/ martes 19 de junio de 2018

Alcaldías, otro olvido en estas elecciones

El derecho a votar se ejerce con la información o la opinión que tenemos sobre las propuestas y con conocimiento de las instituciones sobre las que votaremos. En una elección, la comunicación y la información son temas fundamentales para el ejercicio de nuestros derechos políticos. Es responsabilidad de los actores políticos poner en conocimiento de la ciudadanía los temas que nos permiten orientar nuestro sufragio. En igualdad de circunstancias, es obligación de los ciudadanos buscar información sobre los temas que rigen la vida pública.

La Ciudad de México está llevando a cabo sus procesos de campaña política como siempre. El único problema es que la capital cambió de manera fundamental. Ya no existirá la Asamblea Legislativa y, sobre todo, las delegaciones de la Ciudad de México desaparecerán. La famosa frase: nos vamos a la delegación, dejará de aplicar. Ahora será: nos vamos a la Alcaldía. Todo lo anterior, por la expedición de la Constitución de la Ciudad de México.

La Constitución de la Ciudad de México pretendía darle un nuevo rostro jurídico y político a la capital del país. Este instrumento jurídico recompone la configuración de la Ciudad de México al incluir a los pueblos, barrios originarios y su respeto. El primer paso fue cambiar las delegaciones por Alcaldías, ya que la parte electoral (elegir Alcaldías, Congreso y titular del Ejecutivo) entró en vigor antes que el resto de la Constitución de la Capital, como podría ser la parte de los derechos –o- la reconfiguración del Tribunal de la Ciudad de México.

Las delegaciones de la Ciudad de México consistían en una forma de gobierno que se ejercía a través de una persona electa por el voto popular. El delegado actuaba sin mayores contrapesos y en ciertas áreas era casi incuestionable. Por su parte, las Alcaldías tienen una composición más plural, un titular y una serie de concejales -varia de 7 a 10 personas- en una figura parecida al Municipio Libre, los concejales hacen contrapeso al alcalde. Las personas que hemos vivido en la Ciudad de México no estamos familiarizados ni entendemos cómo es que opera un Municipio y, en consecuencia, tampoco comprendemos cómo gobernaran las Alcaldías.

La complejidad con la que funcionaran las Alcaldías y el Ejecutivo de la capital es enorme, al igual que la nueva forma de gobierno en aspectos como “salud” u “ordenamiento territorial”, ya que puede existir responsabilidad compartida entre el gobierno central y la Alcaldía. Sin embargo, ¿Quién nos está explicando esto a los capitalinos?, ¿Quién está informado con este cambio? La respuesta es nadie. Al parecer, el resto de la elección está devorando los grandes cambios que hubo en la Ciudad de México y los políticos de la ciudad tampoco están interesados en hacernos saber la transformación y sus consecuencias.

A mayor abundamiento, la Constitución de la Ciudad de México reconoce los pueblos y los barrios originarios ¿Esto debió impactar en las elecciones? Para la clase política, parece que lo importante era hacer una Constitución de vanguardia y después se olvidaron de los posibles alcances de ésta. El problema de toda la vida: construir cuerpos jurídicos que no aterrizan con claridad en la vida real. Es nuestra obligación consultar todos estos temas, pero la clase política es la primera que debe brindar información sobre la transformación de la ciudad y, sobre todo, en estas fechas.

El derecho a votar se ejerce con la información o la opinión que tenemos sobre las propuestas y con conocimiento de las instituciones sobre las que votaremos. En una elección, la comunicación y la información son temas fundamentales para el ejercicio de nuestros derechos políticos. Es responsabilidad de los actores políticos poner en conocimiento de la ciudadanía los temas que nos permiten orientar nuestro sufragio. En igualdad de circunstancias, es obligación de los ciudadanos buscar información sobre los temas que rigen la vida pública.

La Ciudad de México está llevando a cabo sus procesos de campaña política como siempre. El único problema es que la capital cambió de manera fundamental. Ya no existirá la Asamblea Legislativa y, sobre todo, las delegaciones de la Ciudad de México desaparecerán. La famosa frase: nos vamos a la delegación, dejará de aplicar. Ahora será: nos vamos a la Alcaldía. Todo lo anterior, por la expedición de la Constitución de la Ciudad de México.

La Constitución de la Ciudad de México pretendía darle un nuevo rostro jurídico y político a la capital del país. Este instrumento jurídico recompone la configuración de la Ciudad de México al incluir a los pueblos, barrios originarios y su respeto. El primer paso fue cambiar las delegaciones por Alcaldías, ya que la parte electoral (elegir Alcaldías, Congreso y titular del Ejecutivo) entró en vigor antes que el resto de la Constitución de la Capital, como podría ser la parte de los derechos –o- la reconfiguración del Tribunal de la Ciudad de México.

Las delegaciones de la Ciudad de México consistían en una forma de gobierno que se ejercía a través de una persona electa por el voto popular. El delegado actuaba sin mayores contrapesos y en ciertas áreas era casi incuestionable. Por su parte, las Alcaldías tienen una composición más plural, un titular y una serie de concejales -varia de 7 a 10 personas- en una figura parecida al Municipio Libre, los concejales hacen contrapeso al alcalde. Las personas que hemos vivido en la Ciudad de México no estamos familiarizados ni entendemos cómo es que opera un Municipio y, en consecuencia, tampoco comprendemos cómo gobernaran las Alcaldías.

La complejidad con la que funcionaran las Alcaldías y el Ejecutivo de la capital es enorme, al igual que la nueva forma de gobierno en aspectos como “salud” u “ordenamiento territorial”, ya que puede existir responsabilidad compartida entre el gobierno central y la Alcaldía. Sin embargo, ¿Quién nos está explicando esto a los capitalinos?, ¿Quién está informado con este cambio? La respuesta es nadie. Al parecer, el resto de la elección está devorando los grandes cambios que hubo en la Ciudad de México y los políticos de la ciudad tampoco están interesados en hacernos saber la transformación y sus consecuencias.

A mayor abundamiento, la Constitución de la Ciudad de México reconoce los pueblos y los barrios originarios ¿Esto debió impactar en las elecciones? Para la clase política, parece que lo importante era hacer una Constitución de vanguardia y después se olvidaron de los posibles alcances de ésta. El problema de toda la vida: construir cuerpos jurídicos que no aterrizan con claridad en la vida real. Es nuestra obligación consultar todos estos temas, pero la clase política es la primera que debe brindar información sobre la transformación de la ciudad y, sobre todo, en estas fechas.

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