/ sábado 24 de marzo de 2018

Alto poder


* Cambiaron las reglas electorales, pero no las promesas

* Los candidatos riegan el país con promesas que olvidan

* La justicia permanece arrinconada y la reviven cada 6 años


A medida que transcurren las campañas electorales, se evidencia que la oferta política es la misma entre los candidatos de las tres coaliciones y la independiente.


Todas las promesas que riegan por el país, al través de los medios de información, son las mismas. Coinciden en el cambio, combate a la corrupción, la impunidad y atención especial a la pobreza.


La justicia, que debe ser parte medular en la cultura de un país, en México se le tiene arrinconada junto con las causas perdidas, y se desempolva cada seis años como una promesa electoral.


Esa reiteración sobre el cambio, la corrupción y la pobreza, se ha utilizado desde que llegó a la Presidencia “el cachorro de la Revolución”, Miguel Alemán Valdés, quien así fue rebautizado por los viejos caudillos que tenían la urgencia de entregar el relevo a lo que consideraban la generación de los abogados, que sustituía a la de los generales.


Alemán gobernó de 1946 a 1952 y su campaña por la Presidencia de la República tenía como lema “Por los nuestros y por los que vienen”.


Incumplió con sus promesas de campaña porque, el círculo cerrado de los suyos que, entre otros, lo integraban los Perrusquilla, los Pasquel, los Beteta y Gonzalo Santos, se dedicó a saquear las arcas y no dejó nada a “los que vienen”.


El político veracruzano de la gran sonrisa, fue el primer candidato que contendió bajo las siglas del PRI, con lo que sepultaba al Partido de la Revolución Mexicana.


Alemán era considerado en Estados Unidos como un hombre pragmático, sin ideología política, como un oportunista que se movía para donde soplaba el viento y de donde pudiera sacar la mayor ventaja personal.


Cooperó primero con los izquierdistas y luego con los derechistas, según se lo dictaron las exigencias de la situación, pero siempre con el máximo beneficio para su conveniencia.


EL MÉXICO QUE OFRECIÓ ALEMÁN



Al rendir protesta como candidato presidencial, Alemán propuso aumentar la producción agrícola, principalmente en exportación, con el fin de afianzar la economía y, al mismo tiempo, industrializarla, con base en el petróleo para elevar el nivel social, cultural y económico de la Nación.


Es una verdadera joya lo dicho por Miguel Alemán, con una cachaza digna de mejor causa.


Dijo que: “El buen éxito de un partido dependerá de la acción que desarrollen sus miembros, trabajando sólo para el progreso de la patria y la satisfacción de las necesidades del pueblo y no para el enriquecimiento ni para la formación de oligarquías. El ejemplo lo darán los funcionarios.”


La historia ya registra que el gobierno de Miguel Alemán fue el primero en iniciar los saqueos sexenales que se han repetido en los presidentes de México, sean priistas o panistas.


Por supuesto que Alemán incumplió sus promesas porque acumuló propiedades en todo el país y en Estados Unidos, especialmente en Nueva York y Los Angeles.


El campo, desde esos lejanos días del alemanismo, se sumió en el fracaso que ha dejado a medio comer a millones de campesinos, que hoy acumula al 70 por ciento de los mexicanos.


Casi providencialmente don Adolfo Ruíz Cortines sustituyó en la Presidencia a Miguel Alemán. El lema de campaña del veterano político fue “Austeridad y trabajo”. Cumplió cabalmente lo prometido.


Su campaña se basó en hacer crecer el trabajo e incrementar la riqueza nacional. Prometió impulsar la producción agrícola y ganadera, conservar en buen estado los recursos naturales y promover la industrialización.


AMLO REVIVIÓ EL DESARROLLO ESTABILIZADOR



Con Ruiz Cortines, que tuvo que cargar con los excesos de Alemán y hacer una devaluación del peso frente al dólar, de 8 a 12.50, se inició el periodo estabilizador de la moneda mexicana que duró 18 años, al concluir con Luis Echeverría.


Andrés Manuel López Obrador, ofreció revivir este modelo económico que tan buenos resultados dio.


Ruiz Cortines dejó en la Presidencia a Adolfo López Mateos, en el momento cumbre del famoso “tapadismo”. El viejo don Adolfo cedió el espacio de la política nacional, a quien gobernó con honestidad y dedicó sus mejores esfuerzos a la internacionalización de México.


Se unió a los países del Tercer Mundo y realizó múltiples visitas por América, Europa y Asia. En esos viajes tuve oportunidad de acompañarlo como reportero y de entrevistar a Hayato Iqueda, primer ministro de Japón, y a Diosdado Macapagal, presidente de Filipinas, la antigua colonia española que la voracidad de los estadounidenses se anexó tras una guerra de rapiña.


