/ martes 7 de diciembre de 2021

Ajo y Agua | No hay mal que dure 100 años

El verdadero sufrimiento para el Atlas comienza ahora, con su anhelado regreso a la final del futbol mexicano, después de 22 años marcados por la desilusión y la tristeza. Que haya llegado hasta esta instancia es una auténtica y grata noticia, porque además de ser un club histórico, que llegó a ser de las mejores canteras del país, se lo merece, sobre todo por sus actuaciones en la fase regular, por mucho que el árbitro se haya equivocado a su favor en el partido de vuelta de las semifinales frente a los Pumas de la UNAM.

El futbol da revanchas y hace justicia siempre que el reglamento o sistema de competición así se lo permita. Es como la vida en sí, que se abre camino en los momentos más difíciles.

Haber terminado en la segunda posición de la clasificación le valió al Atlas para avanzar a la final del futbol mexicano por primera vez en 22 largos años, pese a la derrota de 0-1 que sufrió el domingo ante la visita de los Pumas de la UNAM.

Con el paso de las jornadas, el club tapatío se abrió camino hasta la Liguilla del Apertura 2021, un hecho ya de por sí histórico y que muchos consideraron como un milagro, casi, dicho por ellos mismos, como el fin del mundo.

La comparación resulta exagerada y hasta ofensiva, pero tampoco se puede tapar el sol con un dedo, pues es cierto que ejemplifica los 70 años que han pasado desde que el Atlas conquistó, hasta ahora, su único título en el futbol mexicano, nada más ni menos que ante las Chivas, el acérrimo rival.

Incluso hay aficionados que, penosamente y dicho con mucho respeto, partieron de este mundo con la esperanza de ver al Atlas proclamarse campeón.

Aquel 22 de abril de 1951, los Zorros coronaron una temporada en la que alcanzaron 30 puntos, tras 12 triunfos, seis empates y cuatro derrotas.

Siete décadas después, el conjunto que ahora es dirigido por el argentino Diego Cocca busca la gloria tras haber sumado 29 puntos, producto de ocho triunfos, cinco empates y cuatro derrotas.

Claro que eran otros tiempos, sin la Liguilla, con una temporada larga entre 12 equipos que se enfrentaron a ida y vuelta para hacer campeón al que más puntos hiciera después de 22 fechas.

Como dato curioso, a partir de esta temporada, la 1950-1951, se dio paso al descenso, que en la actualidad está extinto, al menos hasta el 2023, debido a algunos sabios dirigentes, quienes, según ellos, es por el desarrollo económico del futbol mexicano, ya que lo deportivo no les es tan importante.

Recordar es volver a vivir, pero ni toda una edición de este diario alcanzaría para relatar la historia, así que nos enfocaremos en el futuro inmediato, con la final inédita entre Atlas y León, que también hizo méritos suficientes para ganarse este derecho, tras quedar en la tercera posición de la clasificación.

Lo hizo también con 29 puntos, ocho triunfos, cinco empates y cuatro derrotas. Es curioso que sólo la diferencia de goles a favor marcó el camino de ambos equipos hasta enfrentarlos este jueves, en León; y el domingo, en Jalisco.

Atlas eliminó a los Pumas de la UNAM, que, hay que mencionar, apuntó su nombre entre la lista de los invitados a la fiesta grande después de acceder mediante la repesca, ubicado en la posición 11.

Tras imponerse 0-1 en el estadio de Ciudad Universitaria, al Atlas le bastaba el empate y hasta perder por un gol para avanzar a la final.

Y así fue, con dosis de sufrimiento y hasta polémica, ya que el árbitro no señaló lo que bien pudo haber sido un penalti a favor del conjunto visitante, y que pudo haber cambiado la historia.

Era el minuto 86, cuando Juan Ignacio Dinenno intentó rematar de cabeza y sufrió un terrible golpe en la nariz por parte de Anderson Santamaría, que incluso le provocó la fractura. El marcador estaba 0-1 a favor de Pumas y Jorge Pérez Durán acudió al VAR para revisar la jugada, pero determinó que no había sanción.

Aquí la importancia de tener en el VAR a un ex jugador, como he comentado en ocasiones anteriores, para realmente saber la intencionalidad de las acciones dentro de la cancha, porque nosotros las vivimos, en cambio, la gente encargada de esta tecnología nunca ha estado en la cancha, lo que se presta a pensar que lo que menos interesa es tomar la decisión justa.

Si se equivocó o no, es tema del pasado. En primera, porque hablamos de un mal que afecta a todos, a unos más que otros; y que, así como ahora se equivocó a favor del Atlas, en ocasiones anteriores lo ha hecho en su contra.

En segunda, porque hay que saber ser buen perdedor, sin que eso signifique que deban acostumbrarse. Lo hecho por los Pumas este torneo es de reconocerse, pero tampoco hay que celebrarlo por todo lo alto, ya que su actuación en la fase regular dejó mucho que desear.

Habrá que hacer una autocrítica y marcar en rojo los aspectos a mejorar, porque la irregularidad no se puede volver un distintivo del equipo universitario.


