/ sábado 17 de febrero de 2018

Alto poder


* Más allá de la pobreza están los programas sociales

* Gana un chofer que un profesionista especializado

* El verdadero muro está en la desigualdad, dice Graue


Por más programas sociales que se crean con cada nuevo sexenio, la desigualdad en el país se vive en las calles, se padece en el pueblo y se sufre en las casas.

La distribución de la riqueza está fuera de toda desproporción. Los ricos son cada vez más poderosos y los pobres, más desposeídos. No hay dinero que les alcance.

Aunque las cifras oficiales registran la creación de más empleos y mejor pagados, la realidad es otra. Los despidos masivos en las grandes empresas y el cierre de micros y pequeños negocios, es cada vez más frecuente. Los salarios no cubren ni las necesidades básicas.

El pueblo recibe dádivas de los gobernantes, como panacea contra la pobreza, cuando lo único que espera la clase trabajadora son mejores ingresos, que les permitan vivir de manera digna.

Además de la imparable violencia en todo el territorio nacional, la desigualdad social es otra de las causas por las que decenas de empresas trasnacionales se han llevado sus inversiones a países que consideran más seguros y menos corruptos.

Durante una conferencia en la Universidad de Chicago el pasado 8 de febrero, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, puso el dedo en la llaga del gobierno mexicano.

Como parte de su propuesta de renegociación del TLCAN, Trudeau pidió “salarios más altos” en México, lo que permitiría “una base mayor de consumidores” de productos tanto estadounidenses como canadienses.

El mandatario canadiense, uno de los políticos progresistas más destacados a nivel mundial, consideró necesario que los negociadores del Tratado de América del Norte se aseguren de “que compartimos con las familias los beneficios y las oportunidades que se generan a causa del comercio.”

Trudeau predicó en el desierto, porque en México nadie le respondió.


EL FUTURO NEGADO A LOS JÓVENES

La brecha generacional y de miseria cada vez se amplía más. En décadas pasadas, se pedía a los hijos estudiar para mejorar su nivel de vida. Ahora, nada garantiza un futuro estable y solvente.

La OCDE reconoció, el martes pasado, que el desempleo en México se redujo en un 3.3 por ciento, que significó un importante “avance en la formalización del empleo”. Pero el resultado no es del todo bueno, porque el organismo internacional apuntó que el país “todavía tiene enormes retos en materia de salarios e informalidad.”

El empleo informal, pomposamente llamado precario, suma 30 millones de mexicanos, el 57 por ciento de la Población Económicamente Activa. Más de la mitad de los mexicanos buscaron y encontraron una manera de vivir fuera de toda legalidad, sin prestaciones, seguridad social ni la posibilidad de retirarse en la vejez y recibir una pensión.

Hay quien vende quesadillas en el estacionamiento de su casa o cualquier producto en los vagones del metro, todo con tal de llevar el pan a su mesa.

Ha faltado una política económica y laboral capaz de generar empleos bien pagados, porque un limpiaparabrisas de cualquier crucero puede ganar en ocho horas, hasta 150 pesos cuando el salario mínimo diario es de 88.36 pesos.

Según la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza “los salarios bajos en México afectan al crecimiento económico, porque desincentivan a la población a capacitarse y producir más al prever que su ingreso no será proporcional a su nivel de escolaridad.”

Un dato alarmante es el revelado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, que estimó en 6 mil 870 pesos mensuales el salario de un profesionista recién egresado. Mientras que un chofer de Uber puede ganar más de 20 mil pesos, sin importar su nivel de estudios.


UN DÍA NO ALCANZA PARA TRABAJAR

El Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM publicó un análisis donde demuestra que en 1987 eran necesarias 4 horas con 53 minutos para adquirir la canasta básica. Actualmente, se requieren 24 horas con 53 minutos, más de un día sin descanso.

Ese futuro negado para los jóvenes con intención de estudiar para tener una vida digna, los ha conducido por el camino de la delincuencia y la violencia. Se volvieron presa fácil para el crimen organizado que les ofrece protección, respeto pero, sobre todo, dinero “fácil”.

De 2012 a la fecha, el salario mínimo subió menos de 26 pesos diarios. Sin embargo, la gasolina casi duplicó su costo de 10.36 pesos al iniciar el actual gobierno, a 18.64. Lo mismo ocurre con el gas, la tortilla y varios productos de la canasta básica.

Enrique Hernández, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, dijo que “en su lucha para combatir la pobreza, el gobierno requiere, no sólo de programas sociales, sino de crecimiento económico, creación de empleos formales y aumento en los salarios reales promedio de la población, de lo contrario será muy difícil eliminarla en menos de 25 o 30 años.”

El catedrático dijo que es poco probable sacar de la pobreza al 74 por ciento de los mexicanos que están en ella, mientras no se combata la inseguridad, se erradique la corrupción y se acabe con la impunidad.

El rector de la UNAM, Enrique Graue señaló que “el verdadero muro está en la desigualdad. Un muro que no hemos podido derribar, que nos separa, nos divide y amenaza a la civilización, pues detrás de éste, existe una brecha inmensa de soledad, de desesperanza, de miseria y de inequidad.

“Ese es nuestro verdadero muro que nos urge derribar; el muro de la pobreza, el de la falta de oportunidades, el de la desigualdad educativa, el de la desesperanza, aquel que genera marginación, migración e inseguridad.”

El Coneval, que mide la pobreza, contabilizó 3 mil 127 programas sociales contra la pobreza en los tres niveles de gobierno, que han servido a medias, porque las carencias no sólo prevalecen, sino que aumentan.

