/ sábado 10 de marzo de 2018

Alto Poder

* La UNAM se debate entre la autonomía y la legalidad

* Exrectores recomiendan analizar el ingreso de la PF

* La universidad, como el país, se hunde en la violencia


La UNAM no puede darse el lujo de tropezarse con los narcotraficantes, porque desde que alcanzó su autonomía, en 1929, ha protegido celosamente esa bandera de universalidad y de respeto a las leyes y al saber.

Tiempos de tormenta siguen acechando las instalaciones de la Máxima Casa de Estudios, desde que en febrero del 2000, el entonces presidente Ernesto Zedillo ordenó el ingreso de la Policía Federal a Ciudad Universitaria para acabar una huelga estudiantil que se politizó y la mantuvo cerrada durante 10 meses.

En el operativo, como si fueran ladrones, los policías ingresaron al campus por la madrugada, para sorprender a un grupo de jóvenes desarmados, que fueron exhibidos ante las cámaras de televisión, como si fueran una partida de delincuentes.

Desde entonces ha estado latente la intención permanente de violar la autonomía, porque esa zona de la Ciudad de México ha sido invadida por ladrones, narcotraficantes y malvivientes. Ninguno matriculado como estudiante. Sólo son pillos.

La Universidad no sólo son sus edificios y murales, ni la calidad de los docentes que imparten cátedra en sus aulas a 349 mil 539 alumnos. Esa casa de estudios es la incubadora de los grandes científicos de mañana, de los abogados leales a su profesión y no al dinero, de arquitectos, ingenieros, médicos y una gran gama de disciplinas.

El historiador Miguel León Portilla, durante una de sus célebres conferencias en la UNAM, la definió como:

“La existencia y el desarrollo de la universidad pueden entrar en peligro cuando se violan las normas que la rigen o se atenta en contra de los órganos de gobierno que ella misma, libremente, se ha dado. Los riesgos son entonces caer en la anomía o degradación de sus normas o, por el contrario, de esa situación pasar a la heteronomía, es decir a la intervención de imperativos ajenos a ella, como sería la injerencia del Estado o de determinadas agrupaciones políticas o de cualquier índole.”

Hoy, como en el año 2000, están en juego la Presidencia de la República y la permanencia del PRI en Los Pinos. Mientras que los universitarios promueven un cambio en el país y no se dan tiempo a ver pasar el tiempo.


LA UNAM PELEA POR MANTENERSE A LA VANGUARDIA

No se tiene que olvidar nunca que la Universidad de México fue la primera del continente americano (incluidos Estados Unidos y Canadá), que se instaló y abrió sus puertas al entonces mundo, todavía poco explorado, del saber y la geografía.

La UNAM sigue siendo el gran criadero de la física y la metafísica, de los conocimientos de los griegos a los que hoy crecen, algunos desordenadamente, en todo el mundo.

La base de los conocimientos avanzados siempre ha sido la UNAM. En sus aulas se gradúan estudiantes nacionales o extranjeros, de medicina, arquitectura, filosofía o contaduría.

Algunos universitarios buscan una maestría o doctorado en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos, pero ninguno pretende que sus hijos se desnaturalicen estudiando también la primaria y secundaria fuera de país.

Desde el tiempo de la Colonia, la Universidad ha sido el pebetero donde ha estado presente la luz del saber y su calidad la ha llevado a encabezar la lista en Iberoamérica de la mejor calificadas en 48 áreas de estudios, de acuerdo con la octava edición del QS Rankings.

Este reconocimiento se dio a conocer cuatro días después de que en sus instalaciones se perpetraran dos homicidios, donde la droga sirvió de hilo conductor. De inmediato surgieron las voces que exigían la inmediata intervención de las fuerzas federales policíacas y se apoderaran de sus instalaciones.

Nada más falso y brutal que meter armas a un lugar de ciencia y paz.


INGRESO DE FEDERALES NO ES LA RESPUESTA

El doctor José Sarukhán, exrector de la UNAM, cuando se vio acosado por los partidarios del armamentismo en Ciudad Universitaria, dijo, y dejó en claro:

“No es competencia de la UNAM resolver los problemas de inseguridad y narcomenudeo en Ciudad Universitaria. La respuesta tampoco es el ingreso de agentes federales al campus.

