/ martes 10 de julio de 2018

Alcoholímetro y Migrantes

Todos los jueces de amparo tienen su razón de ser en la protección de los derechos humanos y, dentro de estos, los juzgadores más visibles son los que hacen derecho penal y civil. Las sentencias sobre Ayotzinapa, Cassez, matrimonios del mismo sexo, Caro Quintero, aborto -o- libertad de expresión dan cuenta de ello. A primera vista, no hay mucho espacio para los jueces de amparo que hacen derecho administrativo, sin embargo, esto es totalmente falso.

El problema es que están demasiado vinculados, en el imaginario social y en el gremio, con cuestiones como clausuras, multas, permisos o el alcoholímetro. La mayoría de las personas ignoramos o pasamos por alto, la función de los jueces administrativos en la órbita de los derechos humanos y su gran aportación a este espacio, la sociedad está más cercana a ellos por los temas mencionados y, en el imaginario público, por el dichoso alcoholímetro.

El alcoholímetro comenzó en el año 2003 y con él, las demandas de amparo para levantar la sanción de arresto por un rato, luego de que el juez le niega la razón al peticionario, la autoridad puede ejecutar la sanción. El camino cotidiano de un juzgado de amparo administrativo se tiene que encontrar con el alcoholímetro, política pública por demás que exitosa, pero que un conjunto de malas prácticas (policías que dan los listados de la gente detenida, presuntos abogados que hacen los amparos y quien los paga) le dio rara fama a los tribunales administrativos. Y, por otro lado, tenemos temas como la migración.

La migración es un tema de derechos humanos crucial en el mundo contemporáneo. No es un asunto de Estados Unidos de América o de la Unión Europea, es una cuestión mundial. Los Estados Unidos Mexicanos somos un país de tránsito y con nacionales migrantes hacia Estados Unidos de América, por ello, la mayor parte de nuestro debate está en las políticas migratorias de E.U.A.

Nosotros no hemos discutido lo suficiente sobre el trato que damos a quien cruza México para llegar al país del norte (migrante nacional o extranjero) y el calvario que todos pasan con ciertas autoridades migratorias y el especial maltrato a los extranjeros. Aquí un trabajo de los jueces de amparo en materia administrativa, ellos son los encargados de regresar a la igualdad, en todos sus aspectos, a quien es migrante. Sin embargo, las decisiones de los jueces en materia administrativa sobre migración no alcanzan la fama del alcoholímetro. No son los jueces. Es una sociedad desinteresada en criticar sus políticas migratorias. En México también se separan familias y niños. No somos un país amigable con los migrantes de tránsito y llevamos años violando sus derechos humanos. Hay quien señala nuestro “poder” para flexibilizar nuestra dura política migratoria para entrar en diálogo con Estados Unidos de América en otros temas ¿pues qué haremos en materia migratoria?

La fama del alcoholímetro y el desinterés en las decisiones judiciales sobre migración crean un efecto muy perverso. Sí, la sociedad desatiende los foros sobre migración y tampoco debate las decisiones judiciales, no existe forma de supervisar nuestra política migratoria, ni saber cómo están funcionando los jueces en esa área. Es imposible que estemos más atentos de los jueces migratorios de Estados Unidos de América que de nuestros propios jueces. Necesitamos revisar los temas que ingresan al debate público y hacerle un espacio a la política migratoria y las decisiones judiciales en torno a ella. Antes de ver la viga en el ojo ajeno, apreciemos el madero en el ojo propio.

Dr. En Derecho


Todos los jueces de amparo tienen su razón de ser en la protección de los derechos humanos y, dentro de estos, los juzgadores más visibles son los que hacen derecho penal y civil. Las sentencias sobre Ayotzinapa, Cassez, matrimonios del mismo sexo, Caro Quintero, aborto -o- libertad de expresión dan cuenta de ello. A primera vista, no hay mucho espacio para los jueces de amparo que hacen derecho administrativo, sin embargo, esto es totalmente falso.

El problema es que están demasiado vinculados, en el imaginario social y en el gremio, con cuestiones como clausuras, multas, permisos o el alcoholímetro. La mayoría de las personas ignoramos o pasamos por alto, la función de los jueces administrativos en la órbita de los derechos humanos y su gran aportación a este espacio, la sociedad está más cercana a ellos por los temas mencionados y, en el imaginario público, por el dichoso alcoholímetro.

El alcoholímetro comenzó en el año 2003 y con él, las demandas de amparo para levantar la sanción de arresto por un rato, luego de que el juez le niega la razón al peticionario, la autoridad puede ejecutar la sanción. El camino cotidiano de un juzgado de amparo administrativo se tiene que encontrar con el alcoholímetro, política pública por demás que exitosa, pero que un conjunto de malas prácticas (policías que dan los listados de la gente detenida, presuntos abogados que hacen los amparos y quien los paga) le dio rara fama a los tribunales administrativos. Y, por otro lado, tenemos temas como la migración.

La migración es un tema de derechos humanos crucial en el mundo contemporáneo. No es un asunto de Estados Unidos de América o de la Unión Europea, es una cuestión mundial. Los Estados Unidos Mexicanos somos un país de tránsito y con nacionales migrantes hacia Estados Unidos de América, por ello, la mayor parte de nuestro debate está en las políticas migratorias de E.U.A.

Nosotros no hemos discutido lo suficiente sobre el trato que damos a quien cruza México para llegar al país del norte (migrante nacional o extranjero) y el calvario que todos pasan con ciertas autoridades migratorias y el especial maltrato a los extranjeros. Aquí un trabajo de los jueces de amparo en materia administrativa, ellos son los encargados de regresar a la igualdad, en todos sus aspectos, a quien es migrante. Sin embargo, las decisiones de los jueces en materia administrativa sobre migración no alcanzan la fama del alcoholímetro. No son los jueces. Es una sociedad desinteresada en criticar sus políticas migratorias. En México también se separan familias y niños. No somos un país amigable con los migrantes de tránsito y llevamos años violando sus derechos humanos. Hay quien señala nuestro “poder” para flexibilizar nuestra dura política migratoria para entrar en diálogo con Estados Unidos de América en otros temas ¿pues qué haremos en materia migratoria?

La fama del alcoholímetro y el desinterés en las decisiones judiciales sobre migración crean un efecto muy perverso. Sí, la sociedad desatiende los foros sobre migración y tampoco debate las decisiones judiciales, no existe forma de supervisar nuestra política migratoria, ni saber cómo están funcionando los jueces en esa área. Es imposible que estemos más atentos de los jueces migratorios de Estados Unidos de América que de nuestros propios jueces. Necesitamos revisar los temas que ingresan al debate público y hacerle un espacio a la política migratoria y las decisiones judiciales en torno a ella. Antes de ver la viga en el ojo ajeno, apreciemos el madero en el ojo propio.

Dr. En Derecho


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