/ martes 12 de abril de 2022

Ajo y Agua | Una cucharada de su propio chocolate

Javier Aguirre regresó a la Liga española en auxilio del Mallorca, y a pesar de que debutó con derrota frente al Getafe, en sólo un par de semanas ha logrado cambiar la mentalidad de sus jugadores, como quedó de manifiesto el fin de semana, cuando hizo la hombrada de ganarle al Atlético de Madrid para salir de la zona de descenso.

El futbol moderno no entiende de estilos bonitos o feos. Ahora la estrategia y planteamiento táctico tiene mucho mayor peso, incluso por encima de los nombres propios que cada equipo pueda tener.

Del futbol total de Rinus Michels, que tuvo a Johan Cruyff como máximo exponente, a encerrarse en su propia área a la espera de una oportunidad para hacer daño al contragolpe.

De un estilo en el que todos los jugadores defendían y atacaban en equipo, como lo que son, a ver cómo el delantero debe esforzarse para apoyar a sus compañeros en labores defensivas, mientras tiene que explotar sus capacidades y habilidades para sorprender al rival.

No es lo ideal, hay que reconocerlo, sin embargo, en estos tiempos, en los que existe gran distancia en cuanto al valor de las plantillas, algunos técnicos deben aprovechar las armas que tienen para, con su estilo, dar espectáculo y potencializar sus opciones, que en algunas ocasiones son limitadas.

Así lo explicó Josep Guardiola, técnico del Manchester City, la semana pasada, previo al partido en contra del Atlético de Madrid, en la ida de los cuartos de final de la Champions League.

Entendemos eso de jugar a la defensiva. Y sí, efectivamente hay una concepción incorrecta del Atlético de Madrid, que es más ofensivo de lo que la gente piensa. Diego Simeone es un técnico que utiliza sus armas a su manera, pero tampoco se encierra en su área.

Pocos técnicos somos capaces de volver la motivación en el punto fuerte del equipo. De convencerlos que no se trata de nombres, sino de hombres; que lo único que cuenta dentro del terreno de juego es el esfuerzo y entregarse al 100 por ciento en cada partido y entrenamiento.

Simeone lo sabe y no tiene ningún inconveniente en reconocer cuando su equipo no es favorito o está en desventaja en cuanto al valor y calidad de plantillas. Y aunque indica que deberán aguantar, no acepta la etiqueta de víctima.

Así asumió el partido del martes pasado frente al Manchester City, con un planteamiento muy cuestionado por algunos, al no hacer ni un tiro al arco rival. La trampa era clara, debían esperar en su propio campo, no porque no tuvieran opciones al ataque, sino porque la prioridad era defender el resultado como visitante y aprovechar la desesperación del rival, sobre todo de cara al partido de mañana en el Wanda Metropolitano.

Así debe ser cuando se disputa una eliminatoria a ida y vuelta, sobre todo cuando se cierra como local.

Y casi le funciona, de no ser porque Kevin de Bruyne anotó el único gol del encuentro, cuando prácticamente estaban en la recta final, al minuto 69.

Pero para experto siempre habrá un experto y medio, y ese fue el mexicano Javier Aguirre, quien el sábado le dio a Simeone una cucharada de su propio chocolate. Si consideramos la diferencia abismal entre el Atlético de Madrid, que pelea por terminar la temporada en zona de Champions League; y el Mallorca, que está amenazado por la zona de descenso a Segunda División, muchos dieron por favorito al primero de ellos.

Pero en el futbol como en la vida todo puede pasar. Y Aguirre no sólo sacó tres puntos de oro, gracias a un penalti que se encontró al minuto 68, sino que además le hizo un guiño al Real Madrid, tras prácticamente quitarle de encima a unos de los tres equipos que lo perseguían en la clasificación, pese a los 12 puntos de ventaja que tiene en el liderato.

Quizá Aguirre sólo pensaba sacar el empate en uno de los encuentros más complicados que le quedan en el cierre de temporada, pero obtener tres puntos ante el Atlético era una hombrada que difícilmente se pensó en conseguir

Dicen que el que a hierro mata, a hierro muere, y en el futbol actual, hay que valerse de todo lo que esté al alcance para lograr el objetivo.

