/ sábado 22 de septiembre de 2018

Alto Poder

Lasemana pasada, México vivió problemas muy singulares. Pasamos por cadáveres itinerantes, a enfrentamientos entre pandillas en el corazón de la capital y declaraciones de Andrés Manuel López Obrador, que reavivaron la confrontación entre el próximo presidente, la oposición y los empresarios.

Al iniciar su gira de agradecimiento, en Tepic, AMLO advirtió que “posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país, no podamos cumplir todo lo que se está demandando”, lo cual fue interpretado como un argumento para adelantar el fracaso de su administración, que iniciará el 1 de diciembre.

Las definiciones de quiebra son muchas y muy variadas. No solamente las hay financieras. Sólo se necesita preguntar a los indígenas si están en la miseria y esa es otra forma de bancarrota.

Con sus declaraciones, el presidente electo abrió una rendija para atacarlo con fuerza.

La primera respuesta en contra de AMLO llegó del titular de la Secretaría de Hacienda, José Antonio González Anaya, quien afirmó que la nación tiene finanzas públicas sanas y una estabilidad anclada en sus finanzas. Sin embargo, también se puede asegurar que hay estabilidad en los recursos que generan las mafias del narcotráfico, que prácticamente se han apoderado del país.

Expertos como Luis Pazos de la Torre, de inclinación panista, consultado por Alto Poder, dijo que “en el caso de un país, nunca está en bancarrota. Lo que puede estar en bancarrota (pero tampoco se declara) es el gobierno, porque llega un momento en que no pueden pagar la deuda y buscan reestructurarla y es probablemente lo que deberá hacer el próximo gobierno.”

El destacado financiero veracruzano, sostuvo que “un gobierno no puede cerrar sus puertas, como lo hace una empresa, ni decide a cuál acreedor pagará primero. En las guerras nunca se habló de bancarrota. En el sentido figurado, como lo dijo López Obrador, tampoco hay que rasgarse las vestiduras.”

Nadie puede negar, por muy priistas o panista que sea, que el gobierno saliente entregará finanzas públicas desequilibradas, con una deuda muy alta por su capacidad de pago y está en la raya de que le bajen la calificación, como ocurriría el año pasado pero, gracias a las remesas y los remanentes del Banco de México, las calificadoras no sólo no la bajaron, sino que la aumentaron.


DOS VISIONES DE PAÍSES. LOS MISMOS POLÍTICOS

López Obrador recibirá una economía sin mucho margen de maniobra y la única salida para evitar graves problemas económicos, que se reflejen en más inflación, en un tipo de cambio volátil o un bajo crecimiento, es la reducción del gasto público.

Existen dos visiones de un mismo país. Por un lado están los priistas, quienes en su Sexto Informe de Gobierno lo describen con una pujante inversión extranjera y altas reservas internaciones, pero ambas pueden subir o bajar en cualquier momento, en relación a la deuda o capacidad de pago que se tenga.

En la contraparte están quienes aseguran que es imposible sacar al país del bache en el que se encuentra.


Sin embargo, lo que debe tener muy en cuenta López Obrador es que recibirá, como dijo Ernesto Zedillo en 1994, “una economía prendida con alfileres”, pero mucho más conflictiva a la que entregaron al priista.

El quebranto financiero del país se advierte en las empresas productivas del Estado, como son Pemex, CFE, el IMSS y el ISSSTE, principalmente, porque sus pasivos no alcanzan para cubrir las deudas adquiridas por esas paraestatales.

Quién mejor que un experto, como Ernesto O’Farril, presidente de la Comisión de Análisis Económico del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, para explicar qué es una bancarrota.

“Hay que reconocer que hay una bancarrota moral. Los índices de asesinatos, corrupción e impunidad están en niveles muy altos. También diría que hay una bancarrota social, pues el gobierno sí puede enfrentar sus compromisos financieros, pero quizá hoy no tiene la capacidad de responderle a los más pobres, a los más necesitados, a los pueblos indígenas…”

Esto abre la posibilidad de que en el país no sólo exista una bancarrota financiera, sino política, económica y social. Claro que los grandes empresarios no se han visto, ni se verán, afectados en sus inversiones ni en sus ganancias, sobre todo. Y México seguirá siendo un país de profunda confrontación.


EN RIESGO LA CALIFICACIÓN ECONÓMICA

Valeria Moy, presidente de la organización “México, cómo vamos”, dijo:

“Hemos tenido un par de momentos, quizá en el 82 o en el 94, pero han sido muy puntuales. Hoy, para nada estamos en esa situación. La macroeconomía es estable, lo cual no significa que sea maravillosa o ideal, pero nos permite pagar la deuda y eso hace que tengamos un grado de inversión para las calificadoras de valores y que tengamos un nivel de riesgo bastante más bajo que otros países.”

