/ martes 24 de agosto de 2021

Ajo y Agua | Qué poca memoria… y paciencia

Los Pumas de la UNAM han tenido un complicado inicio de torneo, pero no hay razón para echar todo a la borda. Es momento de mantener la calma y la confianza en un proyecto que apuesta por los jóvenes, que siempre son el futuro, y que meses atrás tenía al equipo como el único invicto del Torneo Guard1anes 2020, tras 10 fechas disputadas, antes de acceder a la final.

La crítica será bienvenida siempre que sea constructiva, porque de otra forma, muy lejos de ayudar a mejorar, lo único que se logra es dar paso a una crisis que quizá no estaba anunciada.

Lo que ocurrió el domingo, cuando un grupo de aficionados de los Pumas les reclamaron a los jugadores mayor entrega en busca de resultados positivos, es una muestra clara.

Incluso se podría malinterpretar, ya que el triunfo obtenido horas más tarde, ante el Puebla, no se debió precisamente a esta manifestación innecesaria.

Es cierto que los aficionados tienen todo el derecho a la libre expresión, sobre todo los del equipo que representa a la máxima casa de estudios del país, sin embargo, las formas no fueron correctas ni idóneas.

En ocasiones, cuando no se tiene nada bueno que decir, es mejor no decir nada. En ese sentido, los Pumas llegaron a la sexta fecha del Torneo Grita México 2021 sin conocer la victoria, tras dos empates y tres derrotas.

Situación preocupante, pero no por ello nos íbamos a lanzar en contra del equipo, con críticas que sólo generan mayor presión tanto a los jugadores como al cuerpo técnico.

En momentos así, lo mejor es ser pacientes. No corro, no grito y no empujo, como dictan los pasos a seguir ante una emergencia. Sobre todo porque hace unos meses se hablaba del buen trabajo que Andrés Lillini había conseguido como técnico emergente, en la que fue su primera experiencia en el máximo circuito.

Entonces, aceptó dar continuidad al proyecto que la directiva había iniciado con Míchel González, quien lamentablemente no pudo continuar, a escasos días de que iniciara el torneo Guard1anes 2020, debido a motivos personales.

En su segunda temporada, ya como técnico consolidado, el argentino demostró no ser ningún improvisado.

Penosamente en el futbol mexicano se tiene muy poca paciencia y muy poca memoria, algo que he resaltado desde hace muchos años.

Si realmente queremos ver un cambio, se debe aprender a respetar los proyectos y procesos a corto, mediano y largo plazo, sin dejar de considerar las circunstancias con las que de pronto se tiene que lidiar, principalmente en forma de lesiones, y ahora con la crisis que se ha generada por la pandemia del Covid-19.

Es una de las cuestiones negativas que tienen los torneos cortos, ya que la pelea por el título exige resultados positivos prácticamente desde el primer partido.

Sólo han pasado seis fechas y ya hay un técnico cesado, Héctor Altamirano, del Querétaro, además de al menos otros cuatro que tienen la soga al cuello.

Los cambios son buenos, siempre que sean naturales y no forzados, como ahora exigen algunos aficionados en lugar de apoyar al equipo.

Lejos está Pumas de aquel equipo que accedió a la final del Guard1anes 2020, aunque su camino realmente lleva, a corto plazo, al surgimiento de jóvenes canteranos con suficiente calidad y que siempre han estado ahí, a la espera de una oportunidad, pero en algunas ocasiones sin el apoyo o la proyección que se necesita.

En el Club Universidad Nacional no hay jugadores sin amígdalas y mucho menos ladrones. Hay un grupo de jóvenes que tratan de abrirse paso, apoyados por una directiva que apuesta por ellos de cara al futuro. Y un club así merece aficionados a la altura, como los miles que cada ocho días alientan al equipo, y que siempre están ahí, en las buenas y en las malas.

Lo sé porque en mi etapa como técnico del equipo, del que también fui goleador, pude celebrar con ellos el bicampeonato obtenido en 2004.

La crítica es buena, siempre que sea constructiva. Y Pumas necesita saber que su afición está ahí, inconforme con los resultados, pero sin dejar de creer en ellos.

Es hasta contradictorio que les hayan exigido compromiso, respeto y entrega.