Gustavo Díaz Ordaz hizo un gobierno honrado y enérgico. Pero al final de sus días como Presidente, lamentó infinito que México tuviera una deuda externa de cuatro mil millones de dólares, que hoy supera los 100 mil millones y nadie se acongoja con eso.


Luis Echeverría, hombre de mexicanismo muy acendrado, ganó para México en los tribunales internacionales millas del mar patrimonial, donde se encuentran ubicados importantes yacimientos petroleros.


Aunque era un hombre de izquierda, no se detuvo en mientes porque hizo una visita de Estado al Papa Paulo VI con lo que reconcilió a El Vaticano con el gobierno de México, cuya relación se había roto desde la rebelión cristera.


Le siguió José López Portillo, a quien el pueblo llamaba “López Por Pillo”, y que llevó su campaña electoral bajo el lema “La solución somos todos”. Finalmente fue una gran falacia porque ni hubo solución, ni participamos todos.


Miguel de la Madrid, junto con Vicente Fox, fue uno de los peores presidentes que ha tenido la nación. Cínicamente prometió la “Renovación moral” y se rodeó de una partida de grandes pillos como Eduardo Pesqueira Olea, a quien hizo secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos.


EL MÉXICO DE FIN DEL SIGLO XX



El joven Carlos Salinas de Gortari llegó a la Presidencia enarbolando una bandera que le dio buenos resultados. Era “Que hable México”. Lamentablemente lo que habló México no fue bueno para Carlos, el multimillonario en dólares y euros.


Ernesto Zedillo no llevó ningún bienestar a las familias mexicanas, como lo ofreció en su campaña; mientras que Vicente Fox sí cumplió con “echar al PRI de Los Pinos”; y Felipe Calderón, autonombrado “El candidato del empleo”, no lo consiguió y, apuntalado por Fox, Marta Sahagún y Elba Esther Gordillo, se robó la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador.


Aunque todavía espera el juicio de la historia, porque no ha terminado su mandato, Enrique Peña Nieto ganó con una diferencia de tres millones de votos, la Presidencia, pero ha tenido varios tropiezos importantes.


Ahora, los candidatos diseñan sus campañas para convencer a los electores que ellos sí cumplirán sus promesas.


Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com


* Cambiaron las reglas electorales, pero no las promesas

* Los candidatos riegan el país con promesas que olvidan

* La justicia permanece arrinconada y la reviven cada 6 años


A medida que transcurren las campañas electorales, se evidencia que la oferta política es la misma entre los candidatos de las tres coaliciones y la independiente.


Todas las promesas que riegan por el país, al través de los medios de información, son las mismas. Coinciden en el cambio, combate a la corrupción, la impunidad y atención especial a la pobreza.


La justicia, que debe ser parte medular en la cultura de un país, en México se le tiene arrinconada junto con las causas perdidas, y se desempolva cada seis años como una promesa electoral.


Esa reiteración sobre el cambio, la corrupción y la pobreza, se ha utilizado desde que llegó a la Presidencia “el cachorro de la Revolución”, Miguel Alemán Valdés, quien así fue rebautizado por los viejos caudillos que tenían la urgencia de entregar el relevo a lo que consideraban la generación de los abogados, que sustituía a la de los generales.


Alemán gobernó de 1946 a 1952 y su campaña por la Presidencia de la República tenía como lema “Por los nuestros y por los que vienen”.


Incumplió con sus promesas de campaña porque, el círculo cerrado de los suyos que, entre otros, lo integraban los Perrusquilla, los Pasquel, los Beteta y Gonzalo Santos, se dedicó a saquear las arcas y no dejó nada a “los que vienen”.


El político veracruzano de la gran sonrisa, fue el primer candidato que contendió bajo las siglas del PRI, con lo que sepultaba al Partido de la Revolución Mexicana.


Alemán era considerado en Estados Unidos como un hombre pragmático, sin ideología política, como un oportunista que se movía para donde soplaba el viento y de donde pudiera sacar la mayor ventaja personal.


Cooperó primero con los izquierdistas y luego con los derechistas, según se lo dictaron las exigencias de la situación, pero siempre con el máximo beneficio para su conveniencia.


EL MÉXICO QUE OFRECIÓ ALEMÁN



Al rendir protesta como candidato presidencial, Alemán propuso aumentar la producción agrícola, principalmente en exportación, con el fin de afianzar la economía y, al mismo tiempo, industrializarla, con base en el petróleo para elevar el nivel social, cultural y económico de la Nación.