Sin embargo, Moy reconoció: “Me parece que los términos sí son importantes, porque si dicen ‘bancarrota’ significa que está quebrada. México tiene problemas de pobreza, de distribución del ingreso, de desigualdad, de crecimiento mediocre y muchos temas que resolver. Pero no está en bancarrota.”

Todos los especialistas coinciden respecto a la situación de las finanzas públicas que heredará la administración de Peña Nieto y aceptan también que existe otro tipo de bancarrota, peor que el financiero. El hambre, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, la inseguridad, la violencia y tantos otros delitos que se cometen a diario en toda la nación.

La especialista mandó una recomendación a López Obrador.

“Es importante aclararlo, porque cuando López Obrador asuma el gobierno, tomará un gobierno que no está en bancarrota, que tiene los recursos financieros para hacer frente a sus responsabilidades, porque ser gobierno no significa estar en campaña.”

Días después de lo dicho en Tepic, el presidente electo aclaró que sus palabras fueron sacadas de contexto por la “prensa fifi. No les gustó la palabra. Se me lanzan, interpretan que me estoy echando para atrás y que no voy a cumplir… Falso. Voy a cumplir todos los compromisos, nada más sí quiero que se tenga conocimiento del punto de partida…”

Dijo que la crisis en el país no debe medirse sólo en variables macroeconómicas y afirmó que sí está en bancarrota porque lleva 30 años sin crecimiento económico; la deuda pública de Fox a la fecha creció 10 billones de pesos; aumentó la pobreza; se desbordaron la violencia y el sufrimiento de las víctimas; se redujo la producción petrolera a niveles de hace décadas; y la corrupción agravó la situación económica y social.

Además, existe molestia entre los pequeños empresarios, quienes generan más empleos, porque de enero a agosto la luz subió en un 70 por ciento, un costo superior a la que pagan en Estados Unidos. La gasolina Premium ha subido en 20 por ciento y la Magna en 18 por ciento.

No se advierten buenas relaciones para el futuro entre el nuevo gobierno y los que se van, porque tienen puntos de vista diferentes sobre el camino que debe llevar la nación.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com


Lasemana pasada, México vivió problemas muy singulares. Pasamos por cadáveres itinerantes, a enfrentamientos entre pandillas en el corazón de la capital y declaraciones de Andrés Manuel López Obrador, que reavivaron la confrontación entre el próximo presidente, la oposición y los empresarios.

Al iniciar su gira de agradecimiento, en Tepic, AMLO advirtió que “posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país, no podamos cumplir todo lo que se está demandando”, lo cual fue interpretado como un argumento para adelantar el fracaso de su administración, que iniciará el 1 de diciembre.

Las definiciones de quiebra son muchas y muy variadas. No solamente las hay financieras. Sólo se necesita preguntar a los indígenas si están en la miseria y esa es otra forma de bancarrota.

Con sus declaraciones, el presidente electo abrió una rendija para atacarlo con fuerza.

La primera respuesta en contra de AMLO llegó del titular de la Secretaría de Hacienda, José Antonio González Anaya, quien afirmó que la nación tiene finanzas públicas sanas y una estabilidad anclada en sus finanzas. Sin embargo, también se puede asegurar que hay estabilidad en los recursos que generan las mafias del narcotráfico, que prácticamente se han apoderado del país.

Expertos como Luis Pazos de la Torre, de inclinación panista, consultado por Alto Poder, dijo que “en el caso de un país, nunca está en bancarrota. Lo que puede estar en bancarrota (pero tampoco se declara) es el gobierno, porque llega un momento en que no pueden pagar la deuda y buscan reestructurarla y es probablemente lo que deberá hacer el próximo gobierno.”

El destacado financiero veracruzano, sostuvo que “un gobierno no puede cerrar sus puertas, como lo hace una empresa, ni decide a cuál acreedor pagará primero. En las guerras nunca se habló de bancarrota. En el sentido figurado, como lo dijo López Obrador, tampoco hay que rasgarse las vestiduras.”

Nadie puede negar, por muy priistas o panista que sea, que el gobierno saliente entregará finanzas públicas desequilibradas, con una deuda muy alta por su capacidad de pago y está en la raya de que le bajen la calificación, como ocurriría el año pasado pero, gracias a las remesas y los remanentes del Banco de México, las calificadoras no sólo no la bajaron, sino que la aumentaron.