¡Que te lo digo yo!

El verdadero sufrimiento para el Atlas comienza ahora, con su anhelado regreso a la final del futbol mexicano, después de 22 años marcados por la desilusión y la tristeza. Que haya llegado hasta esta instancia es una auténtica y grata noticia, porque además de ser un club histórico, que llegó a ser de las mejores canteras del país, se lo merece, sobre todo por sus actuaciones en la fase regular, por mucho que el árbitro se haya equivocado a su favor en el partido de vuelta de las semifinales frente a los Pumas de la UNAM.

El futbol da revanchas y hace justicia siempre que el reglamento o sistema de competición así se lo permita. Es como la vida en sí, que se abre camino en los momentos más difíciles.

Haber terminado en la segunda posición de la clasificación le valió al Atlas para avanzar a la final del futbol mexicano por primera vez en 22 largos años, pese a la derrota de 0-1 que sufrió el domingo ante la visita de los Pumas de la UNAM.

Con el paso de las jornadas, el club tapatío se abrió camino hasta la Liguilla del Apertura 2021, un hecho ya de por sí histórico y que muchos consideraron como un milagro, casi, dicho por ellos mismos, como el fin del mundo.

La comparación resulta exagerada y hasta ofensiva, pero tampoco se puede tapar el sol con un dedo, pues es cierto que ejemplifica los 70 años que han pasado desde que el Atlas conquistó, hasta ahora, su único título en el futbol mexicano, nada más ni menos que ante las Chivas, el acérrimo rival.

Incluso hay aficionados que, penosamente y dicho con mucho respeto, partieron de este mundo con la esperanza de ver al Atlas proclamarse campeón.

Aquel 22 de abril de 1951, los Zorros coronaron una temporada en la que alcanzaron 30 puntos, tras 12 triunfos, seis empates y cuatro derrotas.

Siete décadas después, el conjunto que ahora es dirigido por el argentino Diego Cocca busca la gloria tras haber sumado 29 puntos, producto de ocho triunfos, cinco empates y cuatro derrotas.

Claro que eran otros tiempos, sin la Liguilla, con una temporada larga entre 12 equipos que se enfrentaron a ida y vuelta para hacer campeón al que más puntos hiciera después de 22 fechas.

Como dato curioso, a partir de esta temporada, la 1950-1951, se dio paso al descenso, que en la actualidad está extinto, al menos hasta el 2023, debido a algunos sabios dirigentes, quienes, según ellos, es por el desarrollo económico del futbol mexicano, ya que lo deportivo no les es tan importante.

Recordar es volver a vivir, pero ni toda una edición de este diario alcanzaría para relatar la historia, así que nos enfocaremos en el futuro inmediato, con la final inédita entre Atlas y León, que también hizo méritos suficientes para ganarse este derecho, tras quedar en la tercera posición de la clasificación.

Lo hizo también con 29 puntos, ocho triunfos, cinco empates y cuatro derrotas. Es curioso que sólo la diferencia de goles a favor marcó el camino de ambos equipos hasta enfrentarlos este jueves, en León; y el domingo, en Jalisco.

Atlas eliminó a los Pumas de la UNAM, que, hay que mencionar, apuntó su nombre entre la lista de los invitados a la fiesta grande después de acceder mediante la repesca, ubicado en la posición 11.

Tras imponerse 0-1 en el estadio de Ciudad Universitaria, al Atlas le bastaba el empate y hasta perder por un gol para avanzar a la final.

Y así fue, con dosis de sufrimiento y hasta polémica, ya que el árbitro no señaló lo que bien pudo haber sido un penalti a favor del conjunto visitante, y que pudo haber cambiado la historia.

Era el minuto 86, cuando Juan Ignacio Dinenno intentó rematar de cabeza y sufrió un terrible golpe en la nariz por parte de Anderson Santamaría, que incluso le provocó la fractura. El marcador estaba 0-1 a favor de Pumas y Jorge Pérez Durán acudió al VAR para revisar la jugada, pero determinó que no había sanción.

Aquí la importancia de tener en el VAR a un ex jugador, como he comentado en ocasiones anteriores, para realmente saber la intencionalidad de las acciones dentro de la cancha, porque nosotros las vivimos, en cambio, la gente encargada de esta tecnología nunca ha estado en la cancha, lo que se presta a pensar que lo que menos interesa es tomar la decisión justa.

Si se equivocó o no, es tema del pasado. En primera, porque hablamos de un mal que afecta a todos, a unos más que otros; y que, así como ahora se equivocó a favor del Atlas, en ocasiones anteriores lo ha hecho en su contra.

En segunda, porque hay que saber ser buen perdedor, sin que eso signifique que deban acostumbrarse. Lo hecho por los Pumas este torneo es de reconocerse, pero tampoco hay que celebrarlo por todo lo alto, ya que su actuación en la fase regular dejó mucho que desear.

Habrá que hacer una autocrítica y marcar en rojo los aspectos a mejorar, porque la irregularidad no se puede volver un distintivo del equipo universitario.


¡Que te lo digo yo!