/ viernes 2 de agosto de 2019

Allende el horizonte

Por: Horacio de la Cueva (CICESE)

Al grupo Pardeleros por su inspiración y compañerismo: Y. Albores, J. Martínez, C. Soldatini.

Si pudiéramos escudriñar lejos y ampliamente el horizonte marino, veríamos millones de aves volando sobre los océanos de todo el mundo. Ni están perdidas ni están vagando. En la época reproductiva buscan alimento para sus pollos que están creciendo en una isla lejana; el resto del año, viven mar adentro. Las aves marinas son parte importante del ecosistema pelágico. Los cambios en la temperatura y la acidez oceánicas serán determinantes en el futuro o en la extinción de muchas especies de aves marinas.

También en el horizonte marino navegan miles de embarcaciones con sus diferentes artes de pesca que llevarán alimento a millones de mesas. Tal vez, las aves marinas estén compitiendo con nosotros por esta fuente de alimentación, pero ellas son más selectivas. Lo que sí sabemos es que las aves marinas corren peligro de morir ahogadas atrapadas en artes de pesca. También sabemos cómo arreglar el problema. Lo difícil puede ser convencer a los armadores de la responsabilidad de salvar vidas y especies.

Foto: Horacio de la Cueva

Si seguimos escudriñando el horizonte, encontraremos las islas lejanas a tierra donde las aves marinas han florecido por miles de años. Estas islas surgieron por procesos tectónicos en el fondo de los mares. Al principio, eran islas yermas, pero corrientes marinas, vientos y tormentas las fueron llenando de vida con los organismos que acarrean.

La teoría de biogeografía de islas de Wilson y MacArthur predice que el número de especies que encontraremos en una isla “en equilibrio” depende, principalmente, de su distancia al continente y de su tamaño; entonces, esperamos que en las islas más lejanas haya menos especies. De las especies que sabemos que llegaron a las islas más lejanas, están las aves marinas con su gran capacidad de vuelo; a estas islas no han llegado los depredadores terrestres. A veces, la isla no tiene que estar muy lejos del continente; simplemente, debe haber una barrera impenetrable para el depredador.

En el siglo XIX, el aceite obtenido de la cacería de ballenas y lobos y elefantes marinos era la principal forma de iluminación en los hogares. Esta caza llevó al borde de la extinción a muchos de estos animales. Para alimentarse de productos frescos durante sus viajes, los balleneros dejaron borregos, chivos y cerdos repartidos en todas las islas. Estos animales, más ratas, ratones, gatos y perros dejados intencional o accidentalmente por pescadores, así como las plantas acarreadas en todo tipo de embarcaciones han invadido islas de todo el mundo, rompiendo sus flujos naturales de energía, desplazando, depredando y eliminando especies insulares. La ausencia de depredadores en las islas y los procesos de selección natural hicieron que las aves y mamíferos marinos perdieran su miedo y comportamiento de escape ante los depredadores.

Foto: Horacio de la Cueva

Esta depredación irrestricta de especies insulares es parte del problema mundial de especies exóticas que impulsa la extinción de especies nativas, el cual está siendo resuelto de forma independiente en todo el mundo por asociaciones civiles, grupos académicos y organismos internacionales y gobiernos. A pesar de los logros, hasta hoy no podemos cantar victoria. Muchos trabajos se han hecho, cuidando más la apariencia de victoria que entregando procesos y resultados efectivos.

Hay islas oceánicas famosas en la historia como la de Santa Helena, el lugar de exilio de Napoleón, o la isla de Pascua con sus esculturas gigantes y su civilización desaparecida, posiblemente, a causa de un colapso ecológico.

También hay islas famosas por su unicidad biológica. Las islas Galápagos saltaron a la fama cuando Charles Darwin se dio cuenta de que las especies de pinzones en estas islas eran el producto de evolución por selección natural a partir de un ancestro común. En las costas de Baja California, la isla Guadalupe dio hogar al elefante marino del norte y al lobo fino de Guadalupe; hoy es el sitio de una colonia de albatros de Laysan, aves marinas originarias de la isla homónima en el archipiélago hawaiano. En esta isla también se ha registrado al paiño de Guadalupe, que se teme extinta, pero no se ha organizado una expedición con la instrumentación técnica para buscarla sistemáticamente. Los paños son aves marinas pequeñas de hábitos nocturnos.

Entre el Golfo de México y el Mar Caribe se encuentra el arrecife Alacranes. Su nombre viene de su efecto mortal sobre las embarcaciones que allí encallaban. Dentro de este arrecife, en isla Muertos, se encuentra la segunda colonia más grande del mundo de bobos cafés con más de 20 mil aves.