“Es una universidad y, consecuentemente, no tiene los recursos ni las formas ni creo que es bueno que las tenga para resolver una especie de autoprotección, porque las cosas se podrían distorsionar mucho.”

Con la salida del Ejército a las calles, que Felipe Calderón envió en diciembre de 2006, se comprobó que las armas y los uniformados sólo enardecen a la población civil por los abusos que se cometen en estos casos.

Desde el gobierno del espurio Calderón a la fecha, los militares se encuentran en las calles de la República olvidándose de lo que consideraba el gran genio francés de la estrategia Joseph Fouché, que dejó escrito durante la Revolución Francesa y para siempre, que sacar a los militares a las calles, es fácil. Lo difícil es volverlos a sus cuarteles.

En la Ciudad Universitaria, por difícil que sea combatir el narcomenudeo, no se debe jugar con fuego y seguir utilizando a militares o policías federales en servicios de guerra dentro del monumento del razonamiento y la paz.

El rector de la UNAM, Enrique Graue, habló sin pelos en la lengua, cuando dijo, con toda claridad, que:

“Escucharemos voces, internas y externas que clamarán por otras alternativas más agresivas que quisieran vernos militarizados o armados, y no pocas aprovecharán los momentos políticos electorales que vive nuestra nación, para intentar desestabilizarnos.”

Jorge Luis Velasco, catedrático del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, dijo que: “La Universidad, por mucho que aumente su presupuesto para seguridad, no puede hacer gran cosa para contrarrestar la criminalidad de su entorno. Yo creo que ese es el principal problema y una característica de la crisis actual, en comparación con la de 2011, es menos localizada.”

La UNAM es el gran espejo de México que manda sus reflejos por toda la República. La violencia se expande en el país y trastoca a la Máxima Casa de Estudios.

Jorge Luis Velasco consideró que lo que ocurre en la UNAM es más o menos similar a lo que pasa a nivel nacional.

Para resolver los problemas del narcomenudeo en el cinturón peligroso de las instalaciones de CU, debe hacerse con gran decisión política, de llevar a cabo decisiones integrales y no policíacas aisladas de represión, como se vive actualmente.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com

* La UNAM se debate entre la autonomía y la legalidad

* Exrectores recomiendan analizar el ingreso de la PF

* La universidad, como el país, se hunde en la violencia


La UNAM no puede darse el lujo de tropezarse con los narcotraficantes, porque desde que alcanzó su autonomía, en 1929, ha protegido celosamente esa bandera de universalidad y de respeto a las leyes y al saber.

Tiempos de tormenta siguen acechando las instalaciones de la Máxima Casa de Estudios, desde que en febrero del 2000, el entonces presidente Ernesto Zedillo ordenó el ingreso de la Policía Federal a Ciudad Universitaria para acabar una huelga estudiantil que se politizó y la mantuvo cerrada durante 10 meses.

En el operativo, como si fueran ladrones, los policías ingresaron al campus por la madrugada, para sorprender a un grupo de jóvenes desarmados, que fueron exhibidos ante las cámaras de televisión, como si fueran una partida de delincuentes.

Desde entonces ha estado latente la intención permanente de violar la autonomía, porque esa zona de la Ciudad de México ha sido invadida por ladrones, narcotraficantes y malvivientes. Ninguno matriculado como estudiante. Sólo son pillos.

La Universidad no sólo son sus edificios y murales, ni la calidad de los docentes que imparten cátedra en sus aulas a 349 mil 539 alumnos. Esa casa de estudios es la incubadora de los grandes científicos de mañana, de los abogados leales a su profesión y no al dinero, de arquitectos, ingenieros, médicos y una gran gama de disciplinas.

El historiador Miguel León Portilla, durante una de sus célebres conferencias en la UNAM, la definió como:

“La existencia y el desarrollo de la universidad pueden entrar en peligro cuando se violan las normas que la rigen o se atenta en contra de los órganos de gobierno que ella misma, libremente, se ha dado. Los riesgos son entonces caer en la anomía o degradación de sus normas o, por el contrario, de esa situación pasar a la heteronomía, es decir a la intervención de imperativos ajenos a ella, como sería la injerencia del Estado o de determinadas agrupaciones políticas o de cualquier índole.”

