Con la desatada presencia de los cangrejos, cada vez estamos peor, vemos que las oportunidades que se brindan a los técnicos mexicanos en su país, realmente son muy pocas; San Luis le dio las gracias a Luis Alfonso Sosa, pese a que hacía bien las cosas
No puedo decir que estoy sorprendido por el cese de Luis Alfonso Sosa, otro director técnico nacional, porque para mí es algo normal en el futbol mexicano. Siempre aparecen malas decisiones que me hacen llegar a la conclusión de que necesitamos una auténtica revolución en nuestro futbol.
Pese a lo cansada y desesperante que puede llegar a ser la situación, no quito el dedo del renglón con relación a las pocas oportunidades que se le brindan a los técnicos mexicanos en su propio país.
Y es que, como los cangrejos… cada vez estamos peor, pues ahora resulta que, con las manos en la cintura, el Atlético de San Luis decidió darle las gracias a Alfonso Sosa, quien estaba haciendo las cosas muy bien al frente del equipo, al que la temporada pasada ascendió hasta la Primera División.
Con dos triunfos e igual número de empates y derrotas en este inicio del Torneo Apertura 2019, Alfonso fue cesado en medio de la polémica, con una serie de rumores que, independientemente de ser ciertos o no, lo único que denotan es el poco apoyo que en México hay para los propios entrenadores locales.
Lo digo porque si habláramos de un técnico extranjero, esta situación ni siquiera se habría dado a conocer y muy seguramente se habría resuelto de manera interna y hubieran tenido más paciencia. Se le habría dado todo el apoyo y la razón al técnico, mientras que los supuestos jugadores en conflicto habrían sido sancionados o, quizá, sometidos al orden. Insisto, todo esto a la espera de que la verdad salga a la luz.
Lo peor de todo es que esto también pasa cuando de resultados se trata, pues hay mayor tolerancia al que viene de fuera, pese a que aquí, en nuestro país, hay técnicos con la suficiente capacidad y calidad, pero en busca de la oportunidad para demostrarlo.
Aquí, las directivas no ven ninguna dificultad en traer técnicos que no conocen del futbol mexicano, y que, incluso, tienen trayectorias poco interesantes.
Pero qué pasa cuando se voltea a ver al estratega mexicano. Pues resulta que de inmediato se pone en duda su capacidad, al no contar con una experiencia reconocida, como cuando al recién graduado se le exigen años de camino andado.
En ese sentido, los clubes no sólo deberían apostar por la formación de jugadores, también deberían hacerlo por la de estrategas, como en últimos años ha hecho el mejor equipo de todos los tiempos, el Real Madrid, que decidió darle la oportunidad a Zinedine Zidane en las fuerzas inferiores. Hoy en día, el francés vive su segunda etapa en el primer equipo, tras alcanzar la gloria con la conquista de dos Champions League consecutivas, sin contar la que logró como auxiliar técnico de Carlo Ancelotti.
Y ahora viene Raúl González Blanco, goleador histórico del club merengue y quien ahora inicia su aventura como técnico en el Real Madrid Castilla.
De regreso al caso de Alfonso Sosa, resulta incomprensible que su lugar ahora haya sido ofrecido a otro extranjero, aún y cuando se trate del uruguayo Gustavo Matosas, quien junto conmigo hemos sido los únicos en ganar un bicampeonato desde que existen los torneos cortos en el futbol nacional.
Esto de no darle su lugar al futbolista y técnico mexicanos ahora se extiende a la propia directiva. Y para muestra está el caso de Ricardo Peláez, quien como ex jugador entiende a la perfección las necesidades que hay en nuestro futbol.
Tras sus éxitos con el América y la Selección, el ahora directivo llegó al Cruz Azul con la confianza total para darle al equipo el anhelado título. Sin embargo, con las manos en la cintura frenaron su proyecto para imponerle a un técnico, también uruguayo: Robert Siboldi.
Entiendo y aplaudo la postura de Peláez al presentar su renuncia. Si quieren darle la obligación y responsabilidad, también deben darle todo el apoyo para que lleve a cabo su proyecto, sin imposiciones de ninguna índole.
¡Que te lo digo yo!