Foto: Horacio de la Cueva

La colonia más grande se encuentra en las islas Clipperton en el Pacífico, que México cedió a Francia. Los bobos cafés son una especie del género Sula, un conjunto de especies presente en todos los océanos tropicales del mundo.

En isla Isabel, a donde podemos llegar partiendo de San Blas, Nayarit, existe una colonia de bobos de patas azules, ampliamente estudiada por el laboratorio de Hugh Drummond del Instituto de Ecología de la UNAM. En la misma isla también hay una colonia de fragatas magníficas. Las fragatas son aves muy ágiles en su vuelo; se distinguen por robar en vuelo la comida a otras aves. Este comportamiento se conoce como cleptoparasitismo. En esta especie, las hembras son más grandes que los machos y cuidan a los pollos por 18 meses, mientras que los machos sólo lo hacen durante los primeros tres. Las hembras deben seleccionar machos que aporten buenos genes a la siguiente generación. Para demostrar la calidad de sus genes, los machos se distinguen al vuelo por su saco gular (de garganta) rojo que usan para atraer a las hembras no tanto por el color como por su capacidad de generar consistentemente un sonido producido por su vibración. Esta selección de pareja fue identificada por primera vez por Charles Darwin en el libro Selección sexual y la descendencia del hombre.

Para que las aves marinas perduren en el horizonte, debemos cambiar nuestra forma de pesca en alta mar y cuidar mejor la ecología de las islas. No es trabajo mesiánico, es trabajo de todos.

Foto: Horacio de la Cueva

Referencias

Darwin, Charles. 1880. El origen del hombre: la selección natural y la sexual. Barcelona: Trilla y Serra. [Ahora se publica como El origen del hombre].

Diamond, Jared. 2005. Colapso: porqué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Barcelona: Debate, Random House Mondadori. 768 p.

MacArthur, Robert y Wilson Edward O. 1967. The Theory of Island Biogeography. Princeton: University Press. 203 p.

Autor

El doctor Horacio de la Cueva es investigador del Departamento de Biología de la Conservación en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE). Contacto: cuevas@cicese.mx http://horaciodelacueva.blogspot.com/

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Por: Horacio de la Cueva (CICESE)

Al grupo Pardeleros por su inspiración y compañerismo: Y. Albores, J. Martínez, C. Soldatini.

Si pudiéramos escudriñar lejos y ampliamente el horizonte marino, veríamos millones de aves volando sobre los océanos de todo el mundo. Ni están perdidas ni están vagando. En la época reproductiva buscan alimento para sus pollos que están creciendo en una isla lejana; el resto del año, viven mar adentro. Las aves marinas son parte importante del ecosistema pelágico. Los cambios en la temperatura y la acidez oceánicas serán determinantes en el futuro o en la extinción de muchas especies de aves marinas.

También en el horizonte marino navegan miles de embarcaciones con sus diferentes artes de pesca que llevarán alimento a millones de mesas. Tal vez, las aves marinas estén compitiendo con nosotros por esta fuente de alimentación, pero ellas son más selectivas. Lo que sí sabemos es que las aves marinas corren peligro de morir ahogadas atrapadas en artes de pesca. También sabemos cómo arreglar el problema. Lo difícil puede ser convencer a los armadores de la responsabilidad de salvar vidas y especies.

Foto: Horacio de la Cueva

Si seguimos escudriñando el horizonte, encontraremos las islas lejanas a tierra donde las aves marinas han florecido por miles de años. Estas islas surgieron por procesos tectónicos en el fondo de los mares. Al principio, eran islas yermas, pero corrientes marinas, vientos y tormentas las fueron llenando de vida con los organismos que acarrean.

La teoría de biogeografía de islas de Wilson y MacArthur predice que el número de especies que encontraremos en una isla “en equilibrio” depende, principalmente, de su distancia al continente y de su tamaño; entonces, esperamos que en las islas más lejanas haya menos especies. De las especies que sabemos que llegaron a las islas más lejanas, están las aves marinas con su gran capacidad de vuelo; a estas islas no han llegado los depredadores terrestres. A veces, la isla no tiene que estar muy lejos del continente; simplemente, debe haber una barrera impenetrable para el depredador.

