/ martes 15 de diciembre de 2020

Ajo y Agua | Sí es como lo pintan

En el futbol no gana el equipo que lo merece, sino el que mete más goles; y en ese sentido, León cumplió con ambos aspectos para proclamarse campeón del Torneo Guard1anes 2020. Lo hizo con justicia de la buena, que es la deportiva, sobre todo por su paso a lo largo de la fase regular; y ante los Pumas de la UNAM, que se quedaron cerca de otra hazaña.

En medio de una ola de contagios, proyectos inconclusos y uno que otro escándalo, que penosamente nunca faltan, el futbol mexicano conoció al campeón del Torneo Guard1anes 2020, dedicado a todos aquellos que se encuentran en la primera línea durante la cada vez más desgastante batalla contra la pandemia del Covid-19.

Y ese campeón no es otro que el León de Ignacio Ambriz, quien celebró su primer título como técnico del futbol mexicano, que se suma a los dos que ganó siendo jugador del Necaxa.

Nacho se une así al selecto grupo de quienes hemos logrado ser campeones del futbol mexicano como jugadores y como técnicos.

En mi caso, fueron cuatro los títulos que conquisté con la playera de los Pumas de la UNAM, que disputaron este atípico torneo bajo la dirección de Andrés Lillini, en su primera experiencia como técnico de Primera División.

Lo menciono así porque esa fue una de las claves en la final que León le ganó a los Pumas, tal como lo señalé la semana pasada, en este espacio.

El argentino aprendió, a tiempo, que la Liguilla se juega de una manera muy diferente a la fase regular, lo que permitió a su equipo reponerse de la goleada de 4-0 que sufrió ante Cruz Azul en la ida de las semifinales.

Sin embargo, pagó su falta de experiencia en una final a ida y vuelta, algo que Ambriz ya había aprendido, a la mala, cuando la perdió en el Clausura 2019, también al frente del León, con los Tigres de Ricardo Ferretti, un viejo lobo de mar en estas instancias.

Aun así, el argentino hizo gran labor pese a que tomó las riendas del equipo dos días antes de que comenzara el torneo, luego de que, por motivos personales, Michel González, quien fue mi compañero de equipo en el Real Madrid, no pudo continuar el proyecto que celosa y atinadamente diseñó desde cero junto a Jesús Ramírez, presidente deportivo del club universitario.

Después de quedar sublíderes, precisamente sólo por detrás del conjunto esmeralda, frente al que concedieron su única derrota, los Pumas regresaron a la final de la Liga MX después de cinco años, como resultado, insisto, de la continuidad que se le ha dado, sin importar los resultados, a un proyecto en el que creen todos los involucrados.

Así como el cambio de técnico fue inevitable y aun así se obtuvo un digno y meritorio subcampeonato, la salida del delantero Carlos González, nuevo refuerzo de los Tigres de Nuevo León, no deberá perturbar los planes de cara al próximo torneo, en el que Lillini tendrá muchas situaciones a considerar para no cometer errores del pasado.

Uno de ellos fue haberle regresado la titularidad a Alfredo Talavera después de un mes de ausencia por lesión.

Nadie puede dudar de la calidad y experiencia del portero, sin embargo, el joven Julio González se había ganado el derecho de concluir el torneo bajo el arco, luego de sus grandes actuaciones en los últimos partidos, así como su regularidad y seguridad mostrada.

Talavera se convirtió en factor determinante, con sólo 11 minutos de juego, en el primer gol del domingo, cuando se le dobló la mano al intentar atajar el tiro de Emmanuel Gigliotti.

Son hechos circunstanciales, y aunque el hubiera no existe ni en el futbol ni en la vida, quedará la duda de qué habría pasado si Julio González hubiera sido el portero titular.

Porque es un hecho que ese gol, así como el permitido en los últimos minutos de la final de ida, mermaron la confianza del club universitario, incapaz de reaccionar y de encontrar la forma de meterse nuevamente en la pelea por el título.

