí muchas veces y ahí están los resultados: una afición desanimada, que tristemente no cree en su Selección Nacional y que está cansada de los malos resultados, pero, sobre todo, de que sea vista como una mina de oro y no como lo que es: un apoyo y parte fundamental, que merece tanto respeto como los jugadores, quienes, dígase de paso, también han sido explotados comercialmente.

Héctor lo sabe perfectamente porque así lo vive con el Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano. Sin embargo, sus palabras sirvieron para que se hiciera leña del árbol caído, incluida Costa Rica, que al final se salió con la suya tras el empate sin goles conseguido el domingo.

El resultado no es culpa de la afición, sí de lo infectivo que volvió a ser el planteamiento táctico de Gerardo Martino.

Se tiene el dominio del balón, pero de nada sirve si no hay intensidad, contundencia, verticalidad y lo más importante, efectividad frente al arco rival, como también se vio en la visita a Jamaica, el jueves, pese al triunfo de 1-2.

Sin un estilo definido, creatividad ni variantes, es imposible encarar; sobre todo porque, además, en la zona defensiva se ha perdido solidez.

Aceptar que el partido contra Costa Rica fue malo no sirve de nada, las decisiones ya están tomadas y lo peor de todo es que no sirven para evitar tropezar con la misma piedra.

México no convence, pero aun así se mantiene en el tercer lugar del octagonal de la Concacaf, que le otorga, al menos hasta ahora, el último pase directo para el Mundial de Qatar 2022.

El peligro está en que mañana enfrentará a Panamá, que sólo tiene un punto menos en la clasificación, por lo que es necesario jugar en el Azteca como si se tratara de una final.

Ojalá se cuente con el apoyo de la afición, porque no por nada es considerada el jugador número 12. Y ojalá también comience a ser respetada y correspondida desde la cancha, aunque sin olvidar que el apoyo debe ser incondicional, cuando se gana y, sobre todo, cuando se va perdiendo, que es cuando más lo necesitamos.


¡Que te lo digo yo!

Aún queda largo camino rumbo al Mundial de Qatar 2022, y mientras algunos dirigentes del futbol mexicano no se den cuenta de la importancia que tiene para la Selección Nacional contar con el apoyo de sus aficionados, será más complicado de recorrer, con peligros inminentes por delante, como el que representa la visita de Panamá, mañana, a sólo un punto de distancia en la clasificación del octagonal.

La pasión en el futbol debe ser transmitida de la cancha hacia las gradas, de lo contrario se corre el riesgo de perder la ventaja que significa jugar en condición de local.

Incluso hasta los mejores equipos del mundo cuidan a sus aficionados, y no me refiero a los triunfos o a los goles, porque muchas veces es la entrega dentro de la cancha la que genera el compromiso que proviene desde las gradas.

No por nada las directivas de los clubes y de las selecciones nacionales han hecho un gran esfuerzo para que el público regrese a los estadios tras las restricciones establecidad para frenar la propagación de la pandemia del Covid-19, aunque claro, esto también obedece a la necesidad de recuperar parte de los ingresos en los días de partidos.

La polémica se desató la semana pasada, cuando Héctor Herrera, volante de la Selección Mexicana, declaró que el estadio Azteca ya no pesa frente a los rivales de la Concacaf, al menos no hace unos años.

Algo hay de cierto en ello, sin embargo, me parece una falta de respeto hacia la afición, no de parte de Herrera, porque sus palabras fueron malinterpretadas.

Indiscutible es que el apoyo en el estadio Azteca no es el mismo que años atrás, cuando se llenaba cada vez que México jugaba, con la ilusión de ver en vivo y a todo color a sus ídolos, así como alentarlos a ir en busca del triunfo.

No debemos ni podemos olvidarnos del ¡Sí se puede, sí se puede!, cuando el marcador era adverso.

Tampoco podemos olvidar la infinidad de ocasiones que nuestros compatriotas en Estados Unidos llenaron los estadios para ver a la Selección Mexicana frente a rivales de poco nivel.

Incluso en varias ocasiones lo hizo con jugadores de menor renombre.

Algunos de nuestros dirigentes se enfocaron mucho más en sacarle al aficionado la mayor cantidad de dólares posible y sin ofrecer un espectáculo de verdad.

Todo esto, por encima de enfrentar a rivales de prestigio que, además, aportaran algo positivo en el aspecto futbolístico.

Lo advertí muchas veces y ahí están los resultados: una afición desanimada, que tristemente no cree en su Selección Nacional y que está cansada de los malos resultados, pero, sobre todo, de que sea vista como una mina de oro y no como lo que es: un apoyo y parte fundamental, que merece tanto respeto como los jugadores, quienes, dígase de paso, también han sido explotados comercialmente.

Héctor lo sabe perfectamente porque así lo vive con el Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano. Sin embargo, sus palabras sirvieron para que se hiciera leña del árbol caído, incluida Costa Rica, que al final se salió con la suya tras el empate sin goles conseguido el domingo.

El resultado no es culpa de la afición, sí de lo infectivo que volvió a ser el planteamiento táctico de Gerardo Martino.

Se tiene el dominio del balón, pero de nada sirve si no hay intensidad, contundencia, verticalidad y lo más importante, efectividad frente al arco rival, como también se vio en la visita a Jamaica, el jueves, pese al triunfo de 1-2.

Sin un estilo definido, creatividad ni variantes, es imposible encarar; sobre todo porque, además, en la zona defensiva se ha perdido solidez.

Aceptar que el partido contra Costa Rica fue malo no sirve de nada, las decisiones ya están tomadas y lo peor de todo es que no sirven para evitar tropezar con la misma piedra.

México no convence, pero aun así se mantiene en el tercer lugar del octagonal de la Concacaf, que le otorga, al menos hasta ahora, el último pase directo para el Mundial de Qatar 2022.

El peligro está en que mañana enfrentará a Panamá, que sólo tiene un punto menos en la clasificación, por lo que es necesario jugar en el Azteca como si se tratara de una final.

Ojalá se cuente con el apoyo de la afición, porque no por nada es considerada el jugador número 12. Y ojalá también comience a ser respetada y correspondida desde la cancha, aunque sin olvidar que el apoyo debe ser incondicional, cuando se gana y, sobre todo, cuando se va perdiendo, que es cuando más lo necesitamos.


¡Que te lo digo yo!