DOS VISIONES DE PAÍSES. LOS MISMOS POLÍTICOS

López Obrador recibirá una economía sin mucho margen de maniobra y la única salida para evitar graves problemas económicos, que se reflejen en más inflación, en un tipo de cambio volátil o un bajo crecimiento, es la reducción del gasto público.

Existen dos visiones de un mismo país. Por un lado están los priistas, quienes en su Sexto Informe de Gobierno lo describen con una pujante inversión extranjera y altas reservas internaciones, pero ambas pueden subir o bajar en cualquier momento, en relación a la deuda o capacidad de pago que se tenga.

En la contraparte están quienes aseguran que es imposible sacar al país del bache en el que se encuentra.


Sin embargo, lo que debe tener muy en cuenta López Obrador es que recibirá, como dijo Ernesto Zedillo en 1994, “una economía prendida con alfileres”, pero mucho más conflictiva a la que entregaron al priista.

El quebranto financiero del país se advierte en las empresas productivas del Estado, como son Pemex, CFE, el IMSS y el ISSSTE, principalmente, porque sus pasivos no alcanzan para cubrir las deudas adquiridas por esas paraestatales.

Quién mejor que un experto, como Ernesto O’Farril, presidente de la Comisión de Análisis Económico del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, para explicar qué es una bancarrota.

“Hay que reconocer que hay una bancarrota moral. Los índices de asesinatos, corrupción e impunidad están en niveles muy altos. También diría que hay una bancarrota social, pues el gobierno sí puede enfrentar sus compromisos financieros, pero quizá hoy no tiene la capacidad de responderle a los más pobres, a los más necesitados, a los pueblos indígenas…”

Esto abre la posibilidad de que en el país no sólo exista una bancarrota financiera, sino política, económica y social. Claro que los grandes empresarios no se han visto, ni se verán, afectados en sus inversiones ni en sus ganancias, sobre todo. Y México seguirá siendo un país de profunda confrontación.


EN RIESGO LA CALIFICACIÓN ECONÓMICA

Valeria Moy, presidente de la organización “México, cómo vamos”, dijo:

“Hemos tenido un par de momentos, quizá en el 82 o en el 94, pero han sido muy puntuales. Hoy, para nada estamos en esa situación. La macroeconomía es estable, lo cual no significa que sea maravillosa o ideal, pero nos permite pagar la deuda y eso hace que tengamos un grado de inversión para las calificadoras de valores y que tengamos un nivel de riesgo bastante más bajo que otros países.”

Sin embargo, Moy reconoció: “Me parece que los términos sí son importantes, porque si dicen ‘bancarrota’ significa que está quebrada. México tiene problemas de pobreza, de distribución del ingreso, de desigualdad, de crecimiento mediocre y muchos temas que resolver. Pero no está en bancarrota.”

Todos los especialistas coinciden respecto a la situación de las finanzas públicas que heredará la administración de Peña Nieto y aceptan también que existe otro tipo de bancarrota, peor que el financiero. El hambre, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, la inseguridad, la violencia y tantos otros delitos que se cometen a diario en toda la nación.

La especialista mandó una recomendación a López Obrador.

“Es importante aclararlo, porque cuando López Obrador asuma el gobierno, tomará un gobierno que no está en bancarrota, que tiene los recursos financieros para hacer frente a sus responsabilidades, porque ser gobierno no significa estar en campaña.”

Días después de lo dicho en Tepic, el presidente electo aclaró que sus palabras fueron sacadas de contexto por la “prensa fifi. No les gustó la palabra. Se me lanzan, interpretan que me estoy echando para atrás y que no voy a cumplir… Falso. Voy a cumplir todos los compromisos, nada más sí quiero que se tenga conocimiento del punto de partida…”

Dijo que la crisis en el país no debe medirse sólo en variables macroeconómicas y afirmó que sí está en bancarrota porque lleva 30 años sin crecimiento económico; la deuda pública de Fox a la fecha creció 10 billones de pesos; aumentó la pobreza; se desbordaron la violencia y el sufrimiento de las víctimas; se redujo la producción petrolera a niveles de hace décadas; y la corrupción agravó la situación económica y social.

Además, existe molestia entre los pequeños empresarios, quienes generan más empleos, porque de enero a agosto la luz subió en un 70 por ciento, un costo superior a la que pagan en Estados Unidos. La gasolina Premium ha subido en 20 por ciento y la Magna en 18 por ciento.

No se advierten buenas relaciones para el futuro entre el nuevo gobierno y los que se van, porque tienen puntos de vista diferentes sobre el camino que debe llevar la nación.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com


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