/ jueves 20 de febrero de 2020

Alta Empresa | En llamas

Flashback: Hace poco más de un lustro, como parte del equipo de Havas PR, brazo de relaciones públicas de la agencia global de publicidad Havas, tuve la oportunidad de coordinar los trabajos de comunicación y prensa en México y parte de Latinoamérica del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), organismo considerado como máxima autoridad en la materia y dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El grueso de la comunidad científica y la ONU consideraron que el mundo se acercaba a un punto de no retorno y que resultaba imperativo aprovechar la coyuntura de la presentación del Quinto Informe de Evaluación del IPCC para lanzar un ultimátum a la humanidad: La influencia humana en el sistema climático iba en aumento. La probabilidad de que el planeta experimentara impactos graves y generalizados era ya prácticamente irreversible. No todo estaba perdido: había opciones de mitigación rigurosas capaces de ayudarnos a permanecer en un nivel más controlable. El punto es que había que actuar sin acilación alguna y reducir las emisiones entre 40% y 70% entre 2010 y 2050, para mantener al mundo debajo de la ventana aceptable de 2 grados centígrados de calentamiento.

La narrativa de “bomba de tiempo” seleccionada por el IPCC nos pareció adecuada: ¿qué otra nota podría publicar un medio que fuera más importante que esa, la que anuncia con datos y pruebas respaldadas por 95 por ciento de la comunidad científica que el fin del mundo se encontraba a la vuelta de la esquina? La respuesta fue agridulce. El reporte fue difundido ampliamente por la prensa internacional, pero el impacto en términos de repercusión concreta fue limitado, como lo demuestra el avance paquidérmico registrado hasta ahora.¿Qué falló? Sabemos que la inercia gubernamental, la desidia y una acentuada carencia de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) constituyen una buena parte del problema. ¿Existe, sin embargo, un problema de comunicación? ¿Podríamos movilizar más voluntades con una mayor celeridad si comunicáramos mejor el problema? En What If WeStopped Pretending , texto publicado por The New Yorker en septiembre de 2019, el escritor Jonathan Franzen (Freedom, The Corrections) argumenta que la idea del fin de la naturaleza no nos conmueve, a menos de que nos involucre directamente y en una coyuntura muy específica. Somos mezquinos y egoístas. En opinión de Franzen, una narrativa más efectiva sería comunicar que la principal víctima del cambio climático no es el planeta -el cual, con ecosistemas y especies diferentes, seguirá existiendo por varios miles de años más-, sino las mujeres y hombres que lo habitan. Nosotros somos los que arderán en llamas; el planeta, indolente e inamovible, simplemente esperará a la siguiente generación de dinosaurios. Quizá aún sea tiempo de cambiar la narrativa.

CACHITOS

Nota a los empresarios invitados a los tamales del avión presidencial: La dimensión social de las empresas no pasa por la compra de cachitos de una rifa. No tergiversen conceptos. Seamos serios, por favor.

Flashback: Hace poco más de un lustro, como parte del equipo de Havas PR, brazo de relaciones públicas de la agencia global de publicidad Havas, tuve la oportunidad de coordinar los trabajos de comunicación y prensa en México y parte de Latinoamérica del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), organismo considerado como máxima autoridad en la materia y dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El grueso de la comunidad científica y la ONU consideraron que el mundo se acercaba a un punto de no retorno y que resultaba imperativo aprovechar la coyuntura de la presentación del Quinto Informe de Evaluación del IPCC para lanzar un ultimátum a la humanidad: La influencia humana en el sistema climático iba en aumento. La probabilidad de que el planeta experimentara impactos graves y generalizados era ya prácticamente irreversible. No todo estaba perdido: había opciones de mitigación rigurosas capaces de ayudarnos a permanecer en un nivel más controlable. El punto es que había que actuar sin acilación alguna y reducir las emisiones entre 40% y 70% entre 2010 y 2050, para mantener al mundo debajo de la ventana aceptable de 2 grados centígrados de calentamiento.

La narrativa de “bomba de tiempo” seleccionada por el IPCC nos pareció adecuada: ¿qué otra nota podría publicar un medio que fuera más importante que esa, la que anuncia con datos y pruebas respaldadas por 95 por ciento de la comunidad científica que el fin del mundo se encontraba a la vuelta de la esquina? La respuesta fue agridulce. El reporte fue difundido ampliamente por la prensa internacional, pero el impacto en términos de repercusión concreta fue limitado, como lo demuestra el avance paquidérmico registrado hasta ahora.¿Qué falló? Sabemos que la inercia gubernamental, la desidia y una acentuada carencia de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) constituyen una buena parte del problema. ¿Existe, sin embargo, un problema de comunicación? ¿Podríamos movilizar más voluntades con una mayor celeridad si comunicáramos mejor el problema? En What If WeStopped Pretending , texto publicado por The New Yorker en septiembre de 2019, el escritor Jonathan Franzen (Freedom, The Corrections) argumenta que la idea del fin de la naturaleza no nos conmueve, a menos de que nos involucre directamente y en una coyuntura muy específica. Somos mezquinos y egoístas. En opinión de Franzen, una narrativa más efectiva sería comunicar que la principal víctima del cambio climático no es el planeta -el cual, con ecosistemas y especies diferentes, seguirá existiendo por varios miles de años más-, sino las mujeres y hombres que lo habitan. Nosotros somos los que arderán en llamas; el planeta, indolente e inamovible, simplemente esperará a la siguiente generación de dinosaurios. Quizá aún sea tiempo de cambiar la narrativa.

CACHITOS

Nota a los empresarios invitados a los tamales del avión presidencial: La dimensión social de las empresas no pasa por la compra de cachitos de una rifa. No tergiversen conceptos. Seamos serios, por favor.

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