/ jueves 26 de noviembre de 2020

Alta Empresa | Regreso al cine, quinta y última parte

El sábado vi El baile de los 41, cinta de David Pablos que gira en torno a una redada policiaca realizada en la Ciudad de México durante la presidencia de Porfirio Díaz. El blanco era un baile de hombres, de los cuales 21 estaban vestidos de hombres y 21 de mujeres. La prensa convirtió la redada en un escándalo, pese al intento del gobierno en ocultar el asunto, dado que entre los detenidos se encontraba Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Díaz.

La potencialidad del universo y densidad trágica de El baile de los 41 era inmensa. Desafortunadamente, la película es una sucesión descontextualizada de imágenes de relamidos interiores. Alfonso Herrera está notable como el arribista De la Torre y Mier (el asistente 42 al baile que desaparece del conteo final). Se merecía un mejor vehículo. De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, la taquilla de la obra de Pablos ascendió a 3.5 millones de pesos y registró 51,000 asistentes en 542 pantallas. Nada extraordinario, pero un desempeño sólido frente a las circunstancias pandémicas

Los estudios Warner Brothers anunciaron la semana pasada que mantendrán el 25 de diciembre como fecha de estreno en salas de Wonder Woman 1984 en Estados Unidos, pero que también la lanzarán de forma simultánea en HBOMax, el servicio de streaming que compite contra Disney+, Amazon Prime y Netflix, entre otros. Llegará un punto, claro, en que la audiencia seleccione de manera categórica una plataforma en perjuicio de otra, pero como confirma la decisión de Warner Brothers, la primera víctima a sacrificar en estas “guerras del streaming” es la sala cinematográfica. Los exhibidores esperaban el estreno de Wonder Woman 1984 como un respirador que les permitiera aguantar hasta que los trabajos de potencial taquillero fueran exhibidos en 2021; hoy, por lo menos en las zonas geográficas donde ya opera el sistema de HBOMax, deberán enfrentar la competencia de una plataforma que la transmitirá como una parte más de sus contenidos.

¿Por qué pagar decenas de dólares en una salida familiar al cine cuando se puede ver la esperada película de superhéroes en la comodidad del hogar, seguros y mientras se disfruta la comida navideña? El anuncio de Warner Brothers es una traición a las exhibidoras que ratifica lo que ya perfilaba la decisión de Disney de lanzar Soul, la cinta más reciente de Pixar, de manera exclusiva por Disney+, también el 25 de diciembre: la sala de exhibición ha muerto como escaparate principal de los grandes estudios, lo que viene es un escenario donde será una ventana más para darle salida a los contenidos generados. Esta realidad redundará en productos de menor presupuesto que los concebidos para ser disfrutados en salas. Las superproducciones de cientos de millones de dólares pensadas para ser vistas primero en “pantalla grande” parecen carecer ya de viabilidad económica. Es probable que terminen siendo canibalizadas por productos de menor presupuesto, aunque más acordes para ser liberados en múltiples pantallas domésticas. En ese sentido, puede que cintas como No Time to Die, Top Gun: Maverick y las entregas pendientes de Misión imposible sean los últimos blockbusters de su estilo, el fin de una era. Que en paz descansen.

El sábado vi El baile de los 41, cinta de David Pablos que gira en torno a una redada policiaca realizada en la Ciudad de México durante la presidencia de Porfirio Díaz. El blanco era un baile de hombres, de los cuales 21 estaban vestidos de hombres y 21 de mujeres. La prensa convirtió la redada en un escándalo, pese al intento del gobierno en ocultar el asunto, dado que entre los detenidos se encontraba Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Díaz.

La potencialidad del universo y densidad trágica de El baile de los 41 era inmensa. Desafortunadamente, la película es una sucesión descontextualizada de imágenes de relamidos interiores. Alfonso Herrera está notable como el arribista De la Torre y Mier (el asistente 42 al baile que desaparece del conteo final). Se merecía un mejor vehículo. De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica, la taquilla de la obra de Pablos ascendió a 3.5 millones de pesos y registró 51,000 asistentes en 542 pantallas. Nada extraordinario, pero un desempeño sólido frente a las circunstancias pandémicas

Los estudios Warner Brothers anunciaron la semana pasada que mantendrán el 25 de diciembre como fecha de estreno en salas de Wonder Woman 1984 en Estados Unidos, pero que también la lanzarán de forma simultánea en HBOMax, el servicio de streaming que compite contra Disney+, Amazon Prime y Netflix, entre otros. Llegará un punto, claro, en que la audiencia seleccione de manera categórica una plataforma en perjuicio de otra, pero como confirma la decisión de Warner Brothers, la primera víctima a sacrificar en estas “guerras del streaming” es la sala cinematográfica. Los exhibidores esperaban el estreno de Wonder Woman 1984 como un respirador que les permitiera aguantar hasta que los trabajos de potencial taquillero fueran exhibidos en 2021; hoy, por lo menos en las zonas geográficas donde ya opera el sistema de HBOMax, deberán enfrentar la competencia de una plataforma que la transmitirá como una parte más de sus contenidos.

¿Por qué pagar decenas de dólares en una salida familiar al cine cuando se puede ver la esperada película de superhéroes en la comodidad del hogar, seguros y mientras se disfruta la comida navideña? El anuncio de Warner Brothers es una traición a las exhibidoras que ratifica lo que ya perfilaba la decisión de Disney de lanzar Soul, la cinta más reciente de Pixar, de manera exclusiva por Disney+, también el 25 de diciembre: la sala de exhibición ha muerto como escaparate principal de los grandes estudios, lo que viene es un escenario donde será una ventana más para darle salida a los contenidos generados. Esta realidad redundará en productos de menor presupuesto que los concebidos para ser disfrutados en salas. Las superproducciones de cientos de millones de dólares pensadas para ser vistas primero en “pantalla grande” parecen carecer ya de viabilidad económica. Es probable que terminen siendo canibalizadas por productos de menor presupuesto, aunque más acordes para ser liberados en múltiples pantallas domésticas. En ese sentido, puede que cintas como No Time to Die, Top Gun: Maverick y las entregas pendientes de Misión imposible sean los últimos blockbusters de su estilo, el fin de una era. Que en paz descansen.

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