/ jueves 19 de noviembre de 2020

Alta Empresa | Regreso al cine, cuarta parte

El sábado vi Freaky: este cuerpo está para matar, un híbrido de comedia y terror que narra el intercambio de cuerpos entre un asesino serial y una adolescente aquejada por la muerte reciente del padre y los problemas típicos de la edad, incluido el despertar hormonal y el inevitable enfrentamiento con las chicas populares del colegio. De nuevo fui a la primera función de Cinépolis Interlomas VIP. Mi novia y yo éramos los únicos en la sala. Toda la experiencia (boletos, comida, transporte) ascendió a poco más de 900 pesos.

El despliegue histriónico de la prometedora Kathryn Newton y el versátil Vince Vaughn le inyectan carisma y efectividad a Freaky, financiada por la cada vez más exitosa casa productora Blumhouse. La cinta apenas costó seis millones de dólares. A menos de una semana de su estreno global en salas, el filme dirigido por Christopher Landon casi ha recuperado la totalidad de su inversión. Los analistas auguran que será un hit en extremo redituable para Blumhouse, en especial cuando haga su debut en los servicios de Video On Demand (VOD) en los próximos días. Antes de la pandemia, el modelo tradicional consistía en respetar una ventana de alrededor de tres meses entre el estreno en salas y la exhibición en VOD y streaming, donde los precios por disfrutar la cinta en casa pueden variar entre ser el valor añadido de una plataforma a los casi 20 dólares por pedido específico. La COVID-19 ha destruido casi por completo la idea de la ventana. La nueva dinámica tiene sentido para productos como Freaky, pero ¿qué significa para el futuro de una industria que ha centrado su modelo de negocio en el blockbuster, es decir, en ese monstruo de presupuestos estratosféricos obligado a generar entre 800 y mil millones de dólares en la taquilla global (Estados Unidos más el resto del mundo) para ser percibido como un ganador por Hollywood?

La resolución a este dilema definirá el futuro del entretenimiento como lo conocemos. No sólo es la razón por la que los estudios han postergado el estreno de producciones como No time to die, Dune y Maverick: Top Gun 2 -decisión que ha puesto en duda la viabilidad de las cadenas exhibidoras en el corto y mediano plazos-, sino que constituye la base sobre la que operará la creación misma de la mayoría los contenidos audiovisuales que consumimos. De los salarios estratosféricos que cobran las estrellas de Hollywood a la calidad estética de las películas concebidas para ser vistas en salas, sin obviar los formatos seleccionados para extender franquicias de alta relevancia pop como Star Wars o Harry Potter, todo está en juego.

¿Qué caso tiene destinar centenas de millones de dólares a una nueva entrega de Star Wars cuando se puede producir a un costo relativamente bajo una serie como The Mandalorian para disparar las suscripciones a Disney+, sobre todo en una coyuntura definida por una pandemia que eleva de manera exponencial los costos y reduce la ventana de exhibición? Ninguno. Bajo esta lógica, no es casual que Disney haya optado por sacrificar el estreno en salas de Soul, la nueva producción de Pixar dirigida por Pete Docter, y mandarla directamente a Disney+, donde se liberará el 25 de diciembre. Toda una nueva declaración de principios. @mauroforever

El sábado vi Freaky: este cuerpo está para matar, un híbrido de comedia y terror que narra el intercambio de cuerpos entre un asesino serial y una adolescente aquejada por la muerte reciente del padre y los problemas típicos de la edad, incluido el despertar hormonal y el inevitable enfrentamiento con las chicas populares del colegio. De nuevo fui a la primera función de Cinépolis Interlomas VIP. Mi novia y yo éramos los únicos en la sala. Toda la experiencia (boletos, comida, transporte) ascendió a poco más de 900 pesos.

El despliegue histriónico de la prometedora Kathryn Newton y el versátil Vince Vaughn le inyectan carisma y efectividad a Freaky, financiada por la cada vez más exitosa casa productora Blumhouse. La cinta apenas costó seis millones de dólares. A menos de una semana de su estreno global en salas, el filme dirigido por Christopher Landon casi ha recuperado la totalidad de su inversión. Los analistas auguran que será un hit en extremo redituable para Blumhouse, en especial cuando haga su debut en los servicios de Video On Demand (VOD) en los próximos días. Antes de la pandemia, el modelo tradicional consistía en respetar una ventana de alrededor de tres meses entre el estreno en salas y la exhibición en VOD y streaming, donde los precios por disfrutar la cinta en casa pueden variar entre ser el valor añadido de una plataforma a los casi 20 dólares por pedido específico. La COVID-19 ha destruido casi por completo la idea de la ventana. La nueva dinámica tiene sentido para productos como Freaky, pero ¿qué significa para el futuro de una industria que ha centrado su modelo de negocio en el blockbuster, es decir, en ese monstruo de presupuestos estratosféricos obligado a generar entre 800 y mil millones de dólares en la taquilla global (Estados Unidos más el resto del mundo) para ser percibido como un ganador por Hollywood?

La resolución a este dilema definirá el futuro del entretenimiento como lo conocemos. No sólo es la razón por la que los estudios han postergado el estreno de producciones como No time to die, Dune y Maverick: Top Gun 2 -decisión que ha puesto en duda la viabilidad de las cadenas exhibidoras en el corto y mediano plazos-, sino que constituye la base sobre la que operará la creación misma de la mayoría los contenidos audiovisuales que consumimos. De los salarios estratosféricos que cobran las estrellas de Hollywood a la calidad estética de las películas concebidas para ser vistas en salas, sin obviar los formatos seleccionados para extender franquicias de alta relevancia pop como Star Wars o Harry Potter, todo está en juego.

¿Qué caso tiene destinar centenas de millones de dólares a una nueva entrega de Star Wars cuando se puede producir a un costo relativamente bajo una serie como The Mandalorian para disparar las suscripciones a Disney+, sobre todo en una coyuntura definida por una pandemia que eleva de manera exponencial los costos y reduce la ventana de exhibición? Ninguno. Bajo esta lógica, no es casual que Disney haya optado por sacrificar el estreno en salas de Soul, la nueva producción de Pixar dirigida por Pete Docter, y mandarla directamente a Disney+, donde se liberará el 25 de diciembre. Toda una nueva declaración de principios. @mauroforever

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