No hay democracia que soporte esta desigualdad.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com


* Más allá de la pobreza están los programas sociales

* Gana un chofer que un profesionista especializado

* El verdadero muro está en la desigualdad, dice Graue


Por más programas sociales que se crean con cada nuevo sexenio, la desigualdad en el país se vive en las calles, se padece en el pueblo y se sufre en las casas.

La distribución de la riqueza está fuera de toda desproporción. Los ricos son cada vez más poderosos y los pobres, más desposeídos. No hay dinero que les alcance.

Aunque las cifras oficiales registran la creación de más empleos y mejor pagados, la realidad es otra. Los despidos masivos en las grandes empresas y el cierre de micros y pequeños negocios, es cada vez más frecuente. Los salarios no cubren ni las necesidades básicas.

El pueblo recibe dádivas de los gobernantes, como panacea contra la pobreza, cuando lo único que espera la clase trabajadora son mejores ingresos, que les permitan vivir de manera digna.

Además de la imparable violencia en todo el territorio nacional, la desigualdad social es otra de las causas por las que decenas de empresas trasnacionales se han llevado sus inversiones a países que consideran más seguros y menos corruptos.

Durante una conferencia en la Universidad de Chicago el pasado 8 de febrero, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, puso el dedo en la llaga del gobierno mexicano.

Como parte de su propuesta de renegociación del TLCAN, Trudeau pidió “salarios más altos” en México, lo que permitiría “una base mayor de consumidores” de productos tanto estadounidenses como canadienses.

El mandatario canadiense, uno de los políticos progresistas más destacados a nivel mundial, consideró necesario que los negociadores del Tratado de América del Norte se aseguren de “que compartimos con las familias los beneficios y las oportunidades que se generan a causa del comercio.”

Trudeau predicó en el desierto, porque en México nadie le respondió.


EL FUTURO NEGADO A LOS JÓVENES

La brecha generacional y de miseria cada vez se amplía más. En décadas pasadas, se pedía a los hijos estudiar para mejorar su nivel de vida. Ahora, nada garantiza un futuro estable y solvente.

La OCDE reconoció, el martes pasado, que el desempleo en México se redujo en un 3.3 por ciento, que significó un importante “avance en la formalización del empleo”. Pero el resultado no es del todo bueno, porque el organismo internacional apuntó que el país “todavía tiene enormes retos en materia de salarios e informalidad.”

El empleo informal, pomposamente llamado precario, suma 30 millones de mexicanos, el 57 por ciento de la Población Económicamente Activa. Más de la mitad de los mexicanos buscaron y encontraron una manera de vivir fuera de toda legalidad, sin prestaciones, seguridad social ni la posibilidad de retirarse en la vejez y recibir una pensión.

Hay quien vende quesadillas en el estacionamiento de su casa o cualquier producto en los vagones del metro, todo con tal de llevar el pan a su mesa.

Ha faltado una política económica y laboral capaz de generar empleos bien pagados, porque un limpiaparabrisas de cualquier crucero puede ganar en ocho horas, hasta 150 pesos cuando el salario mínimo diario es de 88.36 pesos.

Según la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza “los salarios bajos en México afectan al crecimiento económico, porque desincentivan a la población a capacitarse y producir más al prever que su ingreso no será proporcional a su nivel de escolaridad.”

Un dato alarmante es el revelado por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, que estimó en 6 mil 870 pesos mensuales el salario de un profesionista recién egresado. Mientras que un chofer de Uber puede ganar más de 20 mil pesos, sin importar su nivel de estudios.


UN DÍA NO ALCANZA PARA TRABAJAR

El Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM publicó un análisis donde demuestra que en 1987 eran necesarias 4 horas con 53 minutos para adquirir la canasta básica. Actualmente, se requieren 24 horas con 53 minutos, más de un día sin descanso.

Ese futuro negado para los jóvenes con intención de estudiar para tener una vida digna, los ha conducido por el camino de la delincuencia y la violencia. Se volvieron presa fácil para el crimen organizado que les ofrece protección, respeto pero, sobre todo, dinero “fácil”.

De 2012 a la fecha, el salario mínimo subió menos de 26 pesos diarios. Sin embargo, la gasolina casi duplicó su costo de 10.36 pesos al iniciar el actual gobierno, a 18.64. Lo mismo ocurre con el gas, la tortilla y varios productos de la canasta básica.

Enrique Hernández, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, dijo que “en su lucha para combatir la pobreza, el gobierno requiere, no sólo de programas sociales, sino de crecimiento económico, creación de empleos formales y aumento en los salarios reales promedio de la población, de lo contrario será muy difícil eliminarla en menos de 25 o 30 años.”

El catedrático dijo que es poco probable sacar de la pobreza al 74 por ciento de los mexicanos que están en ella, mientras no se combata la inseguridad, se erradique la corrupción y se acabe con la impunidad.

El rector de la UNAM, Enrique Graue señaló que “el verdadero muro está en la desigualdad. Un muro que no hemos podido derribar, que nos separa, nos divide y amenaza a la civilización, pues detrás de éste, existe una brecha inmensa de soledad, de desesperanza, de miseria y de inequidad.

“Ese es nuestro verdadero muro que nos urge derribar; el muro de la pobreza, el de la falta de oportunidades, el de la desigualdad educativa, el de la desesperanza, aquel que genera marginación, migración e inseguridad.”

El Coneval, que mide la pobreza, contabilizó 3 mil 127 programas sociales contra la pobreza en los tres niveles de gobierno, que han servido a medias, porque las carencias no sólo prevalecen, sino que aumentan.

No hay democracia que soporte esta desigualdad.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com