Hoy, como en el año 2000, están en juego la Presidencia de la República y la permanencia del PRI en Los Pinos. Mientras que los universitarios promueven un cambio en el país y no se dan tiempo a ver pasar el tiempo.


LA UNAM PELEA POR MANTENERSE A LA VANGUARDIA

No se tiene que olvidar nunca que la Universidad de México fue la primera del continente americano (incluidos Estados Unidos y Canadá), que se instaló y abrió sus puertas al entonces mundo, todavía poco explorado, del saber y la geografía.

La UNAM sigue siendo el gran criadero de la física y la metafísica, de los conocimientos de los griegos a los que hoy crecen, algunos desordenadamente, en todo el mundo.

La base de los conocimientos avanzados siempre ha sido la UNAM. En sus aulas se gradúan estudiantes nacionales o extranjeros, de medicina, arquitectura, filosofía o contaduría.

Algunos universitarios buscan una maestría o doctorado en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos, pero ninguno pretende que sus hijos se desnaturalicen estudiando también la primaria y secundaria fuera de país.

Desde el tiempo de la Colonia, la Universidad ha sido el pebetero donde ha estado presente la luz del saber y su calidad la ha llevado a encabezar la lista en Iberoamérica de la mejor calificadas en 48 áreas de estudios, de acuerdo con la octava edición del QS Rankings.

Este reconocimiento se dio a conocer cuatro días después de que en sus instalaciones se perpetraran dos homicidios, donde la droga sirvió de hilo conductor. De inmediato surgieron las voces que exigían la inmediata intervención de las fuerzas federales policíacas y se apoderaran de sus instalaciones.

Nada más falso y brutal que meter armas a un lugar de ciencia y paz.


INGRESO DE FEDERALES NO ES LA RESPUESTA

El doctor José Sarukhán, exrector de la UNAM, cuando se vio acosado por los partidarios del armamentismo en Ciudad Universitaria, dijo, y dejó en claro:

“No es competencia de la UNAM resolver los problemas de inseguridad y narcomenudeo en Ciudad Universitaria. La respuesta tampoco es el ingreso de agentes federales al campus.

“Es una universidad y, consecuentemente, no tiene los recursos ni las formas ni creo que es bueno que las tenga para resolver una especie de autoprotección, porque las cosas se podrían distorsionar mucho.”

Con la salida del Ejército a las calles, que Felipe Calderón envió en diciembre de 2006, se comprobó que las armas y los uniformados sólo enardecen a la población civil por los abusos que se cometen en estos casos.

Desde el gobierno del espurio Calderón a la fecha, los militares se encuentran en las calles de la República olvidándose de lo que consideraba el gran genio francés de la estrategia Joseph Fouché, que dejó escrito durante la Revolución Francesa y para siempre, que sacar a los militares a las calles, es fácil. Lo difícil es volverlos a sus cuarteles.

En la Ciudad Universitaria, por difícil que sea combatir el narcomenudeo, no se debe jugar con fuego y seguir utilizando a militares o policías federales en servicios de guerra dentro del monumento del razonamiento y la paz.

El rector de la UNAM, Enrique Graue, habló sin pelos en la lengua, cuando dijo, con toda claridad, que:

“Escucharemos voces, internas y externas que clamarán por otras alternativas más agresivas que quisieran vernos militarizados o armados, y no pocas aprovecharán los momentos políticos electorales que vive nuestra nación, para intentar desestabilizarnos.”

Jorge Luis Velasco, catedrático del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, dijo que: “La Universidad, por mucho que aumente su presupuesto para seguridad, no puede hacer gran cosa para contrarrestar la criminalidad de su entorno. Yo creo que ese es el principal problema y una característica de la crisis actual, en comparación con la de 2011, es menos localizada.”

La UNAM es el gran espejo de México que manda sus reflejos por toda la República. La violencia se expande en el país y trastoca a la Máxima Casa de Estudios.

Jorge Luis Velasco consideró que lo que ocurre en la UNAM es más o menos similar a lo que pasa a nivel nacional.

Para resolver los problemas del narcomenudeo en el cinturón peligroso de las instalaciones de CU, debe hacerse con gran decisión política, de llevar a cabo decisiones integrales y no policíacas aisladas de represión, como se vive actualmente.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com