¡Que te lo digo yo!

Los Pumas de la UNAM han tenido un complicado inicio de torneo, pero no hay razón para echar todo a la borda. Es momento de mantener la calma y la confianza en un proyecto que apuesta por los jóvenes, que siempre son el futuro, y que meses atrás tenía al equipo como el único invicto del Torneo Guard1anes 2020, tras 10 fechas disputadas, antes de acceder a la final.

La crítica será bienvenida siempre que sea constructiva, porque de otra forma, muy lejos de ayudar a mejorar, lo único que se logra es dar paso a una crisis que quizá no estaba anunciada.

Lo que ocurrió el domingo, cuando un grupo de aficionados de los Pumas les reclamaron a los jugadores mayor entrega en busca de resultados positivos, es una muestra clara.

Incluso se podría malinterpretar, ya que el triunfo obtenido horas más tarde, ante el Puebla, no se debió precisamente a esta manifestación innecesaria.

Es cierto que los aficionados tienen todo el derecho a la libre expresión, sobre todo los del equipo que representa a la máxima casa de estudios del país, sin embargo, las formas no fueron correctas ni idóneas.

En ocasiones, cuando no se tiene nada bueno que decir, es mejor no decir nada. En ese sentido, los Pumas llegaron a la sexta fecha del Torneo Grita México 2021 sin conocer la victoria, tras dos empates y tres derrotas.

Situación preocupante, pero no por ello nos íbamos a lanzar en contra del equipo, con críticas que sólo generan mayor presión tanto a los jugadores como al cuerpo técnico.

En momentos así, lo mejor es ser pacientes. No corro, no grito y no empujo, como dictan los pasos a seguir ante una emergencia. Sobre todo porque hace unos meses se hablaba del buen trabajo que Andrés Lillini había conseguido como técnico emergente, en la que fue su primera experiencia en el máximo circuito.

Entonces, aceptó dar continuidad al proyecto que la directiva había iniciado con Míchel González, quien lamentablemente no pudo continuar, a escasos días de que iniciara el torneo Guard1anes 2020, debido a motivos personales.

En su segunda temporada, ya como técnico consolidado, el argentino demostró no ser ningún improvisado.

Penosamente en el futbol mexicano se tiene muy poca paciencia y muy poca memoria, algo que he resaltado desde hace muchos años.

Si realmente queremos ver un cambio, se debe aprender a respetar los proyectos y procesos a corto, mediano y largo plazo, sin dejar de considerar las circunstancias con las que de pronto se tiene que lidiar, principalmente en forma de lesiones, y ahora con la crisis que se ha generada por la pandemia del Covid-19.

Es una de las cuestiones negativas que tienen los torneos cortos, ya que la pelea por el título exige resultados positivos prácticamente desde el primer partido.

Sólo han pasado seis fechas y ya hay un técnico cesado, Héctor Altamirano, del Querétaro, además de al menos otros cuatro que tienen la soga al cuello.

Los cambios son buenos, siempre que sean naturales y no forzados, como ahora exigen algunos aficionados en lugar de apoyar al equipo.

Lejos está Pumas de aquel equipo que accedió a la final del Guard1anes 2020, aunque su camino realmente lleva, a corto plazo, al surgimiento de jóvenes canteranos con suficiente calidad y que siempre han estado ahí, a la espera de una oportunidad, pero en algunas ocasiones sin el apoyo o la proyección que se necesita.

En el Club Universidad Nacional no hay jugadores sin amígdalas y mucho menos ladrones. Hay un grupo de jóvenes que tratan de abrirse paso, apoyados por una directiva que apuesta por ellos de cara al futuro. Y un club así merece aficionados a la altura, como los miles que cada ocho días alientan al equipo, y que siempre están ahí, en las buenas y en las malas.

Lo sé porque en mi etapa como técnico del equipo, del que también fui goleador, pude celebrar con ellos el bicampeonato obtenido en 2004.

La crítica es buena, siempre que sea constructiva. Y Pumas necesita saber que su afición está ahí, inconforme con los resultados, pero sin dejar de creer en ellos.

Es hasta contradictorio que les hayan exigido compromiso, respeto y entrega.

¡Que te lo digo yo!