Es una verdadera joya lo dicho por Miguel Alemán, con una cachaza digna de mejor causa.


Dijo que: “El buen éxito de un partido dependerá de la acción que desarrollen sus miembros, trabajando sólo para el progreso de la patria y la satisfacción de las necesidades del pueblo y no para el enriquecimiento ni para la formación de oligarquías. El ejemplo lo darán los funcionarios.”


La historia ya registra que el gobierno de Miguel Alemán fue el primero en iniciar los saqueos sexenales que se han repetido en los presidentes de México, sean priistas o panistas.


Por supuesto que Alemán incumplió sus promesas porque acumuló propiedades en todo el país y en Estados Unidos, especialmente en Nueva York y Los Angeles.


El campo, desde esos lejanos días del alemanismo, se sumió en el fracaso que ha dejado a medio comer a millones de campesinos, que hoy acumula al 70 por ciento de los mexicanos.


Casi providencialmente don Adolfo Ruíz Cortines sustituyó en la Presidencia a Miguel Alemán. El lema de campaña del veterano político fue “Austeridad y trabajo”. Cumplió cabalmente lo prometido.


Su campaña se basó en hacer crecer el trabajo e incrementar la riqueza nacional. Prometió impulsar la producción agrícola y ganadera, conservar en buen estado los recursos naturales y promover la industrialización.


AMLO REVIVIÓ EL DESARROLLO ESTABILIZADOR



Con Ruiz Cortines, que tuvo que cargar con los excesos de Alemán y hacer una devaluación del peso frente al dólar, de 8 a 12.50, se inició el periodo estabilizador de la moneda mexicana que duró 18 años, al concluir con Luis Echeverría.


Andrés Manuel López Obrador, ofreció revivir este modelo económico que tan buenos resultados dio.


Ruiz Cortines dejó en la Presidencia a Adolfo López Mateos, en el momento cumbre del famoso “tapadismo”. El viejo don Adolfo cedió el espacio de la política nacional, a quien gobernó con honestidad y dedicó sus mejores esfuerzos a la internacionalización de México.


Se unió a los países del Tercer Mundo y realizó múltiples visitas por América, Europa y Asia. En esos viajes tuve oportunidad de acompañarlo como reportero y de entrevistar a Hayato Iqueda, primer ministro de Japón, y a Diosdado Macapagal, presidente de Filipinas, la antigua colonia española que la voracidad de los estadounidenses se anexó tras una guerra de rapiña.


Gustavo Díaz Ordaz hizo un gobierno honrado y enérgico. Pero al final de sus días como Presidente, lamentó infinito que México tuviera una deuda externa de cuatro mil millones de dólares, que hoy supera los 100 mil millones y nadie se acongoja con eso.


Luis Echeverría, hombre de mexicanismo muy acendrado, ganó para México en los tribunales internacionales millas del mar patrimonial, donde se encuentran ubicados importantes yacimientos petroleros.


Aunque era un hombre de izquierda, no se detuvo en mientes porque hizo una visita de Estado al Papa Paulo VI con lo que reconcilió a El Vaticano con el gobierno de México, cuya relación se había roto desde la rebelión cristera.


Le siguió José López Portillo, a quien el pueblo llamaba “López Por Pillo”, y que llevó su campaña electoral bajo el lema “La solución somos todos”. Finalmente fue una gran falacia porque ni hubo solución, ni participamos todos.


Miguel de la Madrid, junto con Vicente Fox, fue uno de los peores presidentes que ha tenido la nación. Cínicamente prometió la “Renovación moral” y se rodeó de una partida de grandes pillos como Eduardo Pesqueira Olea, a quien hizo secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos.


EL MÉXICO DE FIN DEL SIGLO XX



El joven Carlos Salinas de Gortari llegó a la Presidencia enarbolando una bandera que le dio buenos resultados. Era “Que hable México”. Lamentablemente lo que habló México no fue bueno para Carlos, el multimillonario en dólares y euros.


Ernesto Zedillo no llevó ningún bienestar a las familias mexicanas, como lo ofreció en su campaña; mientras que Vicente Fox sí cumplió con “echar al PRI de Los Pinos”; y Felipe Calderón, autonombrado “El candidato del empleo”, no lo consiguió y, apuntalado por Fox, Marta Sahagún y Elba Esther Gordillo, se robó la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador.


Aunque todavía espera el juicio de la historia, porque no ha terminado su mandato, Enrique Peña Nieto ganó con una diferencia de tres millones de votos, la Presidencia, pero ha tenido varios tropiezos importantes.


Ahora, los candidatos diseñan sus campañas para convencer a los electores que ellos sí cumplirán sus promesas.


Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com