/ miércoles 27 de junio de 2018

Al cierre, nada definido

A pocas horas del cierre de las campañas políticas, nada está definido respecto del resultado de la votación en las más grandes elecciones en la historia de México, que tendrán lugar el domingo próximo. Diversos signos y análisis de expertos en estadística y mediciones de opinión señalan la posibilidad de un cambio radical en las tendencias del voto que en las últimas semanas han arrojado las encuestas realizadas por distintas empresas.

La votación del primero de julio podrá cambiar radicalmente por diversos factores que los analistas señalan. De acuerdo con los reportes de los sondeos de opinión, aproximadamente el 60 por ciento de los ciudadanos entrevistados rechazan las encuestas por la desconfianza sobre el uso que se daría a su intención de sufragio, al que considera secreto. Además de este segmento de la población que duda de la confidencialidad de las encuestas, un 25 por ciento de quienes respondieron a las entrevistas declaró no tener decidido por quién, por qué candidato, partido o coalición emitirá su voto.

Tanto los renuentes como los indecisos que por diversas razones ocultan su intención de voto, integran desde el punto de vista estadístico un amplio sector de la población que a última hora podrá cambiar los pronósticos que resultan de las encuestas. Terminado este miércoles por la noche el proceso electoral, es muy posible que en los días de silencio impuesto por la veda a los actos de proselitismo sirva para una reflexión hacia la decisión final de los millones de electores, que puede cambiar de raíz el resultado en las urnas, que será la verdadera encuesta.

Nada está definido. Lo saben y lo entienden los participantes en la contienda, inclusive los que dicen sentirse seguros del triunfo apoyados en la estadística. En el equipo de Andrés Manuel López Obrador se advierten signos de temor al resultado final. Al tigre que puede despertar, se agrega la aparición del diablo, sepulturero de las instituciones que, según la presidente de Morena, Yeikol Polevsky, entrará en acción en caso de que su candidato no resulte el ganador. En el cuartel morenista espantan previsiones o augurios de medios internacionales como los The Wall Street Journal que considera altamente posible un cambio en el resultado final de la elección. Ante el elector se presentan tres propuestas que en conciencia han sido o deberán ser ponderadas para la emisión del voto. En todas ellas se habla de cambios.

Toda elección presidencial, con el arribo de un nuevo gobierno, significa un cambio no sólo de hombres, sino en los propósitos y las formas de administrar. Lo dijo hace unos días el candidato de la coalición Todos por México, José Antonio Meade, y así lo demuestra la historia desde las transformaciones del primer tercio del siglo pasado. El cambio sexenal en México ha sido una necesidad y su cumplimiento, un imperativo ineludible.

Que como resultado de la elección habrá un cambio, no sólo de hombres sino de planes y programas de gobierno, es un hecho incontrovertible. La cuestión para el elector es decidir cuál de esas tres propuestas merece su voto, la del retroceso, la de la venganza o la de la evolución hacia nuevas etapas del progreso.

Srio28@prodigy.net.mx


A pocas horas del cierre de las campañas políticas, nada está definido respecto del resultado de la votación en las más grandes elecciones en la historia de México, que tendrán lugar el domingo próximo. Diversos signos y análisis de expertos en estadística y mediciones de opinión señalan la posibilidad de un cambio radical en las tendencias del voto que en las últimas semanas han arrojado las encuestas realizadas por distintas empresas.

La votación del primero de julio podrá cambiar radicalmente por diversos factores que los analistas señalan. De acuerdo con los reportes de los sondeos de opinión, aproximadamente el 60 por ciento de los ciudadanos entrevistados rechazan las encuestas por la desconfianza sobre el uso que se daría a su intención de sufragio, al que considera secreto. Además de este segmento de la población que duda de la confidencialidad de las encuestas, un 25 por ciento de quienes respondieron a las entrevistas declaró no tener decidido por quién, por qué candidato, partido o coalición emitirá su voto.

Tanto los renuentes como los indecisos que por diversas razones ocultan su intención de voto, integran desde el punto de vista estadístico un amplio sector de la población que a última hora podrá cambiar los pronósticos que resultan de las encuestas. Terminado este miércoles por la noche el proceso electoral, es muy posible que en los días de silencio impuesto por la veda a los actos de proselitismo sirva para una reflexión hacia la decisión final de los millones de electores, que puede cambiar de raíz el resultado en las urnas, que será la verdadera encuesta.

Nada está definido. Lo saben y lo entienden los participantes en la contienda, inclusive los que dicen sentirse seguros del triunfo apoyados en la estadística. En el equipo de Andrés Manuel López Obrador se advierten signos de temor al resultado final. Al tigre que puede despertar, se agrega la aparición del diablo, sepulturero de las instituciones que, según la presidente de Morena, Yeikol Polevsky, entrará en acción en caso de que su candidato no resulte el ganador. En el cuartel morenista espantan previsiones o augurios de medios internacionales como los The Wall Street Journal que considera altamente posible un cambio en el resultado final de la elección. Ante el elector se presentan tres propuestas que en conciencia han sido o deberán ser ponderadas para la emisión del voto. En todas ellas se habla de cambios.

Toda elección presidencial, con el arribo de un nuevo gobierno, significa un cambio no sólo de hombres, sino en los propósitos y las formas de administrar. Lo dijo hace unos días el candidato de la coalición Todos por México, José Antonio Meade, y así lo demuestra la historia desde las transformaciones del primer tercio del siglo pasado. El cambio sexenal en México ha sido una necesidad y su cumplimiento, un imperativo ineludible.

Que como resultado de la elección habrá un cambio, no sólo de hombres sino de planes y programas de gobierno, es un hecho incontrovertible. La cuestión para el elector es decidir cuál de esas tres propuestas merece su voto, la del retroceso, la de la venganza o la de la evolución hacia nuevas etapas del progreso.

Srio28@prodigy.net.mx