¡Que te lo digo yo!

Javier Aguirre regresó a la Liga española en auxilio del Mallorca, y a pesar de que debutó con derrota frente al Getafe, en sólo un par de semanas ha logrado cambiar la mentalidad de sus jugadores, como quedó de manifiesto el fin de semana, cuando hizo la hombrada de ganarle al Atlético de Madrid para salir de la zona de descenso.

El futbol moderno no entiende de estilos bonitos o feos. Ahora la estrategia y planteamiento táctico tiene mucho mayor peso, incluso por encima de los nombres propios que cada equipo pueda tener.

Del futbol total de Rinus Michels, que tuvo a Johan Cruyff como máximo exponente, a encerrarse en su propia área a la espera de una oportunidad para hacer daño al contragolpe.

De un estilo en el que todos los jugadores defendían y atacaban en equipo, como lo que son, a ver cómo el delantero debe esforzarse para apoyar a sus compañeros en labores defensivas, mientras tiene que explotar sus capacidades y habilidades para sorprender al rival.

No es lo ideal, hay que reconocerlo, sin embargo, en estos tiempos, en los que existe gran distancia en cuanto al valor de las plantillas, algunos técnicos deben aprovechar las armas que tienen para, con su estilo, dar espectáculo y potencializar sus opciones, que en algunas ocasiones son limitadas.

Así lo explicó Josep Guardiola, técnico del Manchester City, la semana pasada, previo al partido en contra del Atlético de Madrid, en la ida de los cuartos de final de la Champions League.

Entendemos eso de jugar a la defensiva. Y sí, efectivamente hay una concepción incorrecta del Atlético de Madrid, que es más ofensivo de lo que la gente piensa. Diego Simeone es un técnico que utiliza sus armas a su manera, pero tampoco se encierra en su área.

Pocos técnicos somos capaces de volver la motivación en el punto fuerte del equipo. De convencerlos que no se trata de nombres, sino de hombres; que lo único que cuenta dentro del terreno de juego es el esfuerzo y entregarse al 100 por ciento en cada partido y entrenamiento.

Simeone lo sabe y no tiene ningún inconveniente en reconocer cuando su equipo no es favorito o está en desventaja en cuanto al valor y calidad de plantillas. Y aunque indica que deberán aguantar, no acepta la etiqueta de víctima.

Así asumió el partido del martes pasado frente al Manchester City, con un planteamiento muy cuestionado por algunos, al no hacer ni un tiro al arco rival. La trampa era clara, debían esperar en su propio campo, no porque no tuvieran opciones al ataque, sino porque la prioridad era defender el resultado como visitante y aprovechar la desesperación del rival, sobre todo de cara al partido de mañana en el Wanda Metropolitano.

Así debe ser cuando se disputa una eliminatoria a ida y vuelta, sobre todo cuando se cierra como local.

Y casi le funciona, de no ser porque Kevin de Bruyne anotó el único gol del encuentro, cuando prácticamente estaban en la recta final, al minuto 69.

Pero para experto siempre habrá un experto y medio, y ese fue el mexicano Javier Aguirre, quien el sábado le dio a Simeone una cucharada de su propio chocolate. Si consideramos la diferencia abismal entre el Atlético de Madrid, que pelea por terminar la temporada en zona de Champions League; y el Mallorca, que está amenazado por la zona de descenso a Segunda División, muchos dieron por favorito al primero de ellos.

Pero en el futbol como en la vida todo puede pasar. Y Aguirre no sólo sacó tres puntos de oro, gracias a un penalti que se encontró al minuto 68, sino que además le hizo un guiño al Real Madrid, tras prácticamente quitarle de encima a unos de los tres equipos que lo perseguían en la clasificación, pese a los 12 puntos de ventaja que tiene en el liderato.

Quizá Aguirre sólo pensaba sacar el empate en uno de los encuentros más complicados que le quedan en el cierre de temporada, pero obtener tres puntos ante el Atlético era una hombrada que difícilmente se pensó en conseguir

Dicen que el que a hierro mata, a hierro muere, y en el futbol actual, hay que valerse de todo lo que esté al alcance para lograr el objetivo.

¡Que te lo digo yo!