En el siglo XIX, el aceite obtenido de la cacería de ballenas y lobos y elefantes marinos era la principal forma de iluminación en los hogares. Esta caza llevó al borde de la extinción a muchos de estos animales. Para alimentarse de productos frescos durante sus viajes, los balleneros dejaron borregos, chivos y cerdos repartidos en todas las islas. Estos animales, más ratas, ratones, gatos y perros dejados intencional o accidentalmente por pescadores, así como las plantas acarreadas en todo tipo de embarcaciones han invadido islas de todo el mundo, rompiendo sus flujos naturales de energía, desplazando, depredando y eliminando especies insulares. La ausencia de depredadores en las islas y los procesos de selección natural hicieron que las aves y mamíferos marinos perdieran su miedo y comportamiento de escape ante los depredadores.

Foto: Horacio de la Cueva

Esta depredación irrestricta de especies insulares es parte del problema mundial de especies exóticas que impulsa la extinción de especies nativas, el cual está siendo resuelto de forma independiente en todo el mundo por asociaciones civiles, grupos académicos y organismos internacionales y gobiernos. A pesar de los logros, hasta hoy no podemos cantar victoria. Muchos trabajos se han hecho, cuidando más la apariencia de victoria que entregando procesos y resultados efectivos.

Hay islas oceánicas famosas en la historia como la de Santa Helena, el lugar de exilio de Napoleón, o la isla de Pascua con sus esculturas gigantes y su civilización desaparecida, posiblemente, a causa de un colapso ecológico.

También hay islas famosas por su unicidad biológica. Las islas Galápagos saltaron a la fama cuando Charles Darwin se dio cuenta de que las especies de pinzones en estas islas eran el producto de evolución por selección natural a partir de un ancestro común. En las costas de Baja California, la isla Guadalupe dio hogar al elefante marino del norte y al lobo fino de Guadalupe; hoy es el sitio de una colonia de albatros de Laysan, aves marinas originarias de la isla homónima en el archipiélago hawaiano. En esta isla también se ha registrado al paiño de Guadalupe, que se teme extinta, pero no se ha organizado una expedición con la instrumentación técnica para buscarla sistemáticamente. Los paños son aves marinas pequeñas de hábitos nocturnos.

Entre el Golfo de México y el Mar Caribe se encuentra el arrecife Alacranes. Su nombre viene de su efecto mortal sobre las embarcaciones que allí encallaban. Dentro de este arrecife, en isla Muertos, se encuentra la segunda colonia más grande del mundo de bobos cafés con más de 20 mil aves.

Foto: Horacio de la Cueva

La colonia más grande se encuentra en las islas Clipperton en el Pacífico, que México cedió a Francia. Los bobos cafés son una especie del género Sula, un conjunto de especies presente en todos los océanos tropicales del mundo.

En isla Isabel, a donde podemos llegar partiendo de San Blas, Nayarit, existe una colonia de bobos de patas azules, ampliamente estudiada por el laboratorio de Hugh Drummond del Instituto de Ecología de la UNAM. En la misma isla también hay una colonia de fragatas magníficas. Las fragatas son aves muy ágiles en su vuelo; se distinguen por robar en vuelo la comida a otras aves. Este comportamiento se conoce como cleptoparasitismo. En esta especie, las hembras son más grandes que los machos y cuidan a los pollos por 18 meses, mientras que los machos sólo lo hacen durante los primeros tres. Las hembras deben seleccionar machos que aporten buenos genes a la siguiente generación. Para demostrar la calidad de sus genes, los machos se distinguen al vuelo por su saco gular (de garganta) rojo que usan para atraer a las hembras no tanto por el color como por su capacidad de generar consistentemente un sonido producido por su vibración. Esta selección de pareja fue identificada por primera vez por Charles Darwin en el libro Selección sexual y la descendencia del hombre.

Para que las aves marinas perduren en el horizonte, debemos cambiar nuestra forma de pesca en alta mar y cuidar mejor la ecología de las islas. No es trabajo mesiánico, es trabajo de todos.

Foto: Horacio de la Cueva

Referencias

Darwin, Charles. 1880. El origen del hombre: la selección natural y la sexual. Barcelona: Trilla y Serra. [Ahora se publica como El origen del hombre].

Diamond, Jared. 2005. Colapso: porqué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Barcelona: Debate, Random House Mondadori. 768 p.

MacArthur, Robert y Wilson Edward O. 1967. The Theory of Island Biogeography. Princeton: University Press. 203 p.

Autor

El doctor Horacio de la Cueva es investigador del Departamento de Biología de la Conservación en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE). Contacto: cuevas@cicese.mx http://horaciodelacueva.blogspot.com/

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