¡Que te lo digo yo!

En el futbol no gana el equipo que lo merece, sino el que mete más goles; y en ese sentido, León cumplió con ambos aspectos para proclamarse campeón del Torneo Guard1anes 2020. Lo hizo con justicia de la buena, que es la deportiva, sobre todo por su paso a lo largo de la fase regular; y ante los Pumas de la UNAM, que se quedaron cerca de otra hazaña.

En medio de una ola de contagios, proyectos inconclusos y uno que otro escándalo, que penosamente nunca faltan, el futbol mexicano conoció al campeón del Torneo Guard1anes 2020, dedicado a todos aquellos que se encuentran en la primera línea durante la cada vez más desgastante batalla contra la pandemia del Covid-19.

Y ese campeón no es otro que el León de Ignacio Ambriz, quien celebró su primer título como técnico del futbol mexicano, que se suma a los dos que ganó siendo jugador del Necaxa.

Nacho se une así al selecto grupo de quienes hemos logrado ser campeones del futbol mexicano como jugadores y como técnicos.

En mi caso, fueron cuatro los títulos que conquisté con la playera de los Pumas de la UNAM, que disputaron este atípico torneo bajo la dirección de Andrés Lillini, en su primera experiencia como técnico de Primera División.

Lo menciono así porque esa fue una de las claves en la final que León le ganó a los Pumas, tal como lo señalé la semana pasada, en este espacio.

El argentino aprendió, a tiempo, que la Liguilla se juega de una manera muy diferente a la fase regular, lo que permitió a su equipo reponerse de la goleada de 4-0 que sufrió ante Cruz Azul en la ida de las semifinales.

Sin embargo, pagó su falta de experiencia en una final a ida y vuelta, algo que Ambriz ya había aprendido, a la mala, cuando la perdió en el Clausura 2019, también al frente del León, con los Tigres de Ricardo Ferretti, un viejo lobo de mar en estas instancias.

Aun así, el argentino hizo gran labor pese a que tomó las riendas del equipo dos días antes de que comenzara el torneo, luego de que, por motivos personales, Michel González, quien fue mi compañero de equipo en el Real Madrid, no pudo continuar el proyecto que celosa y atinadamente diseñó desde cero junto a Jesús Ramírez, presidente deportivo del club universitario.

Después de quedar sublíderes, precisamente sólo por detrás del conjunto esmeralda, frente al que concedieron su única derrota, los Pumas regresaron a la final de la Liga MX después de cinco años, como resultado, insisto, de la continuidad que se le ha dado, sin importar los resultados, a un proyecto en el que creen todos los involucrados.

Así como el cambio de técnico fue inevitable y aun así se obtuvo un digno y meritorio subcampeonato, la salida del delantero Carlos González, nuevo refuerzo de los Tigres de Nuevo León, no deberá perturbar los planes de cara al próximo torneo, en el que Lillini tendrá muchas situaciones a considerar para no cometer errores del pasado.

Uno de ellos fue haberle regresado la titularidad a Alfredo Talavera después de un mes de ausencia por lesión.

Nadie puede dudar de la calidad y experiencia del portero, sin embargo, el joven Julio González se había ganado el derecho de concluir el torneo bajo el arco, luego de sus grandes actuaciones en los últimos partidos, así como su regularidad y seguridad mostrada.

Talavera se convirtió en factor determinante, con sólo 11 minutos de juego, en el primer gol del domingo, cuando se le dobló la mano al intentar atajar el tiro de Emmanuel Gigliotti.

Son hechos circunstanciales, y aunque el hubiera no existe ni en el futbol ni en la vida, quedará la duda de qué habría pasado si Julio González hubiera sido el portero titular.

Porque es un hecho que ese gol, así como el permitido en los últimos minutos de la final de ida, mermaron la confianza del club universitario, incapaz de reaccionar y de encontrar la forma de meterse nuevamente en la pelea por el título.

¡Que te lo digo yo!